Crítica de Ellas hablan por Wotan2022
Redactada: 2024-06-20
No basta con buen libro o idea para hacer una buena película.
Hay que construir una historia coherente y emocionante, desarrollarla en un buen guión y luego traducirla a imágenes que te convenzan y absorban. Y si la cosa va de tesis, tan importante es que te convenza la tesis afín a ti como la contraria.
En la idea de partida, en abstracto, es muy potente, y su desarrollo permitiría construir un tejido de emociones humanas (femeninas) muy interesante.
Pero no es el caso.
La película empieza bien, demasiado teatral quizás (algo me recuerda el ambiente de ), pero construye un universo de opiniones y sentimientos confrontados con mucha habilidad y convicción. Esto dura una media hora. De repente entra en escena el maestro, y todo se viene abajo. ¿Por qué? Pues no lo sé ni lo entiendo. Quizás sea porque el maestro represente y visualiza al otro sexo del cual quieren huir o vengarse. Pero con un personaje definido así y un actor como el que lo encarna, el contrapunto se vuelve patético y devalúa el contexto moral y emocional del grupo de mujeres.
A partir de ahí, la trama ya no levanta cabeza. Solo aparece un destello de emoción casi al final, que pasa desapercibido porque ya has desconectado de las historias del grupo de mujeres.
Desde el punto de vista cinematográfico, la película sólo funciona cuando están reunidas en el granero. Casi todo lo que pasa fuera es irrelevante y está mal contado. La mayoría de las anécdotas que intercala son pedestres e incomprensibles, cuando no directamente absurdas.
Si el libro se planteaba como una abstracción deslocalizada en el tiempo y en el espacio (casi una distopía en el pasado), en el momento en que la guionista y directora Sarah Polley lo ubica físicamente, ambientalmente y socialmente en un entorno rural aislado asimilable al medio oeste de Estados Unidos (rodada en Ontario (Canadá)) y en una época no muy posterior a la II Guerra Mundial, la coherencia en el atrezzo revienta cuando las mujeres (analfabetas) usan barritas de carbón para votar (¡por primera vez en su vida!) y el maestro utiliza un bolígrafo BIC.
Para colmo, siendo obvio que están en el hemisferio norte, resulta que se orientan ¡por la Cruz del Sur!, imposible de ver en esa latitud.
En resumen: un tostón de película de la que se salvan las actuaciones de varias de sus actrices (entre las que no incluyo a Frances McDormand).
Hay que construir una historia coherente y emocionante, desarrollarla en un buen guión y luego traducirla a imágenes que te convenzan y absorban. Y si la cosa va de tesis, tan importante es que te convenza la tesis afín a ti como la contraria.
En la idea de partida, en abstracto, es muy potente, y su desarrollo permitiría construir un tejido de emociones humanas (femeninas) muy interesante.
Pero no es el caso.
La película empieza bien, demasiado teatral quizás (algo me recuerda el ambiente de ), pero construye un universo de opiniones y sentimientos confrontados con mucha habilidad y convicción. Esto dura una media hora. De repente entra en escena el maestro, y todo se viene abajo. ¿Por qué? Pues no lo sé ni lo entiendo. Quizás sea porque el maestro represente y visualiza al otro sexo del cual quieren huir o vengarse. Pero con un personaje definido así y un actor como el que lo encarna, el contrapunto se vuelve patético y devalúa el contexto moral y emocional del grupo de mujeres.
A partir de ahí, la trama ya no levanta cabeza. Solo aparece un destello de emoción casi al final, que pasa desapercibido porque ya has desconectado de las historias del grupo de mujeres.
Desde el punto de vista cinematográfico, la película sólo funciona cuando están reunidas en el granero. Casi todo lo que pasa fuera es irrelevante y está mal contado. La mayoría de las anécdotas que intercala son pedestres e incomprensibles, cuando no directamente absurdas.
Si el libro se planteaba como una abstracción deslocalizada en el tiempo y en el espacio (casi una distopía en el pasado), en el momento en que la guionista y directora Sarah Polley lo ubica físicamente, ambientalmente y socialmente en un entorno rural aislado asimilable al medio oeste de Estados Unidos (rodada en Ontario (Canadá)) y en una época no muy posterior a la II Guerra Mundial, la coherencia en el atrezzo revienta cuando las mujeres (analfabetas) usan barritas de carbón para votar (¡por primera vez en su vida!) y el maestro utiliza un bolígrafo BIC.
Para colmo, siendo obvio que están en el hemisferio norte, resulta que se orientan ¡por la Cruz del Sur!, imposible de ver en esa latitud.
En resumen: un tostón de película de la que se salvan las actuaciones de varias de sus actrices (entre las que no incluyo a Frances McDormand).
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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