Crítica de True Detective por MrPenguin

Ocho capítulos. Eso es todo lo que necesitó 'True Detective' para situarse como un auténtico fenómeno televisivo y, de paso, como uno de los mejores relatos de detectives de los últimos tiempos. Tanto es así que ninguna de sus posteriores temporadas —todas ellas de carácter autoconclusivo e independientes entre sí— pudo tan siquiera acercarse al nivel e impacto de la historia protagonizada por Rust Cohle y Martin Hart, dos investigadores que tratarán de resolver un brutal asesinato en la costa sur de Lousiana, Estados Unidos. Un lugar sucio, decadente y casi irrespirable, retrato de una América profunda en la que el progreso parece tan estancado como sus sombríos pantanos y donde los ritos más arcanos, todavía alimentados por las tradiciones locales, se ocultan bajo un escenario de auténtica pesadilla. De hecho, la influencia de autores como Lovecraft, Bierce o Chambers es más que palpable tanto en la propia concepción de esa atmósfera —densa, opresiva y absorbente a partes iguales— como en la aflicción de unos personajes cuyas vidas jamás volverán a ser las mismas.

Y entonces llegamos al que sin duda es el eje central de la temporada: el dúo protagonista. Porque la propia resolución del crimen, si bien resulta igualmente apasionante, no es más que la excusa sobre la que se cimenta el particular descenso a los infiernos de Rust y Cohle, dos hombres diametralmente opuestos pero condenados a entenderse. Matthew McConaughey y Woody Harrelson, los dos brillantes en sus papeles, logran dotar a esos personajes de un realismo brutal, cada uno con sus propias heridas del pasado y ambos atormentados por la alargada sombra de un caso dispuesto a consumirlos por completo. Brillante construcción de personajes para una no menos brillante temporada, cocinada siempre a fuego lento, con calma, pero sin nunca descuidar el constante halo de tensión que inunda esta genial exposición sobre nuestros más atávicos temores, sobre las infinitas ramificaciones de la corrupción humana y sobre la eterna lucha del bien contra el mal. Oscura, compleja e hipnótica. Todo un clásico de la televisión moderna.