
Johnny Depp
Willy Wonka
Charlie Bucket (Freddie Highmore), un niño muy bueno de una familia muy pobre, gana un concurso, junto a otros cuatro niños de diferentes partes del mundo, para disfrutar de una visita durante todo un día a la gigantesca fábrica de chocolate dirigida por el excéntrico Willy Wonka (Johnny Depp) y su equipo de Oompa-Loompas. La fábrica se parece a un mundo fantástico y mágico lleno de diferentes sabores, todos muy dulces.
El irresistible aroma a dulces se respira a cada instante, pero cualquiera que haya leído 'Charlie y la fábrica de chocolate' sabe que, bajo todas sus capas de azúcar, siempre se ha escondido una ligera pizca de amargor. Algo oscuro y siniestro, inquietante incluso, que envuelve toda la historia y que el propio Roald Dahl, autor de la ya célebre novela, siempre echó de menos en la adaptación cinematográfica de 1971. No es raro, por tanto, que muchos prefieran la versión que aquí nos ocupa, la 'Charlie y la fábrica de chocolate' de Tim Burton, un acercamiento mucho más fiel al libro original donde el estilo del director, siempre tan fantasioso como tétrico, encajaba a la perfección con el mágico universo de Willy Wonka y su peculiar negocio de confitería industrial. El papel del excéntrico chocolatero recaía además en manos del actor fetiche de Burton, un no menos excéntrico Johnny Depp que otorga nuevos matices a un personaje que, a diferencia del libro, cuenta aquí con un trasfondo mucho mayor.
El resto de la historia, consistente en cinco niños —cuatro de ellos altamente abofeteables— que ganan una visita a la legendaria fábrica, se mantiene más o menos igual en ambas versiones, solo que salpicada en esta ocasión con cierto tinte malvado. Willy Wonka, adquiriendo un rol casi cercano al de diablo tentador, no solo mostrará a los niños los llamativos —y, a ratos, psicotrópicos— entresijos de la fábrica, sino que también los conducirá a través de sus propios vía crucis de pecados infantiles. Se aprecia un marcado tono de moraleja que Burton, apoyado en un vistoso diseño de producción, convierte en una entrañable fábula cargada de valores, enseñanzas y alguna que otra pullita para todos esos padres que malcrían a sus hijos hasta convertirlos en tocapelotas profesionales. Los numeritos bailongos de los Oompa-Loompa alimentarán mis peores pesadillas durante días, pero, aun con todo, creo que estamos ante esa clase de películas que te llevan de nuevo a la infancia y, como el propio título indica, te hacen sentir como si estuvieras en una fábrica de golosinas.
La mítica película de Tim Burton con su actor fetiche Johnny Depp, Charlie y la fábrica de chocolate nos lleva a un mundo de fantasía pero siempre con los toques típicos del director, donde los siniestro y la parte más oscura siempre están presentes, con sus personajes histriónicos.
Charlie y la fábrica de chocolate tal como nos lo presentan se puede relacionar totalmente a un cuento navideño por eso de los dulces y visitar una fábrica de dulces (fantasía de todo niño), con ese toque de bondad del pobre Charlie ante una vida nada fácil.
Un largometraje familiar donde cada detalle no deja indiferente a nadie con pegadizos números musicales, buena ambientación y llamativos decorados. Y como siempre con una gran actuación para este personaje en concreto de Wonka de Johnny Depp. Está claro que este actor es el ideal para los personajes que nos presenta el director Tim Burton en estos mundos raros, peculiares y siniestros.
Pues el espectador disfrutará de los rincones de esta curiosa fábrica de dulces donde de forma bastante sutil nos dará la moraleja de cada uno de los pecados de los niños, en definitiva, película muy familiar.
La magia visual de Tim Burton está en pleno apogeo, con escenarios que parecen salidos de un sueño bizarro y una fábrica que se siente como un personaje en sí misma. La actuación de Freddie Highmore como Charlie es entrañable; el chico tiene una habilidad única para hacerte empatizar con su personaje desde el primer momento. El abuelo Joe, interpretado por David Kelly, aporta un toque de humor y ternura que equilibra bien el tono de la película.
Sin embargo, el Willy Wonka de Johnny Depp es otra historia. Es un personaje tan incómodo y extraño que te deja una sensación de rareza más que de misterio o carisma. Aunque su interpretación no arruina la película, sí que resulta un choque raro con el resto del tono.
El diseño de producción, eso sí, es de otro nivel: una verdadera explosión de imaginación. Los Oompa Loompas son inquietantemente graciosos, y los números musicales, aunque algo excéntricos, añaden un toque especial. Pero a pesar de todo, la película es una experiencia visual que vale la pena, aunque queda un poco deslucida por la actuación de Depp.
Una grandísima película con una pedazo de actuación de Jhonny Deep. La dirección de Tim Burton tampoco deja nada que desear.
De lo mejorcito que hay. Y aunque pasen los años sigues viéndola y te enganchas a la primera!!!!
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