Brooklyn Nine-Nine

Nunca imaginé que pasar los días entre policías pudiera ser tan divertido, pero eso es porque aún no conocía 'Brooklyn Nine-Nine', la disparatada sitcom con la que Dan Goor y Michael Schur, tras haber trabajado juntos en 'Parks and Recreation', lograban trasladar su habitual sentido del humor a una pequeña comisaría de barrio. Un lugar normalmente asociado a conceptos como la seriedad y la disciplina que aquí, y pese a la repentina llegada del estricto capitán Holt —a cargo de un inolvidable Andre Braugher—, daban paso a un caótico patio de recreo donde todos y cada uno de sus integrantes, aun partiendo de estereotipos bastante marcados, escondían su propia profundidad. Esto quiere decir que su base cómica siempre está presente, pero conviviendo también con una evolución que nos permitirá verlos crecer, madurar y, por supuesto, aprender de sus numerosos errores. Algo así como el crossover definitivo entre 'Ley y Orden' y 'Loca academia de policía' condensado, hasta sus últimas y tronchantes consecuencias, en una misma espiral de cachondeo y delitos por resolver.

Sin embargo, y más allá de sus pintorescos personajes, situaciones surrealistas y bromas recurrentes, lo que hace que 'Brooklyn Nine-Nine' brille realmente es su capacidad para alternar el humor con temas sociales como la brutalidad policial, la discriminación sistemática o la visibilización del colectivo LGTB+. Aspectos especialmente relevantes en un tiempo donde la imagen de la policía no atraviesa su mejor momento y que la serie, lejos de buscar cualquier tipo de blanqueamiento institucional, utiliza más bien como una reafirmación de todo cuanto debería representar —y, por desgracia, no siempre consigue— el hecho de llevar placa y pistola. El clásico «Para proteger y servir» llevado, siempre a medio camino entre la comedia más absurda y el drama más humano, a una de esas sitcoms buenrolleras donde poder sentirse como en casa y desconectar, aunque solo sea por un ratito, de la rutina diaria. Hasta siempre, Nine-Nine. Gracias por tantas risas, por cada momentazo y, muy especialmente, por haber sabido acabar por todo lo alto —Title of your sex tape—.

Me ha ocurrido con ‘Brooklyn Nine-Nine’ algo extraño y es que he necesitado darle varias oportunidades para entender por qué gusta tanto esta serie. Todo mi círculo cercano la ve, hacen las mismas bromas y la disfrutan ampliamente, pero tras verme la primera temporada no entendía a qué venía tanto hype. Ahora puedo decir que me alegro muchísimo de haberle dado otra oportunidad porque es cierto que, aunque al principio se hace gala de un humor absurdo con el que no llegué a empatizar en ningún momento, luego la cosa cambia. Conforme pasan las temporadas el nivel sube como la espuma, se profundiza bastante más en la vida de los personajes y las tramas son originales. Estamos ante una sitcom que tiene como espacio central una comisaría de policía cualquiera de Brooklyn en la que los crímenes, robos y delitos están a la orden del día. Holt, Jake, Amy, Terry, Rosa, Boyle, Gina, Hitchcock y Scully son los protagonistas de esta gamberrada en la que las risas y la justicia son los principales objetivos a conseguir. Pero, para mí, el aspecto más importante de esta serie es la incorporación y la crítica social de temas de actualidad como el racismo, la homosexualidad en estamentos tan herméticos como el policial, el acoso sexual, la problemática que afecta a las mujeres en las posiciones de poder o la violencia policial. Y todo esto sin perder ni un ápice de ese humor que poco a poco me ha ganado completamente.
Una comedia muy agradable y disfrutable.

Una serie de comedia magnífica, yo no soy muy de comedias ni de sitcoms porque muchas veces no me hacen gracia, pero esta serie me ha gustado mucho. Sobre todo por sus capítulos míticos, la evolución de sus personajes y la crítica social.

En el global de la serie mis personajes favoritos han sido Jake, Holt y Terry, pero a todos se les coge cariño por sus peculiaridades. También agradezco que Amy y Jake hayan tenido un romance sin 'descansos'; y su buen final, no es fácil cerrar bien una serie así para que sea recordable y el final es fiel a su estilo.