El cine de Pablo Larraín tiene la habilidad de desconcertarme, más por sus argumentos que por sus formas, pero siempre tengo la sensación de que es un genio incomprendido que tampoco hace mucho para que se le comprenda. Pasando por 'Ema', 'Spencer' y 'El Conde', sus trabajos tienen la habilidad de capturarte con sus impresionantes estéticas, aunque los argumentos sean más terrenales. Salvo por el caso que noa ocupa, ya que en 'El Conde' se nos presenta al dictador chileno Augusto Pinochet como un vampiro que, harto de una vida eterna sin estímulos, se decide a dejar de beber sangre tras siglos de existencia. Pero todo esto dará un vuelco con la aparición de una joven y hermosa contadora contratada por los hijos del dictador, pues todos quieren un pedazo económico del pastel amasado a base de sangre y sufrimiento. Lo que viene siendo una suerte de 'Succession', donde cada hijo despelleja a sus progenitores pero a lo vampírico.

No tenía muchas expectativas con este film, pero me ha encantado el uso de la sátira más grotesca y descarnada para narrar la vida de un hombre despreciable, ruin y mezquino. Os sacará más de una carcajada con el esperpéntico retrato que le hace Larraín. Casi podríamos decir que es justicia poética.

PD: Yo pensaba que mi peor pesadilla era un ejército de payasos, pero creo que vivir en un mundo donde Pinochet es un vampiro de tropecientos años, hijo de una Margaret Thatcher también vampira, es una buena pesadilla a reemplazar.

Miedito me daba entrar por aquí tras ver el año pasado Spencer de la que todavía guardo secuelas.
Pero Pablo Larrain de la mano de la 'N'ueva dictadura ha traído el circo y su fanfarria a la ciudad. Con un espectáculo de sátira grotesca y esperpéntica digna de nuestro ilustre R.M del Valle-Inclán.
Y lo que parece un merecido ajuste de cuentas contra un dictador por traidor a lo que deberia defender a muerte. Y no para aprovecharse de los privilegios que le otorga el poder para ejercer la tiranía. Pero con una finura digna del más pulido humor negro inglés darán un repaso a la historia de la mano de una voz en off femenina que me resultaba familiar, pero ahí guardaremos la sorpresa . Y sin dejar títeres con cabeza. Por cierto, que manía le ha entrado a todo el mundo por cortarle la cabeza a María Antonieta.
Tras las fechorías del pasado en las que Augusto se ha pusto agusto, volvemos al presente. Donde supuestamente está reposando malvas para el resto del mundo, menos para la familia, que saben de su secreto más íntimo. Es un vampiro milenario.
Sus hijos aunque viajen en arca son hn buena panda de buitres qud llegan en busca de su pedacito de pastel. Y psrz colmo invitan a la iglesia al cotarro consiguiendo un "menage a troi" que ni los Monty Python y su vida de Brian.
Aquí no hay un Alma buena y se batirán a duelo de intereses como lo han hecho toda la vida, a nuestras espaldas, orquestando guerras, caídas de imperios y demás pklkefiad nunca reconocidas abiertamente.
Todo en un bombardeo constante de referencias y guiños a situaciones que aunque surrealistas en su exposición creo que se distancian poco en cuanto a realidad.
Y cuando pensaba que ya estaba todo dicho y llegaba el momento culmen hace acto de presencia la voz en off rompiendo la pantalla y empieza de nuevo el show.
La mujer, el mayordomo amante, los hijos, la cochina inquisidora y La madre superiora, aquí solo faltan los hermanos Marx para completar el camarote acompañados por Peter Greenaway.
Aquí nox podríamos permitir un filme así.
Tengo mis serias dudas.
Me quedo con la frase : - si quieres que algo sea dicho pídeselo a un hombre. Pero si quieres que algo sea hecho, pídeselo a una mujer.
Gracias P. Larrain porque a tu memoria infinita le has dado la mejor pincelada posible, una sonrisa.

Bastante predecible, lenta, sin ápice de comedia ni terror, fantasía sí, pero poquita para mi gusto.

Jaime Vadell es el más destacable pues la película se basa en su personaje, aunque el trozo más interesante es en el que aparece Paula Luchsinger, pues es la única que anima un poco la cosa.

No puedo recomendar semejante película, pues no tiene chicha ni limoná, quizás lo más salvable es el tramo final, pero ni por eso merece la pena.

Una película extraña, con un aire onírico y un argumento... curioso. Es interesante como Pablo Larrain utiliza la sátira para hablar de Augusto Pinochet en la figura de un vampiro, que a su vez se rodea de otro tipo de vampiros como una metáfora de parásitos.

Cómo mínimo, no deja indiferente.

La fotografía en blanco y negro es preciosa, entre onírica y poética. Es comprensible el reconocimiento del Sindicato de Directores de Fotografía.