Críticas de El Conde

EL CONDE

Yo sí que me he divertido viendo esta bizarrada de Pablo Larraín (director chileno al que le tengo bastante aprecio).

Cuenta en modo de sátira la historia de Pinochet, un vampiro de 250 años (ex dictador), que se da por muerto para vivir el resto de sus días tranquilo el muy hdp, y lejos de los escándalos de corrupción (le molesta que le llamen ladrón pero no asesino).

Rodeado por su fiel asistente (interpretado por el que creo que es el mejor actor chileno de hoy día, Alfredo Castro) y su no tan fiel esposa, se retiran a una parte alejada del país.

Sus 5 hijos van a visitarle (ellos son otro tipo de vampiros, más del estilo de vivir de lo que ha robado Papi y no dar un palo al agua, vampiro monetario) y averiguar que pasa con la herencia y con unos asesinatos que están sucediendo (robos de corazón incluidos) , allí coinciden con un personaje (una joven y guapa monja enviada por la iglesia) que tiene como misión hacerle un exorcismo, que él se enamore de ella y robarle lo máximo posible para pasarlo a la iglesia. La monja pateándoles en la cara y los otros que no se dan ni cuenta, es de lo mejorcito de la peli. y la aparición de la Tatcher que resulta ser la madre de Pinochet, jajajaja.

Me parece interesante que a estas alturas se pueda hacer una peli así, un anithomenaje a una de las personas más deleznables de la historia del s. XX, en esta clave de humor después de todo el daño que causó él, sus secuaces y su familia durante tantos años, y a tanta gente. No sé si alguien se atrevería a hacer algo semejante con Franco...

Lo mejor que tiene es la idea original y el punto de partida (así como el girito de la voz en off que es absolutamente grandioso). El problema es que me resultó tremendamente aburrida, y que trata ciertos asuntos que no se relatan de forma fácilmente accesible a personas que no sean expertas conocedoras del contexto histórico.
Es una pena que la suma de un grandísimo director, una magnífica idea y una estética apropiadísima me resulte poco interesante. Pese a ello, por todo lo que indico, merece la pena verla para poder juzgar, puesto que quizá haya espectadores que puedan apreciar más esos puntos fuertes.

No sé muy bien lo que he visto, pero el caso es que tampoco sé si quiero saberlo…

Tengo que decir que la película me ha sacado más de una carcajada, más por lo absurdo de la situación que otra cosa (el momento Margaret Tatcher ya me ha dejado loca) . Durante la última parte mi cara era un "what?" continuo, pero la verdad es que tampoco podía dejar de verla.

Eso sí, no sé si habrá sido cosa mía pero en algunos momentos me costaba bastante entender el diálogo, no se escuchaban de forma clara algunas frases.

VERDADERAMENTE UNA MAMARRACHADA DE PELICULA.

Una película extraña, con un aire onírico y un argumento... curioso. Es interesante como Pablo Larrain utiliza la sátira para hablar de Augusto Pinochet en la figura de un vampiro, que a su vez se rodea de otro tipo de vampiros como una metáfora de parásitos.

Cómo mínimo, no deja indiferente.

La fotografía en blanco y negro es preciosa, entre onírica y poética. Es comprensible el reconocimiento del Sindicato de Directores de Fotografía.

Cualquier película que se burle de Pinochet o de cualquier otro de estos dictadores ya tiene un punto a favor. Se les debe recordar por lo parásitos chupadores de sangre que eran, y desde la concepción de Larraín, Pinochet es un vampiro de 250 años que desarrolló por primera vez su sed de sangre durante la Revolución Francesa.
A partir de ese momento, viajó por el mundo y se alimentó de la opresión en cualquier lugar que pudiera encontrarla, y finalmente se instaló en Chile, “un país sin rey”.
Ahora le ha llegado el momento y quiere descansar para siempre, por lo que organiza una pequeña reunión familiar, con una familia que es tan monstruosa como cabría esperar.
La avaricia de los descendientes, tan insensibles como el entorno en el que crecieron, la sufrida esposa, ese mayordomo ruso sin escrúpulos o la propia iglesia velando siempre por sus intereses. Incluso la Dama de Hierro tiene un papel primordial aquí.
Las entrevistas que la monja tiene con todos los allí presentes tiene momentos llenos de ironía, doble sentido y bastante graciosos.
Visualmente, es un placer para la vista. La fotografía en blanco y negro crea una atmósfera austera y desolada, que subraya la existencia aislada del Conde, y las escenas de vuelo homenajean a las películas clásicas de vampiros.
Tiene una atmósfera inquietante, incluso con su tono obviamente cómico, pero todo es extraño y efectista, pero funciona bien, entretenida.

Especie de biopic satírico sobre la figura de Pinochet e incluso un poco mas allá, podrían seguir saliendo mas dictadores como parte de la familia en futuras secuelas. Yo doy de idea a Franco como su hermano mayor y Hitler el padre, que tendría sentido que salieran dos hijos así de una relación con Thatcher. Que bizarro todo, no se ni lo que estoy escribiendo.

Mas allá de toda la comedia inteligente que tiene, no ofrece mucho mas para sostenerla durante el tiempo que dura la película. A parte de ese precioso blanco y negro.

Originalidad con ironía y humor negro, para atizar a una de las figuras más deleznables de la historia de la humanidad.

Tener el contexto de la dictadura chilena, de los entresijos de la política de la época, conocer los crímenes cometidos por el dictador, etc, debe hacer que la disfrutes más, pues las referencias son continuas, en definitiva, gustará más a los chilenos.
Pero más allá de esas píldoras, muy divertidas, la historia familiar y el enfrentamiento con la iglesia católica no ha terminado de encajarme, y las actuaciones no me han convencido en absoluto.

La mera ocurrencia del guión de la película merece reconocimiento, y la forma de plasmarlo es divertida, irreverente, muy original, pero la historia en su conjunto no llena, y se aprecia más como una sucesión de gags de crítica política que algo más completo.

Divertida en el comienzo, pero se va diluyendo, ni siquiera un golpe "de hierro" al final saca del letargo al Conde, prescindible

Miedito me daba entrar por aquí tras ver el año pasado Spencer de la que todavía guardo secuelas.
Pero Pablo Larrain de la mano de la 'N'ueva dictadura ha traído el circo y su fanfarria a la ciudad. Con un espectáculo de sátira grotesca y esperpéntica digna de nuestro ilustre R.M del Valle-Inclán.
Y lo que parece un merecido ajuste de cuentas contra un dictador por traidor a lo que deberia defender a muerte. Y no para aprovecharse de los privilegios que le otorga el poder para ejercer la tiranía. Pero con una finura digna del más pulido humor negro inglés darán un repaso a la historia de la mano de una voz en off femenina que me resultaba familiar, pero ahí guardaremos la sorpresa . Y sin dejar títeres con cabeza. Por cierto, que manía le ha entrado a todo el mundo por cortarle la cabeza a María Antonieta.
Tras las fechorías del pasado en las que Augusto se ha pusto agusto, volvemos al presente. Donde supuestamente está reposando malvas para el resto del mundo, menos para la familia, que saben de su secreto más íntimo. Es un vampiro milenario.
Sus hijos aunque viajen en arca son hn buena panda de buitres qud llegan en busca de su pedacito de pastel. Y psrz colmo invitan a la iglesia al cotarro consiguiendo un "menage a troi" que ni los Monty Python y su vida de Brian.
Aquí no hay un Alma buena y se batirán a duelo de intereses como lo han hecho toda la vida, a nuestras espaldas, orquestando guerras, caídas de imperios y demás pklkefiad nunca reconocidas abiertamente.
Todo en un bombardeo constante de referencias y guiños a situaciones que aunque surrealistas en su exposición creo que se distancian poco en cuanto a realidad.
Y cuando pensaba que ya estaba todo dicho y llegaba el momento culmen hace acto de presencia la voz en off rompiendo la pantalla y empieza de nuevo el show.
La mujer, el mayordomo amante, los hijos, la cochina inquisidora y La madre superiora, aquí solo faltan los hermanos Marx para completar el camarote acompañados por Peter Greenaway.
Aquí nox podríamos permitir un filme así.
Tengo mis serias dudas.
Me quedo con la frase : - si quieres que algo sea dicho pídeselo a un hombre. Pero si quieres que algo sea hecho, pídeselo a una mujer.
Gracias P. Larrain porque a tu memoria infinita le has dado la mejor pincelada posible, una sonrisa.

Hombre, a mí si se va a hacer una película sobre un personaje histórico pues claramente este tipo de aproximación se agradece. Original, uso de la comedia negra y la sátira como si no hubiera mañana. Edward Lachman es un director de fotografía espectacular. Tiene sus referencias a los grandes clásicos del cine ("Nosferatu", "Vampyr", "La Passion de Jeanne d'Arc"...).

No es una película para todo el mundo pero por lo menos tiene "personalidad" que es algo que en estos tiempos se agradece de vez en cuando.

El Conde es una película extraña, bastante predecible, lenta, sin ápice de comedia ni terror, fantasía sí, pero poquita para mi gusto.

Jaime Vadell es el más destacable pues el filme se basa en su personaje, aunque el trozo más interesante es en el que aparece Paula Luchsinger, pues es la única que anima un poco la cosa.

No puedo recomendar semejante peli, pues no tiene chicha ni limoná, quizás lo más salvable es el tramo final, pero ni por eso merece la pena.

El cine de Pablo Larraín tiene la habilidad de desconcertarme, más por sus argumentos que por sus formas, pero siempre tengo la sensación de que es un genio incomprendido que tampoco hace mucho para que se le comprenda. Pasando por 'Ema', 'Spencer' y 'El Conde', sus trabajos tienen la habilidad de capturarte con sus impresionantes estéticas, aunque los argumentos sean más terrenales. Salvo por el caso que noa ocupa, ya que en 'El Conde' se nos presenta al dictador chileno Augusto Pinochet como un vampiro que, harto de una vida eterna sin estímulos, se decide a dejar de beber sangre tras siglos de existencia. Pero todo esto dará un vuelco con la aparición de una joven y hermosa contadora contratada por los hijos del dictador, pues todos quieren un pedazo económico del pastel amasado a base de sangre y sufrimiento. Lo que viene siendo una suerte de 'Succession', donde cada hijo despelleja a sus progenitores pero a lo vampírico.

No tenía muchas expectativas con este film, pero me ha encantado el uso de la sátira más grotesca y descarnada para narrar la vida de un hombre despreciable, ruin y mezquino. Os sacará más de una carcajada con el esperpéntico retrato que le hace Larraín. Casi podríamos decir que es justicia poética.

PD: Yo pensaba que mi peor pesadilla era un ejército de payasos, pero creo que vivir en un mundo donde Pinochet es un vampiro de tropecientos años, hijo de una Margaret Thatcher también vampira, es una buena pesadilla a reemplazar.

El Conde de Pablo Larraín parece demostrar, una vez más, la tesis de que las películas de autor fichadas por Netflix son casi siempre decepcionantes. Esta extraña idea no consigue hincarle el diente al espectador. Desde Bela Lugosi, las películas de vampiros siempre han funcionado de la misma manera: el vampiro es malvado pero encantador, y de alguna manera nos cae bien, cosa que no ocurre con el vampiro asesino, que nos fastidia. Encontramos este patrón con Browning, luego con la Hammer, pero también con John Badham, Francis Ford Coppola o Roman Polanski... ¡y funciona! Quienes han intentado hacer del vampiro un personaje verdaderamente horrible e inquietante han fracasado (Werner Herzog). Hacer de Pinochet un vampiro es acabar con todo el lado grandilocuente de la mitología vampírica. Es un error fundamental que socava toda la película. El ejercicio estilístico, incluso con su sabrosa revelación final, parece tan inútil como a menudo tedioso, con su intrusiva voz en off, desde el momento en que el gran ausente de la película es el propio pueblo chileno. Por lo demás, la elección del blanco y negro parece más una coquetería que otra cosa (como una advertencia: te voy a hacer una película de autor). Técnicamente, la película no vuela muy alto, con una sobredosis de planos de campo y contraplano tan largos como un día de verano en el Ártico, cuyo único toque de luz lo aporta la actriz Paula Luchsinger. En cuanto a la trama, carece cruelmente de interés. De hecho, se adivina la intención del autor: denunciar la dictadura de Pinochet en modo ficción...

El conde es una película dramática y de humor negro protagonizada por Jaime Vadell.

La película sigue a Augusto Pinochet, convirtiéndolo en un héroe revolucionario y vampiro. Tras unos 250 años después, decide morir definitivamente por su complicada situación familiar y su mala y equivocada fama.

Pues me ha encantado el planteamiento, pero sólo eso.
Tenemos a Pinochet, un chupasangre revolucionario, en una película onírica basada en la simbología y la metáfora, describiendo su persona y narrando algunos eventos de su dictadura (la de verdad).

Una sátira que al principio me ha despertado mucho la curiosidad, pero llegado cierto momento, se me ha hecho más bola que una pieza entera de pan bimbo a palo Seco, y ha sido imposible no desconectar. Muy densa, muy pesada, muy pausada, muy loca (dentro de su calma).
Por otro lado, la fotografía ha sido muy elogiada, pero será que no tengo yo la sensibilidad visual para valorar eso. Es cierto que la calidad de imagen es mejor que Tiempos modernos, por ejemplo, pero vamos, más allá de eso tampoco le veo el punto.

Una fantástica idea que se me ha hecho insufrible.

Muy buena en el plano técnico, aunque algo pesada en lo demás. Pablo Larraín toma uno de los personajes más relevantes de su Chile natal como es Augusto Pinochet y lo convierte en un vampiro, bebiendo en el proceso del expresionismo alemán de Nosferatu y del surrealismo de buñuel. La trama sucede poco a poco, a través de imagénes evocadoras y largos diálogos muy reflexivos pero también de difícil digestión. Se inspira en algunos de los mejores y aprueba con nota en su ejercicio de provocación y crítica social, pero se alarga en exceso en algunos de sus planteamientos.
No la volvería a ver pero aprecio todo lo que Larraín propone. Atrevida e interesante en su mayor parte.

no se ni describir que es esto

es una pelicula fingiendo ser un falso documental?

un poco gore

y excesivamente rara

pelicula chilena rodada en ingles, con algo de castellano

pero con una voz de narradora mas que inquietante que es la única voz en el 90% de la pelicula

en blanco y negro, pero de manera innecesaria, quizá intentando acercarnos a la antigüedad del vampiro

como pelicula de cine mudo seria buenisima

la fotografia es estupenda

El conde, una especia de sátira hacia la figura del dictador chileno Pinoche, en al cual en un mundo paralelo este es un vampiro. La película plantea mediante el uso de las metáforas un absurdo, a partir del cual se plantean unos vagos discursos filosóficos sobre la historia reciente de Chile. En la cual se aborda las heridas sangrantes de la post dictadura.
La película no la he podido terminar de ver, es que no me ha gustado nada, yo lo siento pero este tipo de cine la verdad me aburre mucho. Y no es que este planteada en blanco y negro, que la verdad es lo que mas me ha gustado ya que le da un aire de misterio. Si no la voz narradora, se me ha hecho eterna como va contando con toda su calma la historia y la verdad me ha sacado de la película. Y al final he decidido abandonarla.
Lo que si me ha gustado mucho es la fotografía me ha parecido muy chula y es que no le hace falta el color para verla ya que han sabido trasmitir en todo momento lo que querían.
No es una película para recomendar, si es verdad que para gusto, no hay nada escrito. Pero creo que es mas atractiva para aquellas personas que quieren ver algo diferente y fuera de lo típico comercial.

Parece ser que esta película no ha gustado mucho por aquí en general, sin embargo, a mí me ha encantado, me parece muy original en su mezcla, con una fotografía impecable, hermosa en blanco y negro, un humor negro sutil y agudo en ocasiones, y algo loco en otras, siempre con un trasfondo de crítica, aunque dejen claro en los créditos que los personajes y los hechos son ficticios. Esto último está clarísimo, pero en cuanto a los personajes, pues nombres reales al menos sí que hay, con alguna sorpresa que otra incluida, y aunque los de los hijos de Pinochet estén cambiados, la mayoría de ellos conservan la misma inicial.
Los personajes son de una frialdad pasmosa, que puede asociarse incluso a una mala interpretación, pero yo creo que se ha buscado eso expresamente, para reflejar la deshumanización y la falta de alma de los mismos.
Volvemos a presenciar aquí los últimos momentos de María Antonieta, al igual que en Napoleón. Y El Conde me ha recordado en algún momento a M. Bison, de Street Fighter, sobre todo en las escenas en las que aterriza de su vuelo y vemos su silueta con la gorra y la capa a contraluz.

¿Y si Pinochet fuera en realidad un vampiro que vivió la Revolución Francesa y fingió su muerte? La premisa absurda de esta comedia de terror ofrece varios momentos visualmente sublimes, particularmente la segunda mitad por el asombroso parecido de la monja con la protagonista de “La Pasión de Juana de Arco”.

En cuanto al contenido, no fue suficiente para mantenerme concentrado durante toda la película. La comedia no me divirtió y la sátira tampoco

Satirizar a un fascista de mierda como Pinochet imaginando que es un vampiro de cientos de años me parece una idea cojonuda. Pero, como ocurre a menudo, de la idea al resultado final hay un gran camino y "El conde" es definitivamente una cosa. Una película, supongo, porque está grabada como tal y te la presentan como tal, pero una historia cinematográfica yo no la veo. Parece más bien un ejercicio experimental, cine de autor que le llaman. Yo creo que Larraín tuvo un ataque de director porque soñó con la idea de Pinochet siendo vampiro o se le ocurrió en la ducha y dijo, venga, palante, quiero hacerlo. Pero si quería llevar esta idea a la pantalla yo creo que con un corto le llegaba de sobras.

Algo positivo es que la fotografía en blanco y negro y esos rictus serios, primeros planos de caras impertérritas ante las más absurdas, malvadas y extrañas conversaciones, sí transmiten algo. Son adecuadas, que no haya color te lleva rápidamente a una atmósfera gris, antigua y claramente arcaica que es lo que debe transmitir un ser tan repugnante como Pinochet y su entorno. Luego todo lo demás es... inclasificable. Nunca termina de ser una película de terror, ni de comedia ni de cine sociopolítico, sino un extraño híbrido lleno de escenas truculentas, incluso ridículas, y con un humor personal que yo sinceramente no he entendido. Aunque la aparición de Margaret Thatcher siendo la vampiresa suprema madre de Pinochet sí me ha parecido un puntazo.

He terminado la película sin saber qué me había querido contar Larraín. No he entendido a los personajes. Podría haber sido un filme mucho más mordaz, mucho más inteligente, pero ha querido ser algo como entre la vanguardia y el desconcierto, cubriéndolo todo de esa pátina de intelectualismo tan cargante que al final parece que solo quiere demostrar que sabe hacer cosas "out of the box" solo porque puede, pero sin contar ningún tipo de historia coherente o con mensajes o con emoción. No es para mí.