Crítica de Expediente Warren: El caso Enfield por gjulo
No obstante, siempre preferiremos la primera 'Insidious' del mismo Wan, estrenada unos años antes, porque ofrecía algo mucho más original, con un mundo real, jumpscares visualmente inventivos y, sobre todo, una historia que se atrevía a salirse de los caminos trillados en su segunda parte para ofrecer algo realmente nuevo a los aficionados al género. La presencia de Leigh Whannell, eterno guionista/compañero de Wan, sin duda tuvo mucho que ver, y su ausencia quizá explique el carácter más bien convencional de la primera "Expediente Warren".
Además, el estrepitoso fracaso del spin-off de "Annabelle" aún está fresco en la memoria de todos y ha disminuido considerablemente el impacto de la muy buena secuencia inicial.
Pero no importa, "Expediente Warren" sigue siendo un éxito innegable que logró reconciliar a algunas de las viejas y nuevas generaciones en la búsqueda de una película de terror con una calidad cinematográfica definida en medio de la masa de found-footage y otros remakes actuales.
Tres años después, el matrimonio Warren vuelve a los cines con otro extraño caso, el del publicitado Enfield.
"Expediente Warren: el caso Enfield" no tiene el mejor de los comienzos: la escena inicial "amityvilliana" decepciona e incluso utiliza algunos de los códigos visuales de la saga "Insidious" durante una oscura sesión de espiritismo. Además, la situación del matrimonio Warren no parece haber cambiado un ápice con respecto a la película anterior. Aparte de la llegada de su repentina exposición mediática (que se pasa por alto), seguimos encontrando a Lorraine presa de un nuevo trauma sobrenatural y a Ed dispuesto a renunciar a su carrera de cazafantasmas por su propio bienestar. Mientras tanto, en Inglaterra, una familia en precaria situación económica tiene graves problemas para compartir piso con una fuerza sobrenatural cada vez más invasiva. Y allí finalmente acuden los Warren al rescate.
A partir de ese momento (y hasta los créditos finales), "Expediente Warren: el caso Enfield" será muy inteligente al utilizar los "hechos reales" -enormes comillas- relatados en su momento (incluida la famosa entrevista con la niña poseída) para construir su propia versión del caso Enfield mezclando el destino de los Warren.
La empatía de la pareja con esta familia funciona terriblemente bien y alcanza su clímax durante la escena de la guitarra, una auténtica maravilla, mostrando que sus destinos están ahora unidos hasta el final de las manifestaciones paranormales.
Tras algunos giros bastante ingeniosos, es el acto final, más detallado y sorprendente que el inevitable exorcismo de la primera película, el punto fuerte de "Expediente Warren: el caso Enfield", que pone a los Warren en verdaderas dificultades emocionales ante una amenaza de cuya magnitud no se habían percatado.
Aunque "Expediente Warren: el caso Enfield" es más convincente que su predecesora en cuanto a su argumento, es el nivel del factor miedo lo que más me interesa (¡sí, he venido aquí a temblar!). La primera película consiguió destilar una atmósfera agradable gracias al talento de Wan y a unas cuantas escenas memorables (Annabelle, el clap-clap, etc.).
La mala noticia aquí es que las apariciones fantasmales, aunque siempre bien realizadas (Wan tiene un don para conjurar la amenaza donde menos te lo esperas), carecen de inventiva y sólo tienen un ligero efecto a medias, como si Wan no supiera realmente cómo innovar para crear una sensación de terror.
Es más, una de las formas en que se manifiesta el espíritu de la película nos deja un poco perplejos, tan torpe y poco convincente parece su concepción en pantalla ("El hombre Encorvado", pero debió de ser una muy buena idea sobre el papel). Realmente nos quedamos con ganas de más, a pesar de la innegable atmósfera.
Hay mucho que reprocharle, pero Wan sabe dirigir.
Su habilidad para aprovechar la ambientación (la Inglaterra de los 70 y la música que la acompaña) para captar mejor los momentos de felicidad, sufrimiento y miedo a través de secuencias sublimes (la presentación de la familia) funciona a todo gas y, visualmente, la película es una auténtica delicia, al igual que en su última película, Wan deleita reuniendo en pantalla toda una serie de atmósferas contradictorias, reforzando cada una de ellas (y creando así una atmósfera plomiza en torno a los personajes en cuanto se siente la amenaza). No puedo reprochárselo, ni tampoco al reparto.
La química entre Patrick Wilson y Vera Farmiga es tan palpable como siempre, y Frances O'Connor impresiona como la valiente madre abrumada por la situación. También está la actuación de la pequeña Madison Wolfe, que sobresale en los cambios de tono y personalidad.
Al final, "Expediente Warren: el caso Enfield" es tan disfrutable y efectiva como la primera película, ofreciendo una historia más detallada (especialmente en la última parte).
El único problema es que James Wan ha llegado al final de su ciclo terrorífico y se esfuerza por reinventar su imaginario de terror, con el resultado de que el espectador tiene la sensación de haberse instalado en una cómoda rutina terrorífica cuando lo único que quería era que se le helara la sangre.
Pero Wan es el único en este momento que nos ofrece una "rutina" tan fina en el cine de género orientado comercialmente, y lo hace endiabladamente bien.
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