De amores imposibles, pasiones secretas y, sobre todo, divergencias vitales. Porque hay momentos en los que todo a nuestro alrededor nos invita a dar el paso y, sin embargo, no es el momento adecuado para hacerlo. Podría estar hablando de mi propia experiencia con una película que, en su día, no me encogió el corazón ni la décima parte de lo que lo ha hecho ahora, pero principalmente lo hago de la desgarradora relación que mantienen sus protagonistas, un hombre y una mujer atrapados en matrimonios que se desmoronan y que, por azares del destino, acabarán forjando una cercana amistad donde compartir sus inquietudes. Un vínculo tremendamente puro y sincero, reforzado por un mismo sentimiento de soledad que les trasladará a un íntimo y, por momentos, onírico universo donde lo real y lo anhelado se superponen con una sensibilidad devastadora. La duda parece invadir el aura de una película en la que, en ocasiones, cuesta diferenciar qué partes ocurrieron de verdad y cuáles solo tuvieron lugar en la mente de los protagonistas.

Wong Kar-wai, firmando aquí la que muchos consideran como su opera magna, abraza esa ambigüedad para transportarnos al Hong Kong de mediados de siglo, todavía bajo dominio británico, y concebir una obra sumamente delicada, de colores intensos y marcado barroquismo estético, acerca de todas esas realidades que tanto idealizamos pero que nunca nos atrevemos a vivir. El reflejo de una sociedad conservadora, reprimida y esclava de las apariencias en la que sus personajes, siempre encadenados a esa integridad que sus parejas no demostraron, parecen encontrar una particular prisión de la que solo sus propias ensoñaciones les permiten escapar. Película pausada y notablemente contemplativa, pero también de indudable belleza y con una magia especial con la que conectar, eso sí, dependerá, como comentaba al principio, de la etapa vital en la que nos encontremos. Hermosa oda a los quizás, a las emociones negadas y a todos aquellos caminos que jamás tomamos y que, como el título nos sugiere, nos dejaron con ganas de amar.

Bueno bueno, estamos ante una de esas veces que es más bello la forma en que te cuentan las cosas, que en lo que realmente está pasando.

Estamos sobre los años 60, en Hong Kong, un par de matrimonios coincidirán en hospedarse en el mismo edificio, y con el tiempo, el verse y demás, estos nuevos vecinos entre sí, verán que tienen más cosas en común que lo que creían.

En ese principio, no sabremos mucho de estos personajes, más bien lo justo y necesario, y es más, sabremos tan poco que ni conoceremos a las parejas de los protagonistas , con esa idea de lo que ocurre en esos hogares, iremos comprendiendo lo que realmente sucede y es cuestión de tiempo que los protagonistas también conozcan esa información, y una vez que lo saben, viene esa parte de eterna seducción, coqueteo, etc . que si bien puede estar bien, puede llegar a pecar de ser lento, y quizás aburrido porque se espere algo más entre ellos. Más tarde conforme se irá desarrollando ese final, veremos como nos deja unos interesantes mensajes

Estéticamente tiene un gran nivel, en el que esa banda sonora y el resto de canciones que le acompaña está muy bien elegidas, además de encajar de forma notable con el desarrollo de la película. Cuenta con unos planos algo diferentes a lo típico, por ejemplo me llamó la atención esa vista de perfil en cada visita al apartamento, y esos planos alejados en algunos determinados momentos . Cuenta con una gran delicadeza , y con que te hará sentir muchas y diferentes emociones. Los protagonistas realizan un buen trabajo.

En definitiva, si consigue llamarte la atención y te "atrapa" desde el principio, la podrás disfrutar más.

La mejor experiencia que puedes obtener de una revisión es apreciar y disfrutar de aquello que, en un primer momento, te deja frío o indiferente por distintos motivos. Hasta el día de hoy, 'In the Mood for Love' es mi mejor experiencia revisando películas.

Influye, quizás, que fue uno de mis primeros contactos con el cine asiático. Cuando uno se adentra en esta cinematografía continental, explora y aprende, puede concluir definitivamente que Wong Kar-wai no es un director sencillo y no es el mejor camino para iniciarse. Ahora bien, una vez hecho a esta vertiente del cine asiático tan contemplativa y visual, esta película se alza con una maestría que deja fuera de lugar cualquier duda sobre su reconocimiento y entidad.

Esta preciosa y tan triste historia de amor llega hasta los más hondo gracias a una atmósfera absolutamente magistral, y a la entidad de dos actores con una presencia casi insuperable como son Tony Leung Chiu-Wai y Maggie Cheung. Tiene una fuerza, romanticismo, nostalgia y melancolía extraordinarias, la película se apodera de ti y sus imágenes te guían hasta terminar tapado por el barro junto a un amargo secreto que por imposible debe ser olvidado.

A veces, en muy contadas ocasiones, mientras veo una película me da por pensar: "es un milagro que esta película exista tal y como es", y creo que no se puede agregar mucho más sobre las maravillosas sensaciones que deja la misma.

Me ha recordado mucho a "los puentes de Madison" (salvando las distancias).

Kar wai wong realiza una dirección brillante, además de tener una fotografía espectacular, se nota la calidad con la que ha sido rodada y que grande la música de Nat king cole.

A término personal no es de mi estilo ya que me parece muy moñas, pero muy buena película.