Crítica de Expediente Warren: El caso Enfield por MrPenguin
James Wan, demostrando una vez más su dominio absoluto del tempo, volvía a apostar por ese frágil equilibrio entre el susto fácil y la progresiva construcción de la atmósfera, deslizando la cámara entre sombras y pasillos con la envidiable calma de quien sabe que el miedo más primario, aquel que se introduce en lo más profundo de nuestro ser, no se encuentra únicamente en lo que se muestra, sino también en lo que tan solo se intuye. Ya desde el fantástico prólogo en Amityville, icono atemporal de casa encantada por excelencia, empezaremos a vislumbrar el tono de un relato donde la tensión va siempre en aumento y en el que el factor sobrenatural, siempre ajeno a todo el dolor padecido por quienes lo sufren, convive con la vulnerabilidad de unos personajes capaces de sostener, gracias en buena parte al genial trabajo de Vera Farmiga y Patrick Wilson, todo el corazón de tan inquietante historia. También algo menos sorprendente que su predecesora a nivel narrativo, pero ofreciendo a cambio un mayor desarrollo de personajes, más sobresaltos y la misma capacidad para que todos y cada uno de sus escalofriantes demonios, ya sean reales o metafóricos, nos sigan acompañando, al igual que la profunda impronta que dejaron tras las paredes, una vez apaguemos las luces.
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