Crítica de Alien, el octavo pasajero por Migatoyyo

La revisión de películas que sabemos obras maestras es uno de los grandes placeres que el cine nos puede ofrecer en estos días. Incluso, aunque la producción cinematográfica estuviera a pleno rendimiento y nos llegaran con normalidad las nuevas producciones, echar el freno con el cine actual y volver a disfrutar de películas hechas con otros medios y otras formas es un bálsamo para cualquier amante del cine.
Vivimos en una época en la que las películas se resuelven a través de la premisa "más de toto" (¿qué hay más divertido que un cojo tropezando? Dos cojos tropezando) y con efectos de ordenador y sonido; ritmos planos que son tan frenéticos desde el principio que cuando la historia necesita un acelerón de intensidad, el cuentakilómetros ya no da más de sí.
Por eso Alien es un prodigio narrativo; la película se plantea en un increscendo fabuloso en el que se cuida cada detalle de la escenografía, vemos como la que será nuestra protagonista tiene un rol mas desapercibido en el primer tercio de la historia y cómo va ganando protagonismo conforme la trama se desarrolla. Los personajes tienen tiempo para que los conozcamos, siete, un número abarcable en un espacio cerrado que, desde el principio tiene un aspecto casi orgánico (por algo llaman "madre" la "inteligencia artificial" que controla la nave) con unos pasillos que parecen intestinos. Así, cuando la trama va sumando intensidad estamos totalmente dentro de la narración y caemos en sus trucos, que los tiene, de distracción y nos sobresaltamos con cada aparición del Alien.
Por todo ello y muchas más cosas que sería muy largo de señalar, estamos ante una película inmejorable que todo amante del cine debería disfrutar/sufrir más de una vez en su vida.