Crítica de El faro por jdmorris

Vista una segunda vez y me ha gustado aún más que la primera, probablemente porque hay menos sorpresas que procesar y uno se puede recrear más en otros aspectos técnicos o interpretativos.
Segunda obra de Robert Eggers, que ya sorprendió con The witch, en la que Willem Dafoe y Robert Pattinson nos ofrecen un duelo interpretativo de muy alto nivel. Dafoe sigue siendo mejor, es un perro viejo que consigue más con menos, pero Pattinson ya ha demostrado en varias ocasiones que los prejuicios generados en gran parte de la audiencia debido a su participación en la saga Crepúsculo son, pues eso, prejuicios, totalmente infundados. Eggers, por su parte, demuestra gran maestría, pues la mayor parte del tiempo, la cámara no podría estar mejor colocada, consiguiendo así planos impagables, dignos de convertirse en clásicos.
Absolutamente todo en esta película está pensado para incomodar, desde el formato 1.19:1, aún más cuadrado que el 4:3, hasta el blanco y negro, pasando por la atmósfera opresiva, la humedad, el frío del clima y de las luces, las sombras, las gaviotas, que dan peor rollo que si fueran buitres, la sordidez de muchas escenas, etc.
Ya en los primeros minutos vemos que la convivencia en aislamiento va a ser difícil. Nada más llegar, el viejo no tiene reparos en "comportarse como si estuviera solo", valga el eufemismo, en el mini-dormitorio compartido. Luego resulta que además es un negrero y un déspota. Pero aquí nadie se libra, todos tenemos nuestras cargas pasadas y pesadas. En fin, total, van a ser solo 4 semanas, un ciclo lunar, un mes de febrero...
Mas cuando el relevo no llega nunca, las raciones se van acabando y el alcohol y sus sucedáneos hacen estragos. A esto súmale las supersticiones, las pesadillas, las visiones y tenemos un cóctel explosivo que terminará sobrepasando cualquier límite razonable y desbordándose. Ya tras semejante debacle, para ponerle la guinda al pastel, nos despediremos con ese homenaje al sufrimiento eterno de Prometeo, una de las escenas a las que me refería antes, dignas de pasar a la historia. No sin quedarnos con cierta duda acerca de si ese toque sobrenatural existía realmente o provenía únicamente de las cabezas de los fareros.
Totalmente recomendable, pero cuidado si estás en un momento frágil.