Habitualmente las buenas series en general arrancan muy fuerte y llegado un momento pierden fuelle en la una o dos últimas temporadas, e incluso desbarran. En este caso es justo al revés. La serie empieza tranquilamente, incluso con un punto de aburrimiento, y justo al final alcanza un clímax soberbio que la aúpa al nivel de las mejores.
Por supuesto, además de la dirección, el trabajo de los actores principales es la varita mágica para que así pase. Gabrielle Creevy está inmensa y sus padres y abuela la acompañan bien. Especial mención merece Jo Hartley, con un espectacular trabajo sobre la bipolaridad.
Es una pena que el el elenco estudiantil no esté a su altura. Quizás por falta de calidad o quizás por problemas de guión y dirección. Me decanto por esto último. En general las descripciones del instituto, sus circunstancias y su población me parecen artificiosas y chirriantes (quizás sea así el sistema inglés y su personalidad), tanto que creo que no aportan nada a la historia de la protagonista; solo desvían la atención.
Y aquí me parece que está el principal problema de esta serie. Son unos 300 minutos, pero le sobran fácilmente 100 o 150. O sea, que podría ser una excelente película de metraje largo y concentraría mucho más el argumento en la evolución del protagonista y su transición de los 16 a los 18 años. Lo que sí que tengo claro es que la guionista y directora sabe exponer la tensión emocional de los protagonistas, expresarlo con imágenes muy buenas y convencernos de los que cuenta. Lo que extrae de Bethan es simplemente maravilloso.
En resumen: Merece la pena verla para disfrutar (y sufrir) de la grandísima actuación de Gabrielle, aunque para ello haya que pasar por el peaje de los personajes que la rodean en el instituto.

Hay que reconocer la audacia que implica abordar los temas sexuales en el entorno adolescente. El riesgo a descalabrarse acecha en cada escena. Y sin embargo el trabajo de Laurie Nunn en esta serie es fantástico. Desde una óptica de estereotipo exagerado, trata diversas facetas del comportamiento sexual adolescente con un cariño, una sensibilidad y una intensidad, que desarman desde el primer momento. Si a esto le añadimos el contrapunto del sexo entre los adultos, mostrando las incongruencias y los comportamientos habitualmente asociados a los chavales, tenemos un crisol de sentimientos y pasiones fuera de lo normal.
El guión básico y los diversos directores logran sacar de los jóvenes intérpretes registros emocionales maravillosos. Consigue hacer evolucionar a los personajes desde apariencias duras y desagradables hasta la pura fragilidad sentimental y personal. En general todos los actores jóvenes están magistrales en sus papeles, ya sea por valores propios (sin duda) o por el trabajo excepcional de los directores. Creo que es justo destacar el rol de Eric (inmenso) y de Maeve (maravillosa) entre el resto de personajes, también fantásticos.
Como contrapunto, los adultos desde luego no están a la altura de los jóvenes, pero es evidente que en al argumento su papel es de contrapunto escénico y dramático.
Sin demérito de Alistair Petrie, creo que es justo resaltar el maravilloso personaje que crea Jim Howick. en cualquier caso todos están bien en general y siempre dos niveles por debajo de los jóvenes.
La serie tiene dos niveles argumentales: el personal, maravillosamente desarrollado y el circunstancial (decorados, entornos, fiestas, etc.) que descoloca bastante, sobre todo las "fiestas locas". En ese sentido la T4 pierde claramente el norte y el Cavendish College es un puro despropósito que condiciona todos los desarrollos personales. Y eso que en esa temporada hay que cerrar las historias y preparar el final. Realmente la T4 es un puro desastre. Si no fuera porque todavía nos depara momentos preciosos de los protagonistas, sería prescindible. Como ocurre con muchas series de renombre, las brillantes ideas de los guionistas con las que arrancan y desarrollan argumentos e historias personales, se van agotando y en vez de preparar un cierre al nivel del conjunto, intentan explotar al máximo el formato, aunque sea a costa de la propia esencia de la serie. Un pena.
En resumen: Es una serie muy recomendable aunque hay que abordarla con una mente muy abierta en lo sexual. En caso contrario puede resultar chocante o, incluso, desagradable. Pero sólo por disfrutar de las vidas personales de los jóvenes protagonistas, merece la pena.

La serie no es nada del otro mundo. Muy francesa. Muy tópìca. La eterna obsesión francesa de contraponer al "intelectual-listo" de la ciudad con el "palurdo-simple" del pueblo ("paysan") o de ciudad-pequeña-alejada-de-todo. Se ve que a los fraceses les hace mucha gracia el juego. Aquí, en España, desde los gloriosos tiempos de Paco Martínez Soria, ya estamos de vuelta.
Aparte de los chistes circunstanciales pueblerinos, el argumento de la serie tiene su punto de complejidad e interés. De hecho el autor lo desarrolla de una manera muy sofisticada (recuerda a "Seven") y el final es hasta interesante. Pero mete unos giros de guión tan forzados que se carga cualquier conexión con el espectador. Al final, la serie la sostienen los actores: Jean-Paul Rouve, en un registro atormentado muy interesante, Guillaume Gouix como el policía local "tonto" haciendo de contrapunto, Soliane Moisset, encantadora, atractiva y seductora, tanto que parece que está en otra película y India Hair, que desarrolla muy bien la evolución de su personaje según vamos conociendo hechos.
El resto no vale nada. Quizás se pueda salvar Féodor Atkine, pero es tan corta su intervención que no aporta nada. Y los monjes podrían ser algo, pero el director los desaprovecha. Como uno de ello dice , y tiene razón. Creo que hasta el guionista se ríe de sí mismo.
Las localizaciones son chocantes. Cuesta pensar que se trata de la Francia pegada a Suiza y en cada plano esperas ver algún actor nórdico... cuando no un reno.
En resumen: Buena intriga criminal mal desarrollada y peor aderezada con humor francés pueblerino. Sólo vale para entretenerse unas horas.

Seguramente para alguien que no disfrute con la montaña y sus deportes (y además odie a la Guardia Civil) esta serie es totalmente inadecuada.
Para los que amamos la montaña es una serie fascinante. Ver con todo detalle como se preparan y entrenan los profesionales de la Guardia Civil que nos pueden rescatar en un percance en cualquier escenario de montaña, es asombroso.
Entender el nivel de exigencia que los instructores aplican a los alumnos en todas y cada una de las técnicas de montaña ayuda a comprender nuestras carencias como montañeros.
Por otro lado, ver el lado humano de los alumnos guardias civiles que se enfrentan a las pruebas, y que a veces no las superan, demuestra el nivel de prejuicios que solemos manejar en la sociedad. Evidentemente, cualquiera que haya salvado la vida merced a la intervención de un equipo GREIM seguro que ha cambiado su opinión sobre la Guardia Civil.
Desde el punto de vista cinematográfico, creo que el documental está muy bien construido, con un equilibrio notable entre la parte humana y la espectacularidad de los escenarios y pruebas.
En resumen: Una serie muy recomendable para amantes de la montaña, tanto aficionados como profesionales y, de paso, una serie que desmonta muchos prejuicios sociales asentados, sobre la Guardia Civil.

Mezclar ciencia ficción seria con aventuras para adolescentes no suele funcionar. Tiene que haber un buen guión, unos buenos actores y un buen director para que cuaje la tortilla.
En este caso, la ambición especulativa del guión está clara y los medios técnicos son muy atractivos. Pero ahí acaba todo. La historia es para consumo de adolescentes con mucha testosterona y muy poco cerebro y los actores son infames.
Con esos mimbres mejor no perder el tiempo, que hay muchas series buenas esperando...

Una serie realmente interesante y bien construida.
Sobre la base de situaciones cotidianas entre padres e hijos, crea un catálogo de extremos que, jugando con una exageración calculada, hacen reflexionar sobre las relaciones con los hijos desde que nacen hasta que aparecen los nietos, y su influencia en la vida de pareja y, por extensión, en la vida de los familiares cercanos implicados.
La elección de distintas parejas de actores para interpretar la evolución vital de los hijos a lo largo de las temporadas, resulta chocante al principio, pero funciona, aunque chirríe que los adultos no cambien nada a lo largo del juego.
Me resulta muy interesante, también, que aparte de Freeman, el resto de actores (salvo alguna excepción) sean extrañamente "normales", incluso rayando lo "insulso". Pero eso es parte del acierto del diseño de la serie: visualizar "gente normal" enfrentándose a situaciones "normales" y reaccionando como cualquiera de nosotros lo haría. Pienso que cualquiera que sea padre de hijos mayores se sentirá representado por alguna o muchas de las situaciones (pese a la exageración de la serie) y podrá empatizar con los padres. Dejo a un lado el carácter irascible del padre, que Freeman borda y que genera muchas de las situaciones. Hasta su irascibilidad e "inseguridad" resultan "normales" y comprensibles para cualquiera.
Si los padres están geniales y los niños (en las tres edades) también, los abuelos están inmensos.
Además está llena de detalles geniales, ya sea frases o situaciones, que el guión resuelve siempre de manera cariñosa y entrañable.
Serie recomendable para padres experimentados, como ya he dicho, pero también para los futuros. O sea: para todo el mundo.

Interesantísima recreación de los primeros tiempos de Rodrigo Díaz de Vivar, antes de ser ni Campeador, ni Cid.
Producción esmerada en los detalles pero un poco lenta en el desarrollo. Aunque gran parte de la época y sucesos que relata no están documentados, y se sostienen en gran parte en la leyenda, el guión me ha parecido respetuoso y fidedigno con el carácter y personalidad de los personajes históricos descritos.
Todas las intrigas cortesanas (bueno, casi todas...) me parecen muy verosímiles y flojea un poco en las batallas; a excepción de la de Zamora. Quizás estamos acostumbrados a la recreación de batallas medievales con más medios técnicos, y eso se nota aquí.
Habría que detenerse en cada uno de los actores, pero, resumiendo, me parece que Jaime Lorente (pese a su timbre de voz) crea un Rodrigo muy convincente: guerrero astuto, leal y consciente de su posición social. Francisco Ortíz construye un Sancho II creíble en su dilema familiar; Echanove está inmenso (no podría ser de otra manera); Jaime Olías resulta un poco blando e infantil para esa época y, por último, Alicia Sanz está espléndida creando una Urraca brutal, taimada, rencorosa, inteligente, astuta y vengativa, ayudada por un guión contundente y milimétrico. Todas sus intervenciones son memorables. El resto del elenco cumple muy bien con sus personajes y con la época; en especial los árabes de Zaragoza.
Por lo que tengo entendido esta serie se ha discontinuado, supongo que por problemas de audiencia, crítica y/o presupuesto. Es una pena, porque en España adolecemos de recreaciones históricas bien construidas sobre todo ese período de tiempo de nuestra historia: desde el siglo VIII hasta el siglo XIII. Y además todo ese período fue tan turbulento, complicado y diverso, que daría para montones de guiones de dramatización histórica del más alto interés.
En resumen: Muy buena serie, que aporta una visión muy interesante de una época bastante desconocida de nuestra historia y que merecería (precisamente por la importancia histórica de Rodrigo Díaz de Vivar) una recreación del resto de su trayectoria vital.

Es una pena que no cerraran la serie con la muerte de Ragnar. A partir de ahí, todo es un despropósito. He aguantado pacientemente hasta terminar la 5T, pero han agotado mi paciencia. La acumulación de despropósitos, disparates, giros de guión absurdos y personajes y escenas patéticos, la hace intragable.
Así pues esta serie tiene dos tramos: uno, hasta la muerte de Ragnar, cuya valoración podría ser de 8, y un segundo tramo, absurdo y disparatado, que no valoraría más allá del 2. Y eso pese al espectáculo y algunos diálogos interesantes.
Centrándome en la primera parte, el carisma y personalidad de los protagonistas impregna todo, aunque me resultan discutibles algunos de ellos: Ragnar es potente, carismático, pero demasiado sobreactuado (visión del director, supongo) lo que, a mi juicio, le resta credibilidad. El contrapunto lo marca el rey Ecbert, fascinante en su sobriedad y en la seriedad de su interpretación. Floki es un puro disparate hasta que muere Ragnar, pero a partir de entonces transmuta en un personaje interesantísimo. Los personajes femeninos son disparatados, hasta que Lagertha empieza a demostrar algo. Bjorn oscila entre la buena interpretación y el disparate, de lo cual deduzco que los guionistas no han tenido claro el personaje. De Ivar, Rollo y los hermanos, mejor no hablar. Me dejo al monje Athelstan y al augur para lo último. El monje es un personaje muy interesante, pese a que Blagden no es un actor con demasiada personalidad, pero funciona. Y el augur o vidente es, simplemente magnífico. Con máscara y sin ojos transmite mucho más que la suma de varios de los otros actores.
En relación con la historia que cuenta (hasta la muerte de Ragnar, reitero), aunque la anuncian basada en las sagas vikingas, desde el primer capítulo deforma la realidad histórica conocida y la adapta a lo que los productores han pensado que vendería mejor: espectáculo, testosterona, salvajismo y fuego. La cantidad de incongruencias que empiezan a acumular se hace intragable en varias de las batallas representadas, donde, ni el armamento, ni las protecciones, ni las estrategias, ni la forma de luchar son coherentes con los siglos IX-X en la Europa del norte. Las licencias que se toman los guionistas para construir el espectáculo son alucinantes, llegando a su paroxismo con el asedio de París.
Bien, una vez abandonada la ilusión de ver un relato con fundamento histórico, nos queda el espectáculo, y por ahí la cosa funciona.
Así pues, merece la pena ver la serie hasta la muerte de Ragnar y después procede desconectar sin ningún remordimiento, a no ser que estés muy aburrido.

Realmente intragable. En los tiempos del Dr. Gannon y su Centro Médico, las historias del médico-abogado que está en todas partes y lo puede todo, tenían su gracia y eran aceptables. Después de House, ya no son de recibo.
Aunque esté basada en experiencias reales, el tratamiento cinematográfico es tan patético que convierte los dramas humanos en chistes malos.
Que los jefes de servicio vayan corriendo empujando una camilla en urgencias, que el director del centro este en todas partes (y obviamente en ninguna de forma útil), que sólo haya cinco protagonistas, todos ellos jefes de servicio, que están en todas las escenas, para alguien que trabaje en un hospital se le tiene que atragantar. O se muere de risa. Sólo falta que el director coja la fregona o se ponga a cambiar cuñas de los pacientes. Si a eso le añadimos continuos disparates médicos intolerables hoy en día (el pobre niño negro del balazo tiene una hemorragia en el bazo y el plano que sale ¡es del hígado!) nos encontramos ante un subproducto de entretenimiento, del género "hospitales" que como fotonovela podría funcionar, pero como serie "seria" resulta ofensivo.
¡Qué lejos queda del "Knick" o de "House"! y que pena da.