No sabía cuánto estaba esperando este reencuentro hasta que se anunció, y la sensación de nostalgia a medida que van entrando en el plató de uno en uno y reencontrándose es como volver a ver a un viejo amigo de verdad.

Lo disfruté y se me hizo hasta corto, si hubiera durado una hora más habría sentido lo mismo. La impresión de que supieron elegir a los actores más perfectos para el papel sigue ahí. Me dieron ganas de ver 'Friends' otra vez, y no la he visto pocas veces.

Esto es una puñalada directa al corazón de todo fan de Friends. Cien minutos que se pasan como diez, con la piel de gallina desde el primer segundo y la lágrima apuntando en el ojo en todo momento hasta que desborda (imposible que no desborde). Y cuando termina duele más, porque toca volver a despedirse de ellos. Esto tendría que haber sido una temporada completa, jolín, yo que sé, diez capítulos con ellos contándonos todos los entresijos, recordando momentos, haciendo lecturas de guion... todo lo que hacen aquí y que no llega a nada. Repasan muchos momentos memorables, pero es que hay tantos más... Nunca he dejado de ver Friends, sigo tantas cuentas sobre la serie que todos los días tengo mi pequeña dosis de ellos, y no me canso. No hay un día que diga: "Esto me sobra, ya lo he visto demasiadas veces". Aquí me sobran las entrevistas a famosos que no intervinieron en la serie, es al grupo a quien quería ver, me da igual lo que opinen Malala, Beckham o Kit Harington, y sin embargo las apariciones de Tom Selleck, Reese Whiterspoon, los padres Geller o Maggie Wheeler se quedan en nada. Deberían haberle dedicado más tiempo a ellos (aunque reconozco que el momento Lady Gaga sí me ha gustado). Y se echa mucho de menos a Paul Rudd.
Duele también porque nos hace ver que el tiempo pasa para todos. Yo ya no soy aquella preadolescente que veía la serie con mi hermana mayor, y ellos ya no son aquella pandilla de veintimuchos. Y duele sobre todo ver lo mal que el tiempo y la vida han tratado a Matthew Perry, quien siendo el más joven de los seis, aparenta veinte años más de los que tiene. Ay, mi querido Chandler, era a quien más ganas tenía de ver y es el que menos interviene, al que se ve más descolgado del grupo. Por lo demás, las miradas (y las revelaciones) entre David y Jennifer, Lisa siendo tan Phoebe, Matt pasándoselo en grande siendo tan Joey... Es todo una dosis de nostalgia en vena.
Si eres fan de Friends, es imprescindible, pero que sepas que va a doler.

Si te gusta la serie y le tienes cariño está claro que esta reunión es para ti. Los 6 protagonistas del fenómeno (y algunas caras más) recuerdan escenas y momentos de la serie con alguna que otra confesión de forma muy emotiva. Un buen repaso a momentos clave, algunos personajes, lágrimas y mucha nostalgia.

Parte mala: todos los cameos de famosos sin sentido absolutamente prescindibles. Cuando recuerdan a personajes o actores de la serie, por supuesto, sí que aporta algo, pero toda esa gente extra que meten porque sí (porque son famosos, no tiene mayor explicación) y aparece de forma random no tiene relación alguna con Friends y para mí rompe totalmente los momentos y el ritmo. No he entendido esto, me han sobrado todos esos famosetes por el medio que además a veces aparecen solo durante segundos e intercalados de forma rarísima. Podrían haber aprovechado ese metraje para meter otras cosas de la serie o recordar a otros personajes importantes, muy sobrante. (Que la entrevista la haga James Corden tampoco me ha gustado porque es un tío insoportable).

De todas formas como ejercicio de nostalgia cumple su función a pesar de esas elecciones de famosos aleatorios. Bonito y recomendable, pero solo para fans de Friends.

Si la nostalgia pudiese condensarse en un momento, espacio y tiempo concreto sin duda sería esta reunión de hora y cuarenta minutos. Tan pronto se han encendido las luces y han ido entrando los amigos, nuestros eternos amigos con los que hemos pasando horas y horas delante de la pantalla, los que nos han dado sus mejores y sus peores momentos, los que han estado ahí siempre que necesitabas dejar de pensar en tus problemas; en este preciso instante todo ha vuelto a ser lo que era. Rachel, Ross, Phoebe, Joey, Chandler y Monica son parte de un fenómeno cultural sin parangón, demostrando que una serie de los noventa puede seguir dando qué hablar veinte años más tarde. ‘Friends’ siempre ha sido mucho más que una sitcom con un principio y un final, siempre ha sido una historia sempiterna sobre la amistad, sobre la necesidad de tener gente que sume a tu alrededor, sobre la madurez, sobre cómo nos enfrentamos a los problemas del día a día y cómo nos enfrentamos a los problemas más grandes, siempre ha sido la historia de crearse un lugar en el mundo, hacerse un hueco en la ciudad que nunca duerme y sentirte orgulloso de ti mismo por lo que eres. Puede que para algunos sea una sitcom desfasada con chistes casposos y personajes arquetípicos, pero esta serie brilla por su conjunto porque a pesar de tener todos los clichés del universo, se respira la magia. Sientes esas miradas entre Ross y Rachel en tu alma, te emocionas hasta la médula con Monica y Chandler o te ríes hasta las lágrimas con Phoebe y Joey. Aunque para mí, el mayor acierto de esta comedia vital ha sido su capacidad de transmitir las historias al público, al igual que esa capacidad innata para hacerte sentir acompañado aun sintiéndote terriblemente solo.
Este reencuentro nos deja mucha nostalgia, muchas emociones a flor de piel y un auténtico regalo para los más fans sin caer en el fanservice en ningún momento. Así que solo me queda dar gracias al cielo por la mejor hora y cuarenta minutos de este año y gracias también al cielo por Jennifer Aniston, que es lo único que está bien en el mundo ahora mismo (será mi foto de perfil hasta que el mundo arda entre las llamas del averno).