Alice in Borderland

Ha pasado más de un siglo desde que Lewis Carroll adentrase a su Alicia en Wonderland, pero hay algo único y especial en dicha historia, por muchas adaptaciones que lleve ya a sus espaldas, que sigue fascinándonos por igual. Quizás porque toda la aventura allí relatada, pese a la naturaleza surrealista de su universo, no era sino una forma de representar algo tan cercano como es el propio paso hacia la madurez; una caída simbólica que obligaba a Alicia, desde su entrañable ingenuidad infantil, a enfrentarse a un nuevo mundo cuyas extrañas reglas, aparentemente carentes de toda lógica, desconocía por completo. Era, salvando las distancias, la misma clase de viaje iniciático que llevará a nuestro protagonista, Arisu —forma japonesa de pronunciar Alice—, a un Tokyo vacío, sin leyes y donde el objetivo principal, como así dictaminarán una serie de sádicas pruebas al más puro estilo Battle Royale, será sobrevivir. Como si toda la fantasía literaria concebida por Carroll, aquí presente en forma de continuas referencias a su obra, hubiera sido reimaginada como una fábula todavía más retorcida, cercana incluso al thriller psicológico a través de cada nuevo y mortífero juego, donde el hecho de ganar supone, paradójicamente, el perder —y quizás para siempre— algo de uno mismo.

La serie, dentro de sus obvias reminiscencias a títulos como 'Cube', 'Gantz' o la propia 'Battle Royale', no deja de ser sino una nueva reformulación del clásico concepto del survival game, solo que poniendo un mayor énfasis en el desarrollo de los personajes, en sus relaciones y en todo cuanto serán capaces de sacrificar por el camino. En ese sentido, cada nuevo juego funciona como un particular microcosmos de la condición humana; una suerte de segunda y cruel oportunidad donde sus desdichados participantes, todos ellos incapaces de encontrar su propio lugar en el mundo, serán puestos a prueba al tiempo que el miedo, la culpa y el deseo de redención, al menos para aquellos que todavía no hayan dejado atrás toda su humanidad, comienzan a aflorar en medio del caos. Tanto como para que toda esa espiral de violencia, más tensa y adictiva si cabe cuanto más conozcamos a cada personaje, se convierta en el perfecto catalizador emocional de una serie que siempre, salvo en su última y, todo sea dicho, innecesaria temporada, supo mantener el interés e ir hacia arriba hasta arrastrarnos, al igual que a esa joven ingenua que perseguía conejos blancos, al otro lado de tan delirante realidad. A esa misma, quizás no tan alejada de la nuestra, donde lo verdaderamente difícil, ya una vez descubiertas todas las cartas, no es tanto ganar la partida como sí decidir, a cambio, qué estamos dispuestos a hacer para lograrlo.

La han comparado con El juego del calamar, y de hecho mucha gente la descubrió a raíz de la serie coreana, cuando la realidad es que Alice in Borderland no sólo es anterior, sino que además está basada en un manga que por cierto aún no me he leído a pesar de tener en mi poder. Y sí, hay juegos, y sí, hay muertes, pero nada que ver.

El título no es casualidad, por supuesto que es una referencia a Alicia en el País de las Maravillas, y es que nuestro protagonista, Arisu, que es literalmente Alicia en esta historia, termina en un mundo en el que toda la gente parece haber desaparecido menos unos cuantos, aunque a lo largo de su aventura se irá cruzando con más personas, para bien y para mal. Estará acompañado por su Conejo Blanco particular, representado por Usagi, y por cierto rubio misterioso con un nombre muy similar a un gato sonriente, pero también habrá un Sombrerero y, como no podía ser de otra manera, una Reina de Corazones.

Esa Reina no está ahí como una simple referencia, sino que tiene un propósito, ya que todos los juegos a los que Arisu y compañía se tendrán que enfrentar en ese mundo del que no comprenden nada representan las cartas de la baraja francesa, donde ni el número ni el palo son casuales, todo significa algo, y lo irán descubriendo de la peor manera posible.

Estoy segura de que ha habido distintas teorías sobre lo que ese mundo representaba o qué era lo que estaba ocurriendo en realidad, y me hace mucha gracia que precisamente la Reina de Corazones lance varias de esas teorías, no sé si porque en el manga sucede así o como un guiño a los espectadores. Y creo que la mayoría estamos de acuerdo en que tendría que haber acabado con la segunda temporada, ya que finalmente llegó la explicación y, en mi opinión, fue un muy buen final, tenía sentido y todo quedaba cerrado. Pero entonces... Pasaron cosas. Netflix y sus cosas.

Se podría decir que la tercera temporada sería Alicia a través del espejo, ya que es el regreso al País de las Maravillas, en este caso Borderland. Pero, más allá de eso, y que es lo único que rescato para poder justificar esa temporada, no me ha convencido su desarrollo ni las decisiones que se han tomado, ni que algunas cosas hayan sido un poco porque sí. Entiendo que tampoco se le puede buscar mucha lógica, aunque en cierto modo hasta entonces la tenía, más o menos, pero la tercera temporada ya es demasiado loca y obliga en varias ocasiones a apagar la neurona y a dejarse llevar.

Es una serie que he visto ya tres veces, al menos la primera temporada, y no sólo por refrescar de cara a la siguiente temporada, aunque también, sino porque me gusta, y bastante más que El juego del calamar. Es cierto que en la segunda temporada se omitieron muchos juegos y se recrearon demasiado en otros, pero los que vemos a lo largo de la serie son entretenidos, muy variados a la hora de resolverlos, las dinámicas entre personajes son bastante curiosas, tiene su dosis justa de comedia pero también bastante drama, momentos que te arrancan unas lágrimas y otros que te sacan una sonrisa, aunque tampoco faltan los que te hacen llevarte las manos a la cabeza.

Lo que tengo muy claro es que, si la vuelvo a ver en un futuro, y seguramente lo haré, me quedaré en la segunda temporada, para mí la tercera no existe y de hecho no he tenido en cuenta la nota que le he puesto a la hora de hacer la media de la serie. Para mí, Alice in Borderland tiene dos temporadas y un final muy lógico y muy digno, aunque por supuesto Arisu y Usagi se casan y viven felices con su bebé.

Es una serie muy disfrutable, pero ante todo invita a darse cuenta de lo que realmente importa en la vida y a disfrutarla al máximo, sobre todo porque no siempre existen las segundas oportunidades. Porque, aunque la vida sea dura y esté llena de sufrimientos, también existen las alegrías, y hay que vivir.

Hay partes que me han gustado mucho, pero otras que yo me habría ahorrado por la ida de olla, sentimentalismos o poco entretenidas.

Los actores hacen bien su papel, sobre todo destacaría Kento Yamazaki por ser el protagonista llevándose mucho peso sobre sus hombros, Keita Machida por ese papel de amigo tan ardiente, Nijiro Murakami por su papel de chico frio y calculador & Tao Tsuchiya como Usagi que sinceramente es el única chica que mencioné, la he dejado para el final por eso y porque para mi sería el mejor personaje de la serie, puesto que su aparición es una clara señal de que viene algo entretenido, me encantan sus escenas de acción y creo que son de las mejores.

Recomendadilla al 65%.