Partimos de unos hechos reales, de trascendencia nacional y sucedidos en 1920 en Inglaterra. Por lo que se intuye, la historia es tremenda, social y personalmente hablando, y las implicaciones sociológicas en los personajes que la protagonizaron son de enorme magnitud. Tanto la educación victoriana religioso-protestante-anglicana que induce el comportamiento de la protagonista, como todo el entramado de convenciones sociales que arruina la vida de la coprotagonista desembocan claramente en una tragedia.
Convertir esos hechos en una pseudocomedia surrealista es un alarde de temeridad que en manos de un guionista malo solo puede conducir al desastre. En consecuencia nos encontramos con un guión disparatado, mal construido, con una definición de personajes inverosímil (¡y eso que los originales eran reales!), unos giros de argumento completamente infantiles y una resolución anunciada (la historia pasada es el peor spoiler) tan absurda como mal contada.
A partir del error fundamental de no encontrar el registro dramático adecuado a una historia tan sorprendente como trágica, el desarrollo del guión es un puro disparate. Si además la definición de los personajes intenta construir una comedia donde no existe ninguna gracia, y lo hace mal, el desastre está garantizado.
Una comedia que te hace bostezar a mitad del desarrollo, desde luego no está bien concebida ni ejecutada.
Pero claro, hay gente lista que piensa: >, y no se da cuenta de que ni una ni otro pueden hacer milagros más allá de su portentosa interpretación. Es decir: cuando ellos están en escena, te atrapan, pero si dejen de estar, todo se cae. El resto del elenco oscila entre lo malo y lo patético, insípidos o exagerados (como Jessie Buckley) o, directamente prescindibles.
Pero claro si tenemos en cuenta que algunas y algunos de esos actores ha demostrado ya su valía, el despropósito no lleva directamente a la directora y al guión. Entre otras cosas resulta bochornoso que una película histórica de 1920 asigne de forma arbitraria actores negros e hindúes a roles que en aquella época serían impensables. Pero claro... las cuotas.
Resumiendo: Como comedia no merece la pena porque lo que cuenta no tiene maldita la gracia, y como tragedia histórica sociológica tampoco se puede ver, porque no va de eso. Y en medio personajes atormentados por el puritanismo que resultan patéticos. Vamos que Ibáñez lo hubiera hecho mejor con Mortadelo y Filemón.

Si no hay argumento, ni historia(s), ni puntos de giro, ni desenlace, pues es obvio que no estamos hablando de una película. Pero si está rodada con un cierto esmero, y las intérpretes expresan emociones con convicción, aunque no logremos entender de qué va la historia, pues podría parecer que hablamos de una película.
En esta contradicción se mueve Las chicas están bien. No hay argumento inteligible y los actores secundarios no se sabe qué pintan ahí (eso sí: la niña es encantadora). Únicamente las actrices principales nos deleitan con dos o coreografías muy intensas (y bien rodadas) y dos o tres monólogos desconectados del resto, que no dejan de ser ejercicios fatuos de interpretación de escuela de arte dramático.
Así pues, si haces elipsis de los tramos del metraje (que no película) hasta que llegan los numeritos corales, y te limitas a disfrutar de cinco espléndidas actrices trabajando sus personajes ante la cámara, pues merece la pena. En caso contrario: olvídate de este título.

Es increíble que quien hizo Alien pueda hacer tamaño bodrio. También hay que preguntarse qué hacen los solventes Waltz y Dafoe en este proyecto. Están simplemente patéticos. Del resto del reparto mejor ni hablar. En los antiguos western de serie B había más pundonor. Ellos se lo tomaban a guasa y nosotros nos lo pasábamos bien.
¿Se ríe Hill del género? ¿Se ríe de sí mismo? ¿Se ríe del espectador? Y si se basa en una historia real, ¿se puede maltratar de ese manera?
Me parece indigno que un director con este historial se preste a hacer semejante porquería de película. Ni aunque sea para hacer caja.
En resumen: no es mala película; es infame.

Dejando a ua lado las soberbias interpretaciones de De Niro y DiCaprio, la película es un tostón. Hasta la aparición del FBI en escena (creo que es en la última hora), la trama es lenta, enrevesada y sin ningún atractivo. El amor que Scorsese profesa por los Osage no nos penetra lo más mínimo. Todo lo que no sea la trayectoria personal de William Hale y Ernest Buckhart es anodino, reiterativo y sin mayor interés dramático. Incluso Lily Gladstone (Mollie Burkhart), de por sí triste de expresión, llega a un extremo de pasividad expresiva que deja helado.
Puesto que la problemática y cultura de los Osage resulta anodina, por lo menos la evolución de los dos personajes principales sí que resulta interesante. Resulta increíble que un tema recurrente en la historia de los EE. UU. como es el racismo salvaje y el expolio brutal de los indios aborígenes, con toda su crudeza, aparezca únicamente como telón de fondo de la historia personal. En es sentido, la interpretación del resto de actores por fuerza tiene que ser pobre y anodina.
Sorprende que el siempre insulso Jesse Plemons (Tom White, FBI) pueda sacarnos de la siesta de dos horas que llevábamos. Claro que el mérito no es de él, sino del giro de guión que se produce cuando empieza la persecución federal de los asesinos. Pero como ya solo queda una hora, pues el resto va de carrerilla.
Me resulta incomprensible el inserto de la ficción sonora que se monta al final y ya el colmo es la intervención del propio Scorsese. Supongo que quería quedar personalmente bien con sus amigos Osage. En fín, patético.
Me pregunto si Scorsese tenía guión y material rodado para veinte o treinta horas y tuvo que recortarlo para la exhibición. Quizás esto explicaría el despropósito de montaje y la desarticulación temporal de toda la historia.
En resumen: Si te sobran tres horas largas y quieres disfrutar de una evolución de personajes interesantísima (De Niro y Dicaprio) y prescindes del resto de la historia, ésta es tu película. Si no, ni lo intentes.

Espectáculo visual superlativo con una puesta en escena soberbia y unos efectos especiales de lujo. Pero cualquier comparación con "Charlie y la fábrica de chocolate" es pura coincidencia. Es más yo diría que el guión se olvida del fantástico humor ácido y la crítica social salvaje de Roald Dahl.
Empezando por un protagonista (Chalamet) blando, insustancial y sin amplitud de registro dramático, que es la antítesis del genial Johnny Depp, una iconografía espectacular pero condescendiente (al contrario de la rompedora de Tim Burton) y acabando por una música infame que prepara el terreno para ¡otro musical! del montón, nos encontramos ante una película entretenida pero olvidable.
Si excluimos al protagonista, el resto del reparto hace muy buen trabajo, en especial Hugh Grant (genial Oompa-Loompa), Olivia Colman (potente Mrs. Scrubbit) y Jim Carter (Abacus Crunch), siempre en un registro exagerado y convincente.
Es cierto que la película va de menos a más, lo que es inadmisible ya que arranca en plan musical y esa debería ser siempre una baza segura. Pues aquí fracasa. La última parte de la película se deja ver bien, pero a esas alturas ya nos hemos olvidado de Dahl.
En resumen: entretenimiento asegurado pero siempre que nos olvidemos de Burton y Dahl.

Es una película chocante. Creo que cuesta un poco conectar con la historia, sobre todo porque al principio es un poco lenta y descriptiva, pero poco a poco te va enganchando y al final caes rendido ante la propuesta. En ese sentido la escena final del desencuentro amoroso es, simplemente, genial.
Las descripciones del entorno de Nueva York son espectaculares, pero el director se recrea tanto en ellas que, por un momento, resultan pesadas. La animación y el detalle del dibujo son maravillosos y la gestualización de los protagonistas (animales y robots) es genial.
Al final es una historia de amor de corte clásico (entre animales y robots) ambientada en un entorno que, evidentemente, al director le conquistó en su momento. Creo que muchas de las escenas las podría firmar Woody Allen.
En resumen: Película de visión obligada y que, aunque resulte un poco lenta al comienzo, compensa con creces al final.

No basta con Janet Novás para hacer una buena película. Aunque ella esté espléndida e inspirada en un registro dramático-trágico, la película no vale nada.
No se puede construir una película de 100 minutos alrededor de dos o tres anécdotas, exprimiendo al límite soportable la duración de los planos y abusando de la descripción de escenarios rurales sin ninguna aportación dramática.
Bien está la primera escena del sufrimiento de la parturienta, pero con la mitad de la mitad de metraje sobraba. La directora se recrea en el dolor y en los lamentos y se olvida de contarnos nada.
Me ha parecido muy interesante la verbena rural y el espectáculo del mago. Galicia profunda que yo he podido conocer. Pero como la historia es tan endeble, a la directora se le acaban los argumentos en seguida.
Para colmo (quizás sea una errónea interpretación mía) nos cuentan que la protagonista abortó de joven (o niña) y creo que se adivina, por la cicatriz que tiene, que sufrió una operación seria, o sea, que no podría tener más hijos. Así que la sorpresa es monumental cuando se queda embarazada, y parece un recurso artificioso para añadir y cerrar la película con otra escena de sufrimiento en el parto.
Todo ello en planos infinitamente largos y escenas completamente anodinas. Creo que merece la pena compararla con "As bestas", aunque tampoco sea un película rural de mis favoritas.
En fin: prescindible.

Desde luego no es "Arrugas" ni "Chico & Rita", pero se deja ver.
Quizás le falte ritmo en la animación (podría se un problema de la copia que yo he visto), aunque quizás lo hayan hecho así a propósito. Los movimientos sincopados de mi versión, resultaban molestos.
Pero es innegable el esfuerzo desplegado en el guión y en la caracterización de personajes. Una trama de intriga (basada en hechos reales) mezclada con entrevistas en en estilo docudrama, y todo en ello en dibujos animados, es una alarde de creatividad notorio. El trabajo de Mariscal es fascinante (aunque meta a Cobi hasta en la sopa).
La historia en sí es sorprendente y cualquiera se podría imaginar a Jack Lemmon en "Missing".
Por supuesto, la música es maravillosa.
En resumen: Creo que merece la pena verla. Quizás cuesta "entrar" en ella al principio, pero luego te arrastra hasta el final. No es una obra maestra, pero es muy buena.

Sin duda Nolan es espectáculo. Y que maneja la ciencia ficción de maravilla, creando universos visuales increíbles y absorbentes. Pero en este caso, quizás porque lo que cuente es historia real, derrapa.
Los efectos visuales son potentes, pero no te arrastran a otra dimensión. Sólo son flashes sueltos y siempre sabes que estás en en la cabeza de Oppenheimer, por lo que puedes conectar, o no, con sus alucinaciones. Por utilizar una referencia, creo en "Una mente maravillosa" de Howard, las alucinaciones de Russell Crowe te metñian directamente en su mente. Aquí, no.
Cilian Murphy está soberbio y creo que gran parte del éxito de la cinta se debe a él. Bien custodiado por Matt Damon y Robert Downey Jr., todas las escenas en las que aparecen estos actores son muy potentes. Pero donde no están, todo se viene abajo.
La historia que cuenta la cinta (obviamente real) es impresionante, pero como el guión buscaba otro registro y otra tesis, lo tremendo se diluye en diálogos, escenas y argumentos fútiles, cuando no directamente incomprensibles.
Una vez más parece que los productores de EE. UU. se miran el ombligo y piensan que toda la humanidad tiene la obligación de conocer el funcionamiento de sus instituciones, legales o ilegales y paralegales. En este caso media película se desarrolla en salas de interrogatorio con comisiones legales o ilegales, cuyo funcionamiento y objetivos influyen obviamente en la vida de Oppenheimer, pero que para nosotros son incomprensibles. Si a eso le añadimos un montaje desaforado a base de saltos en el tiempo, creo que a la media hora de película ya no es posible encontrar el hilo lógico de la personalidad del físico. A partir de ahí, todo su histrionismo pierde vigor y coherencia ya que depende del momento histórico y personal que está viviendo en cada escena, como espectador, ya estás fuera de la historia.
Curiosamente (opinión subjetiva mía, claro) las mejores escenas son diálogos a dos, ya sea con Matt Damon (Enorme dentro de su simplicidad habitual) y Robert Downey. Es sorprendente que Emily Blunt funcione tan mal, cuando debería ser el contrapunto emocional del protagonista.
En resumen: Buen espectáculo, sobre todo lo relativo a la propia bomba, espectacular interpretación de Murphy, muy bien secundado por Damon y Downey, pero confusa en la evolución del personaje y, sobre todo, demasiado larga.