Creo que todos, en mayor o menor medida, nos hemos enfrentado en alguna ocasión a la ardua tarea de tener que limpiar nuestra casa y, en consecuencia, deshacernos de todo aquello que ya no necesitamos. Lo que una vez fueron valiosas pertenencias, elevadas casi a tesoros gracias a la nostalgia otorgada por el paso del tiempo, reducidas ahora a unas pocas bolsas de basura. Un proceso realmente duro que también deberá atravesar nuestra protagonista: Jean, una joven tailandesa que, tras pasar los tres últimos años en Suecia, regresa a casa con la idea de renovarla por completo de acuerdo a las enseñanzas de la filosofía minimalista; es decir, desprenderse de todo lo que no sea útil en el día a día. La dolorosa —aunque inevitable— necesidad de decir adiós al pasado materializada en una sencilla, desgarradora e íntima película tan distante en la frialdad que demuestran sus personajes, a menudo bastante estoicos en cuanto a sus emociones, como cercana en su forma de permitirnos conectar con ellos.

De hecho, ese aire de desapego que destila la protagonista a la hora de despojarse de sus posesiones, así como de las de su familia, puede provocarnos cierto rechazo de primeras, aunque, por suerte, no tardaremos en entender sus motivaciones y empatizar con ella. Al fin y al cabo, renunciar a un recuerdo no siempre tiene por qué ir ligado a la indiferencia, sino que puede obedecer a un mecanismo de defensa para esquivar todos esos eventos del ayer que todavía hoy, cuando ya creemos haberlos superado, nos siguen causando dolor. Lo que vendría a ser un clásico viaje de autodescubrimiento salpicado por todos esos sentimientos de culpa, inseguridad y desconsuelo que nos atenazan en el mismo instante en que hemos de enfrentarnos, casi como si fuera la primera vez, a los fantasmas de nuestro pasado. Introspectivo, pausado y atemporal retrato sobre la importancia —y la dificultad— de saber pasar página y superar —que no olvidar— el legado de todo lo que un día fue importante para nosotros. Feliz retrospectiva vital y próspero año pasado.

'Happy Old Year' se centra de forma incisiva en la dificultad de olvidar y superar el pasado que se revela como un auténtico obstáculo para avanzar en el presente. Este conflicto tan universal se materializa en un proceso de transformación minimalista que aporta originalidad. He sentido algo pesada la dirección, lo que ha convertido ese tono tan duro en algo demasiado cargante en algunos momentos. Brilla la actuación tan contenida pero sensible de Chutimon Chuengcharoensukying. Interesante propuesta que no me termina de cautivar pero vale la pena.