Redactada: 2020-06-06
¿Quién no ha soñado alguna vez con volver atrás en el tiempo? Regresar a un momento del pasado que no salió como esperábamos, hacer algo diferente y cambiar el futuro. El nuestro, claro, al de los demás que le den. Que espabilen y aprendan a viajar también ellos en el tiempo. Pues esa es básicamente la premisa de la que parte 'Una cuestión de tiempo', una comedia romántica donde nuestro protagonista, Tim Lake, descubrirá que ha heredado el mismo don para viajar en el tiempo que todos los hombres de su familia. Una propuesta ciertamente original dentro del género donde el componente de ciencia ficción es mínimo —aunque esencial— y en la que se combinará bastante humor, un chorrito de drama, unas gotas de viajes temporales y mucho, mucho azúcar. Muchísimo azúcar. El suficiente como para enamorar a muchos e indigestar a otros.

Pero, dejando de lado preferencias personales, vayamos a lo importante, al turrón: los viajes en el tiempo y sus consecuencias. La gran mayoría de películas de esta temática tienen una moraleja y 'Una cuestión de tiempo' no iba a ser una excepción, aunque creo que lo hace de una manera más que cuestionable. El protagonista no duda ni un instante en utilizar sus nuevas habilidades para ir atrás en el tiempo, interactuar con la chica de sus sueños, obtener información sobre ella y aprovecharse de todo esto para enamorarla. Técnicamente no es él quien la enamora, sino una versión idealizada de sí mismo que ha ido forjando en torno a los gustos de ella, de modo que todo es una gran farsa que la película, obviamente, disfraza bajo su fachada de comedia romántica. Por si fuera poco, el protagonista no aprende nada de las situaciones en las que usa el viaje en el tiempo para repetir momentos, sino que solo aprende de los momentos que NO puede cambiar, como la muerte de su padre. Es decir, solo se cuestiona aquellas cosas en las que sus poderes no le sirven de nada, mientras que en el resto de casos no le importa haber manipulado a la gente porque se salió con la suya.

En definitiva, mejor como comedia que como drama y romance, sobre todo porque presenta muchos elementos cuestionables que hacen que su propia lección moral final pierda peso (por mucha música de piano que le pongan). Y en tema de paradojas e incoherencias ni siquiera voy a entrar porque también las hay a patadas. Para mí, pasable sin más. Para una tarde en la que se quiera morir de sobredosis de azúcar puede estar bien.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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