Una historia realmente conmovedora llena de silencios, miradas y sentimientos. Es una película muy artística, con una fotografía preciosa y dos grandes interpretaciones, Presenta una historia de amor atormentado entre las protagonistas que resulta natural y espontánea, pero también me ha gustado el personaje de Sophie.

Me ha gustado mucho la relación que tiene la historia con el arte, le da mucha importancia a la pintura y a la música, y a veces es como un cuadro que no puedes dejar de mirar porque tiene fotogramas que dan ganas de pausar para observarlos,

No sé por qué Francia no la escogió para representarla en los Oscar, pero al menos sí tuvo presencia en los Globos de Oro.

'Retrato de una mujer en llamas' es una obra maestra irrepetible. Pocas son las veces en las que he sentido que se captaba de forma tan sincera la magnitud del amor entre dos personas. Estéticamente exquisita, rica en sonidos cotidianos -el fuego, las olas, el viento-, artística y metafórica, lo tiene todo. Por si fuera poco, nos encontramos a dos actrices en estado de gracia que consiguen crear este intenso y magnífico romance a través de las miradas, los pequeños gestos y una química natural.

Una obra maestra, del año, de la década, del siglo, de lo que quieran. Sciamma ha logrado algo milagroso. Vedla, es lo mejor que os puedo decir.

Una obra maestra ignorada en estos pasados Oscars y una de las mejores película de su década.

Con ella descubro a un pedazo de actriz como es Adele Haenel, que me sonaba muchísimo su cara, pero que no he visto nada suyo. A lo mejor es porque tiene un cierto parecido a Ingrid García-Jonsson.

De esas películas que cuando las ves te resultan perfectas en todos los apartados. Un gran guión que no deja nada al azar, desde una mirada en cierto momento en la que creemos algo y como mas adelante se plasma en pantalla en una maravillosa escena y muchas mas situaciones así, acompañado todo con una bella fotografía.

Muy agradecido a que pare la sequía de nueves en la que me encontraba.

Céline Sciamma nos trae una película que, más que una obra cinematográfica, es un cuadro viviente. Un cuadro con entidad propia, que se mece, sonríe, extiende sus alas y arde. ‘Retrato de una mujer en llamas’ pertenece a ese cine violento que sin mostrar ninguna situación brusca o extrema, provoca emociones virulentas en los espectadores. En más de una ocasión me sorprendió el desasosiego que me invadía, la rabia, la pasión, el amor, el odio. Todo en uno, como una especie de proceso catárquico que depura mi alma. Sí, puede que exagere, pero Adéle Haenel y Noémie Merlant me sumergen en su sensible atmósfera, en la intimidad de sus miradas y en la belleza del pincel que pinta y observa. Porque esta es una película en la que los ojos lo dicen todo.
Dos mujeres atrapadas en un tiempo en el que las palabras "amor" y "mujer" no iban de la mano, se unen bajo el prisma del fuego purificador, en una suerte de reinvención de la fábula de Orfeo y Eurídice, en la que la mirada es la auténtica brocha de tamaña historia. El amor al detalle y la sutileza brillan en cada plano, culminando en un final apoteósico en el que Vivaldi resuena como un trueno en medio del teatro, rompiendo la burbuja y desatando las emociones.
Las palabras se me quedan cortas frente al poder de las imágenes de Céline Sciamma, así que os recomiendo encarecidamente que la veáis, la sintáis y la disfrutéis con todos vuestros sentidos.