Crítica de Tiburón, en las garras del hombre por gjulo
Redactada: 2025-06-20
Un excelente documental del gran Rob Stewart, quien dedicó toda su joven vida a concienciar al mundo sobre la importancia de los tiburones en nuestros océanos. Nuestra supervivencia depende de ello, entre otros factores, por supuesto... Lo vemos junto al famoso Paul Watson. Juntos libran una batalla que no está exenta de riesgos.
¿Qué es exactamente « Tiburón, en las garras del hombre» (o «Sharkwater»)? Un documental. Y espero que esta simple palabra no os haga retroceder asustados, porque os perderíais algo increíble.
Además de los preceptos de humanidad y ecología que nos transmite este documental, es sobre todo una eficaz sensibilización sobre los tiburones. El animal se desmitifica de una vez por todas. No, no es una criatura sanguinaria sedienta de sangre. No, no ve mal bajo el agua. No, no hay que hacer mucho ruido para ahuyentarlo cuando se acerca a ti. Y no, no mata a cientos de personas cada año por pura crueldad.
« Tiburón, en las garras del hombre » nos habla del tiburón tal y como es, en toda su verdad: un animal grandioso, que ha sobrevivido a todas las extinciones de especies que ha sufrido la Tierra, un depredador perfecto ante el cual el ser humano, al fin y al cabo, no es gran cosa. Este animal nos lleva a cuestionarnos sobre nosotros mismos ante todo.
Hay tres inmersiones en « Tiburón, en las garras del hombre ». La primera inmersión es contemplativa, sumerge al espectador en magníficos paisajes marinos y oceánicos donde los tiburones conviven con otras especies y se alimentan, de acuerdo con su lugar privilegiado en la cadena alimentaria, que los convierte en los dioses de este mundo acuático. La segunda inmersión es militante, confronta al espectador con una realidad poco mediática, con gran apoyo de testimonios y secuencias tomadas en vivo; una inmersión en el horror, en la barbarie humana, lejos de los clichés asociados a la representación tradicional de los tiburones como monstruos sanguinarios. La tercera inmersión es autocentrada, relata el amor que el director Rob Stewart siente desde pequeño por los tiburones; una inmersión que se asemeja a un culto a la personalidad con múltiples ralentizaciones, planos excesivamente estetizados y escenificaciones ridículas. No se puede reprochar a un documental comprometido que sea demostrativo; sin embargo, cuando la demostración toma la forma de un ajuste de cuentas a golpes de coral, hay un problema.
Este documental sigue siendo, sin embargo, una acusación sin concesiones contra la locura humana, esa locura que empuja al hombre a medirse con los dioses con aletas sin comprender que su ridícula lucha tiene consecuencias para la supervivencia de la biodiversidad y para la supervivencia de nuestra especie. «Nos creemos dioses, cuando no somos más que una banda de primates desbocados».
Corre a ver esta documental . Está tan bien orquestado que se olvidará de tener miedo.
Reto:
¿Qué es lo que más te ha gustado? Todo. Este documental merece ser conocido por concienciar sobre la preocupante desaparición de estas especies marinas. En él se ofrece información sobre los tiburones y su papel esencial en el ecosistema marino, sobre la percepción errónea que se tiene de estos implacables depredadores, sobre los problemas internacionales del incumplimiento o la ausencia de normas de pesca, sobre el tráfico de aletas de tiburón y sobre la corrupción de los Estados debido a las inconmensurables sumas de dinero que generan las mafias de este mercado... En resumen, los temas más diversos se articulan armoniosamente en torno a los tiburones y su alarmante desaparición. Porque ese es el objetivo de este documental: alertar. Los tiburones están en peligro de extinción, pero, al ser percibidos como monstruos, la sociedad no se moviliza en su defensa.
¿Qué es lo que menos te ha gustado? El director confunde la toma de conciencia con la toma de rehenes, nosotros, los espectadores, somos sus cautivos, y los numerosos paneles de texto sobre fondo negro agredan la vista, lo que demuestra una falta de confianza en las imágenes y las secuencias mostradas. La paradoja que subyace en todo el largometraje reside en su voluntad de derribar su estatus de superhombre al tiempo que traza el retrato de un dios protector, el propio director.
¿Qué título alternativo le pondrías?
Me parece haber visto un lindo pececito
¿Qué es exactamente « Tiburón, en las garras del hombre» (o «Sharkwater»)? Un documental. Y espero que esta simple palabra no os haga retroceder asustados, porque os perderíais algo increíble.
Además de los preceptos de humanidad y ecología que nos transmite este documental, es sobre todo una eficaz sensibilización sobre los tiburones. El animal se desmitifica de una vez por todas. No, no es una criatura sanguinaria sedienta de sangre. No, no ve mal bajo el agua. No, no hay que hacer mucho ruido para ahuyentarlo cuando se acerca a ti. Y no, no mata a cientos de personas cada año por pura crueldad.
« Tiburón, en las garras del hombre » nos habla del tiburón tal y como es, en toda su verdad: un animal grandioso, que ha sobrevivido a todas las extinciones de especies que ha sufrido la Tierra, un depredador perfecto ante el cual el ser humano, al fin y al cabo, no es gran cosa. Este animal nos lleva a cuestionarnos sobre nosotros mismos ante todo.
Hay tres inmersiones en « Tiburón, en las garras del hombre ». La primera inmersión es contemplativa, sumerge al espectador en magníficos paisajes marinos y oceánicos donde los tiburones conviven con otras especies y se alimentan, de acuerdo con su lugar privilegiado en la cadena alimentaria, que los convierte en los dioses de este mundo acuático. La segunda inmersión es militante, confronta al espectador con una realidad poco mediática, con gran apoyo de testimonios y secuencias tomadas en vivo; una inmersión en el horror, en la barbarie humana, lejos de los clichés asociados a la representación tradicional de los tiburones como monstruos sanguinarios. La tercera inmersión es autocentrada, relata el amor que el director Rob Stewart siente desde pequeño por los tiburones; una inmersión que se asemeja a un culto a la personalidad con múltiples ralentizaciones, planos excesivamente estetizados y escenificaciones ridículas. No se puede reprochar a un documental comprometido que sea demostrativo; sin embargo, cuando la demostración toma la forma de un ajuste de cuentas a golpes de coral, hay un problema.
Este documental sigue siendo, sin embargo, una acusación sin concesiones contra la locura humana, esa locura que empuja al hombre a medirse con los dioses con aletas sin comprender que su ridícula lucha tiene consecuencias para la supervivencia de la biodiversidad y para la supervivencia de nuestra especie. «Nos creemos dioses, cuando no somos más que una banda de primates desbocados».
Corre a ver esta documental . Está tan bien orquestado que se olvidará de tener miedo.
Reto:
¿Qué es lo que más te ha gustado? Todo. Este documental merece ser conocido por concienciar sobre la preocupante desaparición de estas especies marinas. En él se ofrece información sobre los tiburones y su papel esencial en el ecosistema marino, sobre la percepción errónea que se tiene de estos implacables depredadores, sobre los problemas internacionales del incumplimiento o la ausencia de normas de pesca, sobre el tráfico de aletas de tiburón y sobre la corrupción de los Estados debido a las inconmensurables sumas de dinero que generan las mafias de este mercado... En resumen, los temas más diversos se articulan armoniosamente en torno a los tiburones y su alarmante desaparición. Porque ese es el objetivo de este documental: alertar. Los tiburones están en peligro de extinción, pero, al ser percibidos como monstruos, la sociedad no se moviliza en su defensa.
¿Qué es lo que menos te ha gustado? El director confunde la toma de conciencia con la toma de rehenes, nosotros, los espectadores, somos sus cautivos, y los numerosos paneles de texto sobre fondo negro agredan la vista, lo que demuestra una falta de confianza en las imágenes y las secuencias mostradas. La paradoja que subyace en todo el largometraje reside en su voluntad de derribar su estatus de superhombre al tiempo que traza el retrato de un dios protector, el propio director.
¿Qué título alternativo le pondrías?
Me parece haber visto un lindo pececito
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