Aunque coincideremos en que la trama es simple y el desarrollo un tanto atropellado, Sevillanas de Brooklyn es un muy digna comedia que, con no poca frescura y unos cuantso gags brillantes, consigue hacer pasar un rato muy divertido al espectador a base de picaresca, cierta crítica social y un humor bastante limpio, lo que ya es bastante entre comedias casposas y productos hechos con la maquina de franquiciar.
No esperes ver una versión castiza de Parásitos, pero hay cierto reflejo, al igual que en la cinta coreana, de reflejar las peripecias de la clase trabajadora para salir adelante, si bien está es más divertida y no pretende para nada llevarnos a ninguna profunda reflexión. Si este fuera el nivel medio de las comedias que llegan a nuestra pantallas, estaríamos salvados.

Desde hace tiempo me planteo la perdurabilidad de las artes en el mundo en el que vivimos. Todo el mundo valora una estatua renacentista o un cuadro impresionista y, aunque no todos los públicos estén hechos para los museos, lo cierto es que los más emblemáticos están siempre llenos y la gente los visita aunque sea por obligación.
Con la literatura ocurre otro tanto; cuesta leer a los clásicos, en ocasiones por los cambios en el lenguaje. Quien se enfrenta a una obra del siglo de Oro lo hace en más ocasiones por cultura que por disfrute. Pero también se hace extraño ver a gente leyendo obras del XiX por ejemplo.
En esta disertación ¿qué lugar ocupa el cine? La mayoría del espectador se deja llevar por la inmediatez y una película de más de 10 años adquiere el calificativo de "vieja" con mucha frecuencia. Se consume el estreno, la novedad, casi independientemente de su calidad y se rechazan películas anteriores por sus desfases técnicos, por su lenguaje cinematofráfico, siempre acorde a la época en la que se rodo y, en último térmno, por las corrientes morales que reflejan la sociedad del momento y que muchas veces supone un distanciamiento para el espectador actual.
Entonces ¿podemos denominar arte a algo que queda sometido al valor de la actualidad? Para el cinéfilo curioso, recuperar filmes de otra época se convierte en un placer, no exento de la necesidad de contextualizar el filme.
Ver Frankenstein o cualquiera de las películas de la Universal, que en los años 30 del pasado siglo aterrorizaron a toda una generación, supone asumir que se va a ver un filme de terror que no nos va a dar miedo, por lo que "no vamos a ver el mismo filme que vieron nuestros antepasados hace 100 años". Sin embargo, con todos esos matices y condicionantes, Frankenstein sigue siendo una película impresioannte en no pocos aspectos. La escenografía, pese a las limitaciones tecnológicas (que no técnicas) es abrumadora; deudora como todos aquellos filmes del expresionismo alemán, donde el blanco y negro y sus sombras jugaban un papel determinante, las escenas en las que se da vida al monstruo no resultan en absoluto ridículas, sino al contrario, tienen todo lo que necesitan y si las filmaramos hoy no necesitaríamos nada más que reproducirlas tal cual para lograr el efecto deseado. Así pues, nos encontramos ante una película visualmente espléndida, que no ha envejecido como se podría esperar de ella, sino que aún nos ofrece un buen puñado de imágenes icónicas, como la primera aparición del mostruo, la escena del lago o el desenlace en el molino.
Donde realmente se nota el envejecimiento del filme es en el retrato psicológico de los personajes pues por encima de los efectos especiales, donde más ha evolucionado el cine es en su capacidad para crear personajes mas complejos y ricos en matices.
No obstante, en la medida en que recuperamos el visionado de estos filmes seremos capaces de otorgar al cine una tegoría de arte y ya solo por ello merece la pena recomendarlos a las nuevas generaciones.

Dejadme quitarme las gafas de pasta que son para ver de lejos... la película me ha encantado. Drama con tintes de teatro clásico (la presencia de la profetisa me recuerda a las tragedias griegas) con unas excelentes interpretaciones y preciosista fotografía.
Al parecer, según muchos críticos, existe una simbología tras los personajes que remite a la guerra civil irlandesa, que aparece de fondo en la historia de la película, pero, sinceramente, esa lectura se me escapa. En un nivel del lectura más inmediato la película presenta dos personajes que en ningún momento se odialn, simplemente se genera un conflicto entre ellos. Puedes entender a ambos, Colm siente que la vida se le escapa y que necesita cambiar sus rutinas para hacer algo más provechoso que le permita dejar un legado, Padriac, más sencillo en sus planteamnientos, no entiende porque es rechazado y cree en la bondad como forma de vida y relación. y no es fácil posicionarte en un lado u otro, cosa que no ocurre con otros personajes secundarios como el policía o la tendera.
Sin embargo la incomprensión va ganando espacio y desencadena el drama, cada vez los dos personajes entienden menos a su ex-amigo. Cada vez las personas que los rodean también los comprenden menos. Sobre todo Padriac experimenta una transformación en su forma de ser que lo lleva a un lado rencoroso y oscuro de su personalidad que ni él mismo conocía.
Conforme la trama se desarrolla, me iba ganando una sensación de seasosiego; dos personas que me caen bien entran en una espiral de irracionalidad que solo provoca tristeza; la película consigue que deje de ser un mero espectador y forme parte de ella, mi pesar se convierte en un personaje más de la tragedia.
Las conclusiones, el resultante del proceso de reflexión que la película origina, considero que deben ser personales y cada cual, si consigue entrar en la trama planteada, sacará una enseñana. Solo diré que no me he aburrido en ningún momento y que en las caminatas de Padriac por los prados de Inisherin hay más violencia y tensión que en todas las películas de la saga fast and furious, pero no me cortaré ningún dedo por nadie que diga lo contrario.

A veces el cuerpo se pone sandunguero y pide ver serie B, no sé, como que algo cambia en nuestro interior y pide ver a Jason Scott Lee caminando a cámara lenta y batallando con su parálisis facial mientras Roy Scheider aparece en flashbacks justos para pedir el cheque. Debe ser un virus o una mordedura de murciélago cachondo el que nos lleva a que, de toda la oferta que nos rodea en las variadas plataformas, acabe uno frente a Dracula II, que es II como pudo ser XXXVII.
Entonces, si nos hemos dejado llevar y hemos continuado viendo el filme de Patrick Lussier pese a ese sonrojante inicio que no esconde nada de lo ridículo que vamos a ver después, ¿qué vamos a criticar? ¿Qué es mala? Si, tanto como pensábamos ¿Ridícula? Sin duda ¿Absurda? Hasta decir basta. ¿Qué hay tercera parte? Pues a verla.

Si hay un tipo de película que envejece con dificultad ese es el drama moral. La moral es un concepto que evoluciona con tal rapidez que en un mismo momento conviven las morales de las distintas generaciones vivas, entrando habitualmente en conflicto. Así hoy la moral de nuestros padres y abuelos tiene poco que ver con la de nuestros hijos aunque se vean obligadas a convivir; eso es algo que vemos en nuestro dia a día, en foros públicos y privados.
Así cuando una película hecha en 1962 hace referencia a hechos situados en lso años 30, ya hay un conflicto entre la moralidad de los personajes que recoje y la del público que va a ver ese filme y, por tanto, para el que está hecho. Si esa misma película la vemos 50 años después, es mucho más dificil comprender y empatizar con conflictos y con comportamientos.
Así, muchos de los conflictos que plantea el filme hoy están superados y el tratamiento, el drama profundo que suscita, ya no es tal, al menos para una parte de la poblacíon, igual para nuestros abuelos, que aun forman parte de esta sociedad si lo es. Con todo ello quiero decir, que resulta un poco dificil entrar en la historia y que hay que hacer un ejercicio de comprensión para encontrar simpatías en los comportamientos de los personajes, incluso de los buenos.
Pero lo que es indudable es que La gata negra cuenta con un reparto, sobre todo el femenino, impresionate que es capaz de hacer convincente su papel incluso en las más complicadas circunstancias y que el director sabe cómo contar una historia. Si a eso le añadimos una estupenda fotografía en blanco y negro, con unos encuadres que hacen que se me caiga la baba por momentos, no se puede negar de que el resultado es ciertamente estimulante.
Así pues, drama recomendable, pese a su handicup de moralina que hoy está bastante superado.

Pues las novedades que ofrece Missing ya las hemos visto, ergo no hay novedades. Así que, como dirían los chiscos de Grease: "Tell me more". Y no me cuentan demasiado más.
La película parte de una narrativa que podríamos llamar 3.0 en la que la acción no se muestra desde la vida real, sino desde la pantalla de un ordenador. Como decía al principio del comentario, eso ya lo hemos visto. En Missing, además, hay escenas que no se justifica que ocurran reflejadas en ese ordenador, por lo que la credibilidad narrativa queda en evidencia.
Como thriller, puede cumplir; unos cuantos giros imprevisibles (sobre todo en la primera mitad del filme) y un final más esperable de lo que seguramente el director tenía previsto. Si una mujer, que te han presentado como modélica, cambia de identidad... ¿a qué se puede deber? pues en efecto, ahí ya has descubierto la trama.
Por lo demás, la película resulta entretenida, pero va muy justa para amortizar el precio de una entrada.

Seguramente, detrás de la vida de toda persona que haya hecho algo relevante hay una historia atractiva para contar si se hace de la forma adecuada. La vida del doctor Ben Carson, sin duda, cumple con esos parámetros y su epopeya vital permite dar pinceladas en muchos temas relevantes que se van dejando ver en el filme sin recurrir a demasiadas sutilezas. Así, la película peca de tomar los caminos más evidentes y tópicos, pero que siguen funcionando tan bien como el chiste de "mistetas" en un aula de segurndo de primaria. Los minutos transcurren veloces, sin complicaciones, con emociones y con el ritmo de lo que toda la vida se ha llamado un telefilm y cuando llegas al final recibes el premio de los estperados cartelitos que te completan la historia "fulanito consiguió..." y que te hacen sentir que el mundo es más chuli de lo que Haneke te dice.
Entre medias, el filme acusa cierta desconexión entre las escenas, con elipsis temporales demasiado largas y que invitan a preguntarse como pasó el protagonista de esa situación a la siguiente. Pero tampoco está uno para muchas exigencias si a los tres minutos el director consigue que tengas que recurrir al pañuelo para limpiarte la lagrimita.
Así pues, "feelgood movie" que no por convencional deja de tener su interés.

De primeras te diré que la película se ve perjudicada por la entrega guerra entre el director y el destribuidor que decide dar un título comercial ("la maldición de...) y tramposo a una película que de comercial tiene poco y que es un film un tanto hermético y de atmósfera enfermiza para púbicos que no recuerdan la última vez que comieron palomitas viendo una película.
Por otro lado, me gustaría destacar la importancia que tiene el ritmo en una película y, en general, en cualquier tipo de narración para conseguir un resultado adecuado, cualquiera que sea la historia a contar. "Il nido", título mucho más adecuado para lo que la película nos ofrece, basa buena parte de su efectividad en el modo espaciado en el que va dosificando sus claves, dejando siempre incógnitas por descubrir hasta el final que, si no has estado medianamente atento, puede parecerte que surge de la nada. Sin embargo, esa intención por no excederse en los indicios, por intentar jugar con el espectádor en un engaño lícito, hace que la película detenga su tempo en demasiados momentos, que la narración parezca no avanzar y se vuelva por momentos irrelevante, sacando de la historia a más de uno. Cuando la película se puede explicar en una sola frase o estamos ante una genialidad, en la menor parte de los casos, o estamos ante una simpleza que también podría haber sido contada en 10 minutos. El filme de Roberto de Feo está más cerca de los segundo que de lo primero, si bien su cuidada escenografía, algunos personajes atractivos y el tema del despertar sexual de la adolescencia le sirver para vestir un argumento que queda un tanto ligero.
Si te gusta el terror convencional, Il nido no es tu película y solo se la recomiendo a amantes del género pacientes y que sean capaces de disfrutar con el artificioso revestimiento del filme.

¿Qué le pido a una película? Una de estas tres cosas: que me entretenga, que me emocione o que me lleve a la reflexión. Cuando cumple las tres es la hostia, cuando cumple dos me quedo francamente satisfecho, cuando cumple una pues vale, doy por bien empleado el tiempo (y/o dinero) invertido y cuando no cumple ninguna empiezo críticas como ésta.
¿Por qué los extraños no cumple con ninguna de las tres? No es una película entretenida; ni la madre de Nathaniel Martello-White (suponiendo que no sea como la del film, en cuyo caso no habrá visto la película) podría sostener tal afirmación. Como película de terror con cualquier adjetivo (¿piscológico? ¿social?) se queda lejos de conseguir el propósito de inquietar y, por tanto, divertir. La emoción, que pudo ser un componente importante en el planteamiento de la película, no ha conseguido ganarme; apunta peor no define, había mucho más conflicto por narrar en os personajes y solo en alguna escena aislada se muestra la punta de ese iceberg (la relación de la madre con los primeros hijos y el momento de darles el sobre tal vez sea la mejor escena). En cuanto a la reflexión, el final me deja frío y supone más una ruptura del climax que una solución al conflicto planteado. solo se podría justificar con el viejo refrán: "quién nace lechón muere cochino" pero desvirtua completamente el conflicto emocinal de la madre y la convierte en un arquetipo sin más del egoísmo . Del mismo modo, tampoco está justificada la reacción de los hijos v olcando su venganza a discreción contra los que, lejos de ser complices son simples testigos de su situación. Podria ser una reacción creíble en el mundo en el que vvimos, las personas somos irracionales más veces de las que nos gusta reconocer, pero que los personajes tomen ese camino destruye cualquier posibilidad de reflexión sobre el abandono, el dolor, etc.
Demasiada crítica para un film menor con más aspiraciones que resultados.