En 2019 se cumplían ya treinta añazos desde que Larry David y Jerry Seinfeld dieran a luz a 'Seinfeld', una de las sitcoms más exitosas y revolucionarias de la historia y, para muchos, la mejor jamás creada. Lo curioso detrás de su enorme impacto y legado es el hecho de que, como ella misma se definía en muchas ocasiones a través de su humor autorreferencial, era una serie que no iba sobre nada. Es decir, 'Seinfeld' no tenía una línea argumental definida y todo lo que ocurría en cada episodio tenía poca o ninguna importancia en los siguientes; algo que se aplicaba también a unos personajes que, al contrario que la inmensa mayoría de series, no tenían ningún desarrollo o evolución. Todo giraba en torno a cuatro amigos neoyorquinos y a las distintas vivencias de su día a día. Y así durante nueve temporadas. Así durante 180 episodios.

Pero entonces, ¿cómo es posible que una serie con esas características triunfara de semejante manera? Personalmente, creo que la clave de 'Seinfeld' reside en su peculiar forma de afrontar la cotidianidad, impregnándola de un constante tono de cinismo y no dejando lugar posible a la típica moraleja de fin de episodio. Los protagonistas de 'Seinfeld' no son precisamente modelos a seguir y, de hecho, representan valores que identificamos como indeseables. Son egoístas y no dudan en engañar para conseguir lo que desean, pero también son carismáticos y entrañables. Humanos al fin y al cabo. Al final es complicado no identificarse con muchas de las situaciones en las que se ven envueltos y no sentir cariño por todos y cada uno de ellos, desde el neurótico vecino Cosmo Kramer (una especie de Pepe Viyuela pero más excéntrico) hasta el mentiroso George Constanza y pasando por el egocéntrico Jerry Seinfeld (que se interpreta a sí mismo) y la alocada Elaine Benes.

Políticamente incorrecta, disparatadamente divertida e indiscutiblemente nihilista, 'Seinfeld' no llegó para darnos ninguna lección de vida, pero, sin embargo, brilló en su forma de mostrar que hay muchas cosas por las que no merece la pena preocuparse demasiado y que lo importante es vivir el día a día y tomárselo con humor. Gran filosofía para una serie que, pese a no tratar sobre nada, lo cambió todo.