Parecía que iba a tener más acción, o algo de acción, porque tampoco es que tenga mucha, la verdad, es lenta hasta decir basta y se termina haciendo bola.

Durante largos y largos minutos no pasa absolutamente nada, mucha charla, muchos intentos de Ryan Reynolds, que también se me hace bola ya, de resultar gracioso y a la vez tener momentos emotivos o serios que tampoco te llegas a creer y nada más. Todo está concentrado en el final y tampoco es que sea para tanto.

Al final creo que lo que menos importa es qué era el proyecto o qué es lo que pasa en realidad, porque además en cuanto la terminas la olvidas por completo y has perdido una hora y tres cuartos de tu vida en una película con muchos nombres que no sé cómo se han prestado a ella.

Una grata sorpresa para lo que me esperaba.

Sin duda alguna, nos encontramos con un reparto de lujo y con el característico humor de Ryan Reynolds que puede transformar una película pesada en ligera. Sin embargo, la historia flojea por todos lados con típicas situaciones que ya hemos visto en otras filmaciones de este género.

Los efectos especiales están al nivel de cualquier película que vayamos a ver en la gran pantalla, por ello, no terminamos de apreciar cada uno de los efectos como deberíamos. Todo eso sin contar la destrucción de ideas que tenemos sobre los viajes en el tiempo que ha sido barajadas por un sinfín de posibilidades a pesar de poder “romper” el universo.

Tras tanta tontería que os acabo de soltar os la voy a resumir en unas pocas palabras: La podéis ver sin miedo a sufrir cualquier enfermedad rara. Se deja ver e incluso nos entretiene como buen “blockbuster”.

En un mundo de 2050 en el que los viajes en el tiempo se han hecho realidad, Adam roba una nave espacial para regresar al pasado y frustrar una terrible conspiración. Por desgracia, no aterriza en el año que desea, sino en 2022, cerca de la casa de su infancia, donde su doble de doce años decide ayudarle...
Shawn Levy se reúna otra vez con Ryan Reynolds , esta vez, para escenificar otra divertida fantasía infantil: ¡conocer a su versión adulta del futuro!
"El proyecto Adam" es, en efecto, una película familiar de ciencia ficción llena de buenos sentimientos, pero en su género es exactamente lo que "Alerta roja" fue para el cine de aventuras y acción: una producción de Netflix completamente formateada, diseñada de tal manera que se despoja de cualquier ápice de originalidad y escoge de lo que ya ha funcionado en el cine para producir lo que parece (según las mentes maestras del proyecto) un gran éxito inevitable.
El largometraje de Shawn Levy nunca inventa nada, contentándose con ofrecer una fórmula tan sin aliento como su pequeño héroe asmático, donde la premisa del improbable dúo niño/adulto del mismo ser se debate simplemente entre un argumento de ciencia ficción lo suficientemente bueno como para ofrecer algunos momentos de bravura (hasta un final en el que, sorpresa ***contenido con spoilers*** y el apoyo más íntimo que se dan mutuamente para curar las heridas de sus pasados recientes y/o lejanos. Ya lo sabemos todo sobre este proyecto y, dado que la mayoría de sus ingredientes ya han sido probados, sabemos que la receta funciona y sigue siendo lo suficientemente efectiva como para crear la ilusión pero, a estas alturas tan descarado reciclaje del género, es difícil dejarse llevar por un guion tan poco inspirador. El reparto, ya familiarizado con el tipo de papeles de esta historia, es el mejor ejemplo de ello: Ryan Reynolds hace muy bien de Ryan Reynolds (en dosis dobles, es más, con la lengua ya afilada de su mini-yo), Jennifer Garner es, por supuesto, convincente como madre viuda, Marc Ruffalo está necesariamente a gusto con la chaqueta de genio científico, Zoe Saldana nos recuerda que no necesita piel verde o azul para ser dura, Catherine Keener tiene una buena cabeza de villana taimada… En resumen, como era de esperar, estos simpáticos actores hacen bien su trabajo en fotocopias de personajes que ya hemos conocido antes. Y lo mismo ocurre con las pequeñas secuencias de lucha con armas molonas ( ***contenido con spoilers*** ), los momentos incomprensibles, constantemente aferrados a la ligereza del tono como único salvavidas, los hipo temporales o momentos prefabricados de emoción (algunos son más honestos que otros).... Todo este magma de déjà-vu confluye en un entretenimiento que intenta y consigue evitar el aburrimiento en su mayor parte, pero que en ningún momento demuestra haber sido concebido con algo de alma. Es como si intentaran seducirnos con el espejismo de algo que nos ha encantado, pero cuya falsedad es demasiado evidente como para dejarse engañar.
De hecho, el niño ingenuo que esperábamos ver despertar en nosotros gracias a "El proyecto de Adam" estuvo irremediablemente ausente, así que sólo nos queda encontrar una auténtica máquina del tiempo para ir a su encuentro si ni siquiera este tipo de películas tienen ya mucho de inocentes.