Mira, yo soy de las crecí con Hospital Central, Médico de familia y otras series de médicos parecidas, era lo que ponían por la tele entonces y se veían en casa a la hora de la cena aunque todos sabíamos que distaban mucho de la realidad, pero eran entretenidas y, sobre todo, eran hijas de su época. Yo pensaba que ese tipo de ficciones ya estaban superadas a día de hoy, también además porque desde entonces hemos tenido series de hospitales mucho más curradas, realistas o interesantes, como House, The Good Doctor o The Pitt, más recientemente, pero en este país parece que nos quedamos en los amoríos a lo Élite o Física o Química, porque Respira es básicamente eso: cuando hay hueco entre urgencia y urgencia, a liarse. Me da vibes de ir dirigida a un público adolescente y sinceramente no le pega nada, porque siendo realistas, ningún adolescente va a ver esta serie. Además de vez en cuando meten temas sociales que sí que resultan interesantes, pero eso me patina más con lo otro porque es como que la serie nunca acaba de encontrar el tono, quiere ser adulta y juvenil al mismo tiempo y se queda en tierra de nadie.

Sinceramente, la empecé porque salía Najwa Nimri y es una jefaza, pero en esta serie no puede lucirse demasiado. El guión tampoco se lo permite. Que ojo, igual me equivoco y los hospitales son así de verdad, pero por dios espero que si algún día me tienen que ingresar de urgencia, no pille a todos los médicos con un calentón como los de esta serie, que me da el tabardillo y me dejan a medio operar para irse al baño a "relajarse". La segunda temporada ni la he terminado, no puedo más. Lo de "Respira" igual va por eso, nos piden que respiremos porque esta serie es too much pal body.

¿Será posible que esta temporada se haya convertido en mi favorita? Lo pregunto en voz alta porque es que estoy hasta extrañada, que llevamos ya 5 temporadas y lo normal en este tipo de series es que con el paso del tiempo vayan decayendo y perdiendo fuelle, y de hecho aquí pasó eso después de la primera, pero con esta temporada han remontado por todo lo alto.
Lo primero que tengo que decir es que es de las temporadas más divertidas que han sacado, si no la que más junto a la primera. Se ha vuelto a notar fresca, con buenas ideas y con chistes que funcionan y que han sabido aprovechar las dinámicas entre personajes, que para algo los conocemos ya desde hace la tira de años. Pero esto, aparte de una comedia, es una serie sobre asesinatos, por lo que tiene que palmar alguien, debe hacerlo además en el edificio y la policía tendrá que ser de nuevo tan inútil como para que lo tengan que resolver dos ancianos y una treintañera, y en esa parte la serie también ha vuelto a sus orígenes. Después de algunos casos bastante flojos en las últimas temporadas, nos han vuelto a presentar uno interesante, con pistas que de verdad se sentían factibles en lugar de ser bombas de humo para rellenar capítulos y con una víctima que, a mí al menos, me ha llegado a la patatilla.

Me lo he pasado en grande con cada capítulo, he reído, he sufrido y he estado enganchada para ver cómo se resolvía todo. Me alegra tanto que esta serie haya vuelto a brillar que no puedo casi ni expresarlo. Además habrá sexta temporada, y la forma de presentarla al final del último capítulo ha sido divertidísima también. No sé qué se habrán tomado los guionistas durante esta temporada, pero que no lo dejen, por favor.

No sé si ha sido culpa mía que no he sabido entrar en la propuesta o es de la serie que no ha encontrado su tono, pero me ha dejado bastante más fría que la de Dahmer e incluso que la de los hermanos Menéndez, la cual ya me pareció estar un escalón o dos por debajo de la primera. Sea cual sea la razón, lo que me parece claro es que la serie se pierde en un especie de paralelismo que intenta trazar casi constantemente entre Ed Gein y otros muchos serial killers a los que inspiró, con la diferencia de que esos asesinos seriales que nos muestran son de ficción. Porque no es ningún secreto que esa personalidad fría y calmada de Gein, tan de aparentar ser un buenazo que nunca había roto un plato, ha inspirado a muchos guionistas a crear personajes para el cine criminal y de terror, como Norman Bates o Hannibal Lecter, y es algo donde la serie intenta buscar una conexión en todo momento, la mayor parte del tiempo de forma forzosa, ya que una cosa es que su personalidad y carácter inspirasen la creación de otros personajes y otra muy distinta que su vida fuera una película, cosa que evidentemente no debió de ser así pero donde la serie no para de insistir. Llega a tal punto que se inventa muchos pasajes de su vida, incluyendo algunos asesinatos no cometidos (como si los que de verdad cometió no hubieran sido suficientes) que desvirtúan, a mi parecer, toda la historia que nos están contando.

Charlie Hunnam está bastante bien, es además un tipo de papel que se aleja bastante de lo que él suele hacer y lo clava, pero la serie en su conjunto se pierde demasiado en otros temas que restan más que aportan. Atrapa hasta cierto punto como ficción, pero es eso: demasiada ficción para lo que debería haber sido un true crime.

Una vez más, Netflix tomando malas decisiones con sus productos, incluso aunque sean sus productos estrella más vistos como es el caso. La cosa esta se dividir las temporadas en bloques nunca la he acabado de entender, y más cuando lo que han hecho ha sido básicamente soltarnos dos tandas de cuatro episodios cada una con una diferencia de un mes, lo que al final equivalía a ponernos uno por semana como toda la vida, formato que yo personalmente prefiero. Anyway, lo que ha pasado también es que esos dos bloques han tenido además un tono muy diferente, estando el primero algo disperso en cuanto a tramas y personajes, y el segundo mucho más centrado. Huelga decir que la parte final funciona mucho mejor que la primera, ya con todo encarrilado y las piezas en su sitio, mientras que esos cuatro primeros capítulos los consideraría casi como una introducción larga para la temporada. Es una decisión arriesgada para mi gusto, sobre todo por haberla dividido de esa forma que hace que se note más el cambio de tono. Quitando eso, y poniendo todo en una balanza, la temporada me ha gustado más o menos tanto como la primera, algo más irregular en general, pero buena una vez sumadas todas las partes. La forma de mezclar el drama adolescente con la comedia sigue funcionando, y la incorporación de más personajes y problemas familiares va expandiendo el universo de la serie en buena dirección. La atmósfera rollito Hogwarts con toques halloweeneros también sigue molando, lo cual me hace preguntarme también por qué Netflix decidió estrenar esto en agosto y no en noviembre, pero bueno, los listos son ellos que son los que cancelan 20 series cada año.

En fin, que me quedo con ganas de más y de que llegue la tercera temporada para seguir viendo a mi Jenna Ortega y sus miradas fulminantes. No vivo para otra cosa.

Pues me ha sorprendido muchísimo esta serie, sobre todo porque a mí la vida Tamara-Yurena-Ámbar nunca me interesó nada en su época. La veía como otro producto más del lado más freak del showbusiness del momento, ese mismo que se alimentaba de llevar a artistas de cuestionable talento a Crónicas Marcianas, Tómbola y demás programas similares más para reírse de ellos que con ellos. Pero claro, esa era una faceta que las televisiones explotaban para generar audiencia, mientras que este tipo de "freaks" se prestaban a eso porque así pensaban que podrían tener su oportunidad de llegar a algo más. Es triste porque todos sabíamos que no llegarían muy lejos, pero eso lo vemos desde nuestra postura de espectadores. Ellos como artistas estaban dispuestos a cualquier cosa por su sueño, y las televisiones se aprovechaban de ello.
De esto te das cuenta conforme creces, solo que toda esta gente quedó tan en el olvido con el paso del tiempo que lo normal era no reparar en ellos. Pero entonces llega Nacho Vigalondo y se saca de la chistera esta serie que recupera ese lado más humano detrás de todos esos personajes: Tamara, Paco Porras, Leonardo Dantés... con especial atención a Tamara, claro, la verdadera superestar del título. O María del Mar Cuena Seisdedos como la conoceremos aquí, ya que veremos con una mezcla de ternura, comedia y alguna buena dosis de crítica (a la parafernalia televisiva) todo lo que había detrás de sus interminables sobrenombres.

La caracterización de los personajes es una maravilla, todos están geniales y están llevados con esa misma ternura y humor que la serie en general, ayudando también a las partes más dramáticas y conmovedoras que también veremos, por supuesto. La verdad es que me ha emocionado en más de una ocasión y creo que ese es el mayor logro de la serie: que hace un homenaje a la época y sobre todo a todas estas personas detrás de los personajes. Muy sorprendente y recomendable, vaya. Yo ya estoy abonada al neotamarismo.

Partiendo de la base de que estamos todos de acuerdo en que tanto esta temporada como la segunda eran innecesarias, a mí por lo menos me han gustado bastante estos episodios. Los juegos han estado muy bien, y algunos como el del segundo capítulo me han devuelto esa sensación de tensión que tanto me gustan de este tipo de serie. En la anterior temporada también había tensión, pero creo que con ésta han recuperado la que muchos echábamos de menos de la primera, y hasta podría decirse que han repetido algunos esquemas argumentales de ésa, aunque no por ello se ha hecho predecible ni mucho menos. De hecho, una de las cosas que más me han sorprendido es que ya no saben quién puede morir ni cuándo, se han atrevido con todo. Que vale, sí, realmente ya sabemos todos que al último juego tienen que llegar muy pocos y que siempre habrá "buenos" y "malos" para equilibrar, pero el proceso hasta llegar allí ha sido toda una montaña rusa de emociones que me ha dejado con la lagrimita en el ojo en casi todos los capítulos. Lo bien que maneja esta gente la tensión es una barbaridad.
Y luego, el final pues bueno, alguna cosita nos la han dejado un poco abierta, o al menos a nuestra libre imaginación, aunque lo importante en general se cierra bien y creo que la lectura que nos deja encaja bastante bien con el mensaje que siempre intentó transmitir la serie.

Así que bueno, habrá gustado más o menos y se habrá ganado seguramente muchos más haters de los que ya tenía, pero creo que ha sido un gran final para una gran serie.

Es posible que tenga mucho de placer culpable porque me ha gustado pese a saber que no es gran cosa, pero es que no he podido evitarlo. Me he reído demasiado con esta tontería. ¿Una millennial en la Zarzuela? Pues ahí tenemos a la Leonor y la Sofi, solo que ellas parecen responsables y preparadas, no como la millennial de esta serie, Pilar, que está más cerca de ser una nini que una princesa: irresponsable, vaga, descarada... una joya, vamos. Y encima su padre, el rey Alfonso XIV la lía parda y tiene que cederle el trono a la niñata (¿Un rey armando escándalos y abdicando? ¿De qué me suena eso?), algo para lo que obviamente ni tiene ganas ni está muy bien preparada. Bueno, lo de niñata es un decir porque la criatura tiene como 30 veranos, pero ya me entendéis.
Lo mejor es que no se queda solo en la parte cómica, sino que también tiene un tonillo de sátira hacia la monarquía y a cómo sigue estancada muy en el pasado, poniendo ese lado más jovial y moderno de las nuevas generaciones enfrente para que se miren de tú a tú, dando tanto espacio para lo ridículo como para elaborar una crítica institucional.

Como digo, no creo que sea una seriaza, pero al menos es corta, ágil y tiene uns puntazos geniales. Aparte de que los palos la monarquía nunca están de más. Anna Castillo está estupenda, por cierto. Como princesa regular, pero es toda una reina.

Creo que la han renovado para una cuarta temporada, pero yo la abandono ya en la tercera porque como la serie siga esta bajada en picado me voy hasta a marear. La primera tuvo su aquel: un grupo de machitos muy machos del siglo XXI que intentan adaptarse a los nuevos tiempos de igualdad y feminismo. Como idea pintaba curiosa, y aunque el humor no era del todo de mi gusto, debo reconocer que había muchos momentos que conseguían sacarme la sonrisa, pero luego van pasando los capítulos y las temporadas y me da la sensación que no hay progresión, que se han estancado y cualquier mensaje positivo que quisieran darnos en favor de la igualdad se pierde en chistes cada vez más casposos y estereotipados. Claro, luego vi que los creadores de la serie son Laura Caballero (que escribe también capítulos en La que se avecina) y Alberto Caballero (Escenas de matrimonio, casi nada), sobrinos de José Luis Moreno (otro estandarte del "buen" humor naaaada casposo), y entonces ya lo entendí todo.

Que luego tendrá su público, eso por supuesto, pero yo no puedo con ella más. Sobre todo porque me da la impresión de que nunca tuvieron intención de hacer una crítica social ni nada, sino que todo es una excusa para ir metiendo sketches de temas típicos como las infidelidades, los roles de género y esas cosas. Muy de Escenas de matrimonio precisamente, y con cada temporada eso se nota más. Y no sé vosotros, pero yo ya tuve bastante Pepa y Avelino de cuando los veían mis padres.

Pensaba que iba a ser la típica segunda temporada sin chispa para estirar el chicle, pero se nota que le han dedicado tiempo a darle sentido a ese final que nos dejó a muchos desconcertados, y además sigue enganchando tanto como la primera, que es lo que al final la mayoría buscamos en esta serie.

Como digo, esta temporada continúa justo donde acabó la anterior y se toma la molestia de explicarnos por qué el protagonista tomó la decisión que tomó, dando un contexto a sus motivaciones y poniéndolas en perspectiva. Mucha gente ya se ha quejado de que el inicio de temporada es muy lento porque quieren juegos desde el minuto uno, pero a mí me parece perfecto que se tomen ese tiempo para que todo sea más coherente. Al final siempre hay quejas por todo, porque si son todo juegos la acusan de simple y absurda, mientras que si hay más historia y desarrollo de personajes dicen que se ha vuelto aburrida. A mí desde luego no me ha parecido aburrida, de hecho me ha interesado ver más del prota, de sus traumas y preocupaciones, y además juegos también hay, por supuesto, y son tan retorcidos y tensos como siempre. ¿Que hay conveniencias de guión para que el prota siempre se salve? Pues claro, como en casi cualquier serie del mundo sin ir más lejos.
Y en realidad se nota mucho que han querido no salirse demasiado de la fórmula de la primera temporada para no disgustar a nadie, porque tenemos algunos roles de personajes que se repiten, como el buenazo que sabes que en cualquier momento se van a aprovechar de él, la chica pequeña y adorable a la que quieres cuidar en todo momento, el que te da mala espina desde el principio, el que está tocado de la cabeza (este es divertidísimo)... No falta ni uno, pero hay que decir que se han vuelto a sacar de la manga otro grupito de personajes geniales, y además ahora con más inclusión y tocando temas importantes.

Lo que sí me ha fallado ha sido el final en plan coitus interruptus, pero esto ya supongo que son cosas de Netflix para seguir haciendo caja, así que bueno, es lo que toca. Yo desde luego con ganas de ver cómo sigue y de ver qué les pasa al prota y al resto de mis amores, que los quiero un montón a todos y no quiero que les pase nada.