Crítica de Dark por gjulo

Redactada: 2023-02-05
Una cita de Albert Einstein, situada al principio del primer episodio de Dark, nos advierte de que "la distinción entre pasado, presente y futuro es una ilusión persistente". Unos segundos después, una voz en off añade otra capa: "Ayer, hoy y mañana no se suceden, están conectados.
Así que estamos avisados: el tiempo será uno de los protagonistas de los diez episodios de la primera temporada de esta serie alemana de Netflix. En el clima de misterio que se cierne sobre los primeros episodios, el tema de los viajes en el tiempo salta rápidamente a la vista. En primer lugar, los acontecimientos que suceden en 2019 parecen reproducir un patrón similar a otros que tuvieron lugar 33 años antes, en 1986. Helge Doppler, un anciano cuyo papel aumentará a lo largo de la temporada, no deja de repetirlo: todo vuelve a empezar exactamente igual que en el pasado.
Y a ese pasado es al que estamos abocados a ir, a partir del tercer episodio, que nos traslada a 1986. Y cuanto más avance la temporada, más se acelerará la alternancia entre pasado y presente y más se complicará el esquema cronológico de la serie. Las temporalidades se solaparán, entrelazarán e influirán mutuamente. El pasado influirá en el futuro (lo cual es perfectamente normal), pero el futuro también influirá en el pasado (lo cual parece mucho menos lógico).
Es en este laberinto de bucles temporales donde aparecen las paradojas cronológicas: un niño se encuentra más viejo que su propio padre, un hombre no envejece en 33 años, hasta llegar a esta frase que no se oye todos los días: "Puedo cambiar el curso del pasado".
Lo interesante de la serie Dark es que este juego de paradojas temporales alimenta una investigación policial. El guión, bastante inteligente, superpone las desapariciones de niños y los desórdenes cronológicos, aportando cada aspecto su propio conjunto de preguntas que alimentan el misterio ambiental. Cada vez que se aborda un aspecto del enigma, da lugar a una nueva serie de preguntas, de modo que el espectador tiene la impresión de avanzar en la historia sin adivinar el final.
Además, el ir y venir entre 1986 y 2019 da profundidad a los personajes. Comprendemos mejor los vínculos que los unen, los conflictos, los celos, etc. A lo largo de los episodios, va tomando forma toda una comunidad, con complejas relaciones entre sus habitantes. Winden parece cada vez más una pequeña ciudad aislada del resto del mundo, anclada en lo más profundo de su bosque y encerrada en su sistema de bucles temporales . Y a medida que avanzan los episodios, la tensión aumenta irremediablemente a medida que el público intuye que en el pueblo se está cociendo algo. Winden es una pequeña ciudad que parece abandonada por los dioses, perdida en medio de su bosque. Pero también es una ciudad que vive a la sombra de una central atómica. T ambién aquí comprendemos rápidamente la importancia de este edificio, cuyas altas chimeneas expulsan un humo amenazador. Sea cual sea el mal que corroe Winden, también afecta a la naturaleza: en unos pocos planos generales, descubrimos que secciones enteras del bosque están muertas, como envenenadas. Llueven pájaros muertos y un granjero descubre un campo entero de ovejas muertas. Además, y no es poco, cuando los personajes viajan en el tiempo , se encuentran en 1986, pocas semanas después del accidente de Chernóbil. Y cuando retrocedemos aún más en la línea temporal, es para volver a centrar la acción aún más en la central eléctrica. "La central eléctrica transformó Winden. Antes aquí no se veía así". La serie consigue establecer una comparación entre el envenenamiento nuclear y la decadencia moral de la ciudad. Esta primera temporada de Dark adopta voluntariamente un ritmo lento, pero es a través de él que la dirección consigue implantar una atmósfera tan malsana y espeluznante como misteriosa. El trabajo de la banda sonora también desempeña un papel importante en el clima, ya sea por la elección de las canciones o por las composiciones de Ben Frost, que inducen a la ansiedad. Se podría llegar a criticar al guión por extenderse demasiado al intentar abarcar demasiados terrenos a la vez: Shakespeare se mezcla con Nietzsche y Einstein, los agujeros de gusano se unen al Anticristo, la energía nuclear, el Eterno Retorno y un poco de esoterismo. Pero al final, el conjunto se mantiene bien unido y forma un todo coherente y emocionante.

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