Debo admitir que solo empecé esta serie por lo bien que hablaba todo el mundo de ella, porque la verdad es que el fútbol no es lo mío. O sea, a ver, conozco lo básico, como que son once contra once, que si te zancadillean hay que hacer la croqueta lo máximo posible y que si el árbitro te saca una tarjeta no es para felicitarte el cumpleaños precisamente. Sé poco y aun así sé más que nuestro protagonista, Theodore «Ted» Lasso, un técnico de fútbol americano que, pese a su declarada ignorancia sobre lo que allí llaman «soccer», es contratado para entrenar a un equipo de la Premier League inglesa. Esa extraña decisión, si bien puede parecer absurda de primeras, tendrá su razón de ser y además supondrá la base sobre la que se cimentará todo el factor cómico y emocional de la serie. Y es que el bueno de Ted, optimista, ingenuo y cercano como pocos, no lo tendrá nada fácil en su aventura futbolística, pero no por ello dejará de predicar su peculiar filosofía ni de extenderla a todos aquellos que le rodean.

A priori, la clásica historia de superación deportiva, solo que enfocada desde un esperanzador prisma de luminosidad que, sin embargo, no tiene reparo en tocar temas bastante serios. Detrás de su contagiosa positividad y su incansable buen rollo, la serie también encuentra hueco para hablar de aspectos como el fracaso, la ansiedad o la presión, haciendo un especial hincapié en la importancia de la salud mental y en el poder de la empatía como herramienta básica en todo desarrollo personal. Y, si bien es cierto que a veces peca de ser demasiado buenista y de mostrar situaciones que jamás tendrían lugar en un equipo real de fútbol (o incluso en la propia vida), al final resulta complicado no dejarse llevar por su entrañable calidez, por sus geniales puntos de humor o por la tremenda humanidad que desprenden sus personajes y las lecciones vitales que todos ellos compartirán con nosotros. Porque, si algo me ha quedado claro viendo esta serie, es que 'Ted Lasso' nunca fue una ficción sobre fútbol, sino una realidad sobre las cosas que más importan en esta vida y sobre cómo nos enfrentamos a ellas.

Si necesitáis un rinconcito donde purificar el alma y calentar el corazón, no dudéis en darle una oportunidad a Ted y a su particular universo de juegos de palabras, chistes malos y mensajes motivacionales. Puede que no vayáis a recordarlo por sus enseñanzas sobre fútbol, pero sin duda os costará olvidar su inspiradora forma de ver el mundo. Hasta siempre, míster.

Cuando era pequeña, un día mi hermano me sentó con él en el sofá y procedió a explicarme lo que veíamos en pantalla: el fútbol. Hemos sido del Deportivo y del Barça desde que casi nos sorbíamos los mocos. Crecí viendo fútbol, tanto que en la Facultad los martes y miércoles de Champions se convertían en noches fantásticas con las amigas. Había desavenencias por los equipos claro, pero lo que nos importaba eran esos 90 minutos donde nos sentábamos en un bar a tomar unas cañas y comer aceitunas o patatillas, como si el mundo no existiese. Dice Dani Rojas, uno de los protagonistas de la serie, que "el fútbol es la vida", pero para mí el fútbol es la magia de no saber nunca lo que puede pasar, la aparición de los "milagros" para ofrecerte un buen (o mal rato) con tus amigos.
Diciendo esto, estaba claro que una serie como 'Ted Lasso' iba a gustarme, pero no esperaba que fuese a calarme tan hondo con sus mensajes de honor, apoyo, sacrificio y diversidad. Nos encontramos aquí con un entrenador de fútbol americano que se traslada a Londres para dirigir a un equipo de fútbol de baja categoría. Sin tener ni idea de cómo se juega este deporte, Ted con su positividad por bandera y su inseparable coach Beard, coge el toro por los cuernos. Al principio veía esa positividad demasiado tóxica, pero poco a poco y capa a capa, comienzas a ver que todos tenemos nuestros mecanismos de defensa y el de Ted es restarle importancia a todo.

A lo largo de estas tres temporadas, observaremos como el A.F.C. Richmond pasa por todas las etapas posibles, destacando gracias a un elenco de personajes tan brillante que pocas veces se podrá repetir. Desde un rumiante Roy Kent, al chulo Jamie Tartt, pasando por el comprometido Sam Obisanya, el leal Isaac, la alegría de Dani Rojas, el siempre imprevisible Nate, el curioso Higgins, el excéntrico coach Beard, la sabia y malhumorada Mae, la maravillosa Keeley y la boss bitch Rebecca. Asistiremos a partidos mágicos, buenos y mediocres, pero sobre todo asistiremos a un espectáculo diferente donde puedes ser lo que quieras ser porque tu equipo te apoyará. Algo totalmente utópico en nuestro fútbol masculino actual. Aquí se hablará de salud mental, de homosexualidad, de compromiso político, de traumas y sobre todo, de la vida. Porque fútbol son once tíos detrás de una pelota, pero detrás de esos tíos también hay una vida con sus luces y sus sombras. ¿Muchos gilipollas? Evidentemente, pero supongo que también habrá buenas personas que lo den todo por los demás. Ted nos conquistará a base de referencias a la cultura pop, la literatura, sus chistes malos y unos mensajes vitales que son la guinda del pastel.

"You know what the happiest animal on earth is? It's a goldfish. You know why? It's got a 10 second memory. Be a goldfish". Gracias Ted, yo ya era un goldfish de antes con mi pobre memoria, pero ahora lo seré conscientemente porque para vivir plenamente hay que dejar los fracasos atrás y CREER.

Cuando es el último día de presentación de candidaturas a los Emmys, pone fin una de las comedias que más ha dado de qué hablar y llevado a otro nivel a la plataforma de Apple con una serie que se ha convertido en su insignia durante sus 3 años que ha estado en emisión. Cuando dijeron que sería la última temporada no podía creerlo, pero me dio la oportunidad de disfrutarla y, a la vez, darme cuenta de que la serie termina en un momento en el que las historias se han cerrado haciendo justicia a cada uno de los personajes, y con el bueno de Ted demostrando que aun teniéndolo todo en Richmond, decide volver a Kansas porque sabe que ahí está lo que necesita, pero siempre será recordado.

Ted Lasso nos cuenta la historia de Theodore Lasso, un entrenador cuyos métodos de entrenamiento y su forma de llevar un equipo son poco ortodoxas, con humor, múltiples referencias a la cultura pop y mostrando una fachada de persona que se entrega totalmente por los demás. Pero siempre se esconde en eso para evitar hablar de lo que deja atrás y el motivo por el cuál se marchó de Kansas a Londres: dejó a su hijo con su mujer con la cuál se separó, traumas por el pasado que vive tras la muerte de su padre cuando era niño. Tomándoselo con humor y dejando que le resbale los comentarios que hacen hacia su persona, Ted decide mostrar esa faceta que le hace ganar adeptos y, sobre todo, cambia a cada una de las personas que están a su alrededor . Personajes como Rebecca, Roy, Nathan, Keeley o Tartt cambian gracias a Ted, y algunos eran tan testarudos que no podían soportarle. A veces, el gritar en lo profundo del bosque y pedir ayuda, es la mejor solución cuando estamos agobiados o no sabemos cómo seguir.

La serie, a pesar de ser comedia, tiene momentos en los que sus toques certeros son pequeños punzones que nos llegan al corazón y nos hacen pensar que esos momentos duros, pero a la vez esperanzadores nos permiten valorar la serie el título de comedia dura en algunos aspectos de forma diferente. El toque de Lassina (palabra que se usa para hablar de esta serie) siempre viene bien para azucarar la serie, pero somos personas que tenemos que enfrentarnos a múltiples facetas en la vida. Y eso es lo que Bill Lawrence, Ethan Hunt y Joe Kelly consiguen llevar en la serie de una forma certera. Todos nos merecemos una segunda oportunidad, desde los buenos hasta los testarudos y cabezones. Aunque en esta última temporada han querido analizar múltiples temas tengo la sensación de que en algunos de ellos, por el hecho de abarcar tanto, se han quedado en la superficie y por ello no consiguen elevar lo suficiente la nota de la serie. En cuanto al trabajo de los actores, Jason Sudeikis y Hannah Waddingham hacen un trabajo más que excepcional y permiten que la serie gane muchos enteros a la hora de valorarla como una gran serie, y además actores como Juno Temple o Brett Goldstein, quien para mí era un perfecto desconocido, consiguen dar la talla y merecerse otros premios.

Lo dije más de una vez, esta serie te hace mejor persona. Y consigue calentar el alma. Y no lo digo desde el punto de vista religioso, sino desde el punto de vista humano. La serie consigue acercarnos a los demás y nos permite empatizar con ellos, dando la posibilidad de hacernos mejor y cambiar. Y como decían en el final de la serie, cambiar no nos hace ser perfectos. Simplemente hacer pequeños gestos nos permite seguir adelante y madurar . Y creo que esta serie, con sus muchas virtudes, pero también algunos defectos, consigue colocarse como una de las series del momento. Dadle la oportunidad, os hará ver las cosas de otra manera. Y si no lo consigue, como bien dice el opening “But Heaven knows I tried.” Se despide esta serie por todo lo alto. Como todos nosotros, se merece una oportunidad