Una historia, pero también una búsqueda, que le persigue cuando sigue viendo sus sombras acechando a las puertas de su reinado, el niño que huye, impotente ante la imagen de un Reino que es cortado con una mano que no flaquea, dejándole una soledad llena de rabia, un exilio por tierras sin trono, y viajes a tierras lejanas, que invade y masacra con brutalidad animal, dejando tras de sí sólo paisajes sin tierra, donde nada crece, con la esperanza de ir a buscar un día el camino que aclame de nuevo su nombre, su gloria y su honor, el de vengar la muerte de su padre, el rey Hornwendil (Ethan Hawks), Salva a su madre, la reina Gudrun (Nicole Kidman), de un verdugo llamado Flölnir (Claes Bang), hermano del rey, y se dispone a agudizar su ira, al son del metal y gruñendo cada vez más fuerte, para convertirse en Amleth (Alexandre Skarsgard), ese guerrero sediento de sangre, en su epopeya vikinga, un corazón que se alimenta de furia y sangre, una fuerza que huye de su vida, que solo deja muerte a su paso, en este teatro de belleza salvaje, acompañado en toda esta barbarie por una cultura ligeramente mística, de poder sobrenatural, con un mensaje ciego que viene del más allá, recordándole el camino que debe tomar, su destino ineludible. El hombre del Norte se inspira en su historia en los grandes temas del Hamlet de Shakespeare, un viaje aquí basado en la leyenda escandinava de Amleth, en una época medieval, que nos ofrece un espectáculo feroz e impactante, grabado en hierro y sangre, cuya brutalidad aúlla como un lobo en la noche, con toda la grandeza de un período histórico clásico, y el peso dramático de una fábula legendaria, seguida de un reparto de talento, y, sin embargo, a pesar de todas estas cualidades aparentes, filmada con una estética compleja y detallada, Robert Eggers, el director, nunca llega a alcanzar la dimensión de una gran película, su argumento un poco demasiado básico, a veces mediocre, La sensación de una simple historia de venganza, bastante literal, con poco espacio para la interpretación, para el desarrollo de los personajes, todos estos matices, este toque un poco más personal, y menos hollywoodiense, que podría habernos transportado a estas montañas y a esta mitología nórdica, nos abandona al final, la película hay que verla como tal, sin más expectativas según yo, dependiendo de las aspiraciones de cada uno, por mi parte, un poco decepcionada. 2h17 de una insípida, violenta, brutal y sangrienta historia de venganza, donde el guion está lleno de escenas inútiles y el final es de lo más absurdo.

¿Pero esto no lo he visto yo ya con un jabalí y un suricato? Perdón, ya en serio. No había leído la sinopsis, pero en cuanto ha empezado la película he sabido por dónde iban a ir los tiros, y es que la historia de traición, muerte y venganza es archiconocida.

Pero en este caso no tenemos príncipes de Dinamarca ni leones por la sabana, sino vikingos reventando cabezas sin escatimar en nada. En algunos momentos recuerda a las tragedias clásicas, pausada y reflexiva, aunque sin tanta floritura, pero en otros nos recuerda que es una película de vikingos, con violencia y sangre y escenas bastante explícitas.

Visualmente es una gozada, esos momentos oníricos, los contrastes de luz, el fuego, la sangre... Está todo muy cuidado y cuesta apartar los ojos de la pantalla, llena por cierto de un gran reparto, aunque en mi opinión algo desaprovechado.

Me ha gustado, pero no es de las que vería unas cuantas veces, y menos próximamente.

Tras situarse como uno de los grandes nombres del cine de terror contemporáneo con 'La bruja' y 'El faro', Robert Eggers ha decidido alejarse de sus dos primeros trabajos para traernos 'The Northman', una violenta epopeya vikinga envuelta en un oscuro halo de misticismo, rituales paganos y mitología nórdica. Pese al cambio de tono, Eggers vuelve a encontrar inspiración en el folclore europeo para escribir su relato, centrándose en esta ocasión en la Leyenda de Amleth —en la que también se basó Shakespeare para su 'Hamlet'— y construyendo así una clásica historia de muerte y venganza, de honor y lealtad y de destinos y fatalidades. No encontraremos sin embargo esos diálogos profundos ni ese componente más psicológico que marcaban la obra del dramaturgo inglés, aunque a cambio hay hueco para ciertos pasajes oníricos que contraponen su carácter contemplativo a la lluvia de sangre que salpica los momentos más salvajes del film.

Las convincentes interpretaciones, junto con una impecable fotografía y una envolvente banda sonora, ayudan a crear la ambientación perfecta para una película rodada con un enorme respeto por las costumbres y tradiciones del pueblo vikingo, del que Eggers no solo rescata esa visión superficial sobre su placer por la batalla, sino también su ancestral conexión tanto con la naturaleza como con aquello que se escapa de ella para adentrarse en el terreno de lo puramente sobrenatural. Curiosa simbiosis de elementos que colocan a 'The Northman' a medio camino entre el blockbuster más espectacular y el cine de autor más personal, convirtiéndola en una cruenta y poética épica vikinga sobre los inciertos designios de la venganza capaz de llevarnos, de una manera nunca vista, ante las mismísimas puertas del Helheim y el Valhalla.

Adaptación de la leyenda nórdica de Amleth, que también sirvió a Shakespeare como inspiración para 'Hamlet' (hasta los nombres se parecen). Robert Eggers utiliza la historia de venganzas familiares para hablar de la cultura vikinga y de sus tradiciones de una forma cruda, con batallas realistas y sangrientas.

La ambientación, la fotografía y la música son impresionantes. También son un buen apoyo un elenco impresionante para unos personajes que no son ni buenos ni malos, porque ***contenido con spoilers***

Es una historia predecible porque 'Hamlet' es una obra universal, y aun así es una película que disfrutado mucho, en gran parte por la ambientación y el folclore nórdico presente.