Redactada: 2025-11-29
Retrato de una mujer en llamas. Retrato de todos aquellos instantes, ahora perdidos en lo más profundo de la memoria, que no hacen sino evocar al lejano candor de un amor prohibido. De ese fuego interior, íntimo desde su condición de pacto irrevocable entre almas solitarias, que Céline Sciamma, haciendo las veces de directora y guionista, lograba filmar con la misma precisión de quien perfila un rápido esbozo a carboncillo, pero también con la equiparable ternura de quien teme que el más mínimo roce, como si cada línea albergase vida propia, pudiese difuminar sus trazos. Imágenes tan frágiles y a la vez tan persistentes como esos recuerdos que ya creíamos olvidados y que la cineasta francesa, haciendo gala de su habitual sensibilidad tras la cámara, utilizaba para acercarnos a la historia de Marianne y Héloïse, dos mujeres sujetas a destinos que otros escribieron por ellas y cuyo reprimido mundo interior, presentado inicialmente como un lienzo desnudo y falto de matices, irá adquiriendo intensos destellos de color hasta convertirse, con cada nuevo y pasional encuentro, en su particular limbo personal. En esa clase de lugar donde el tiempo parece detenerse como si el propio mundo, aunque fuese por un fugaz instante, existiera solo para ellas.

A lo largo de la película, Sciamma va construyendo un sutil diálogo entre cine y pintura; entre todo aquello que se puede plasmar de una forma puramente tangible y lo que, como toda concepción artística, acaba calando más allá de los sentidos. El retrato que Marianne intenta completar es, en cierto modo, una representación de esa misma dualidad; pero también una historia de autodescubrimiento mutuo donde ambas protagonistas, cada una esclava de sus propias circunstancias, aprenderán a ver el mundo de formas nunca antes imaginadas. Más colorido, más vivo y, en definitiva, más luminoso. Más como si esas playas de tonos casi impresionistas, bañadas por una magia similar a la que cubría los óleos del maestro Sorolla, no solo acogiesen toda la intensidad del deseo carnal, sino también la delicadeza de un romance condenado a florecer casi en silencio, de manera furtiva, bajo la desgarradora certeza de saberse abocado al secreto. Sobre ese escenario, Sciamma mueve la cámara con la suavidad de una caricia contenida, dejando que sea la electrizante química entre Noémie Merlant y Adèle Haenel, ambas maravillosas en sus papeles, la que vaya vertebrando una historia donde el amor, entendido siempre en su forma más pura y pasional, no hará sino revelarse como ese indescriptible acto de creación, tal y como se cuestionará la propia Héloïse, de quienes saben que están inventando algo que quizás, y por muy desgarrador que resulte, no pueda repetirse jamás.

Como en el mito de Orfeo y Eurídice que las protagonistas discuten, la película parece preguntarnos si amar es avanzar sin mirar atrás o si, por el contrario, la esencia del amor reside precisamente en el gesto de volverse y contemplar una vez más, aunque sepamos que ese instante nos condene a la pérdida, todo aquello que nos hizo sentir vivos de nuevo. Si, pese a todo, podremos regresar a ese territorio donde el pasado jamás se rompió y en el que las últimas miradas —quizás las más sinceras de todas— permanecen, como esa mujer en llamas del retrato, ardiendo para siempre.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Valoraciones en tu crítica:

Comentarios

PTG 111
Comentario de Sandris hace 3 semanas
Lo tuyo es una absoluta barbaridad, pingüino. Si la Sciamma te leyese, estoy segura de que se quedaría bien orgulloseta viendo que la poesía de su filme, se retroalimenta con la tuya (^•^).
PTG 111
Comentario de MrPenguin hace 3 semanas
@Sandris

Lo único que es una absoluta barbaridad es la película, que volví a verla ayer y me llegó a la patata tanto o más que la primera vez. Lo mío son solo letras arrejuntadas, pero mil gracias por tus palabras (˶ᵔ ᵕ ᵔ˶).
PTG 111
Comentario de El9Pasajero hace 3 semanas
Pero a vosotros que os dan de comer......
Aves del paraíso????
PTG 111
Comentario de MrPenguin hace 3 semanas
@El9Pasajero

Jajaja, me temo que mi religión me prohíbe comerme a otros pájaros :'D.
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