Crítica de ¿Por qué no jugamos en el infierno? por MrPenguin
Redactada: 2020-10-11
Sion Sono nos trae esta gamberrada freak donde se mezclan varios géneros para lograr todo un espectáculo que sirve a su vez como homenaje al cine. La película va presentando distintas subtramas que se irán conectando poco a poco a través de un variopinto grupo de personajes: una chica famosa por haber hecho un anuncio de dentífrico cuando era niña, un grupo de yakuzas más preocupados por vestir como japoneses tradicionales que por el negocio, un Bruce Lee marca Hacendado y un grupo de jóvenes y soñadores cineastas amateur.
La primera hora sirve a modo de introducción y a partir de la segunda empieza la fiesta, con un brutal tramo final que es una locura total a lo 'Kill Bill' y que debió dejar a todo Japón sin reservas de sirope de fresa. Pero no todo es sangre y excesos, Sion Sono también hace un ejercicio de metacine para homenajear (y parodiar) a los géneros típicos de su tierra —yakuzas, samuráis y artes marciales—, a los que mira con nostalgia mientras lanza alguna crítica a cómo el tiempo lo cambia todo aunque a veces nos quedemos aferrados al pasado: desde esa niña a la que le sigue persiguiendo su anuncio de pasta de dientes hasta esos yakuzas empeñados en vestir kimonos en lugar de trajes y pasando por esos cineastas que todavía sueñan con filmar una obra maestra que nunca llega.
En fin, un delirio de película que no se toma en serio a sí misma y que por tanto nosotros tampoco deberíamos, es la mejor manera de disfrutar de esta locura.
La primera hora sirve a modo de introducción y a partir de la segunda empieza la fiesta, con un brutal tramo final que es una locura total a lo 'Kill Bill' y que debió dejar a todo Japón sin reservas de sirope de fresa. Pero no todo es sangre y excesos, Sion Sono también hace un ejercicio de metacine para homenajear (y parodiar) a los géneros típicos de su tierra —yakuzas, samuráis y artes marciales—, a los que mira con nostalgia mientras lanza alguna crítica a cómo el tiempo lo cambia todo aunque a veces nos quedemos aferrados al pasado: desde esa niña a la que le sigue persiguiendo su anuncio de pasta de dientes hasta esos yakuzas empeñados en vestir kimonos en lugar de trajes y pasando por esos cineastas que todavía sueñan con filmar una obra maestra que nunca llega.
En fin, un delirio de película que no se toma en serio a sí misma y que por tanto nosotros tampoco deberíamos, es la mejor manera de disfrutar de esta locura.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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Sentimiento
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Duracion
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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