Crítica de El triángulo de la tristeza por jdmorris
Redactada: 2023-03-01
No deja de ser otro zasca para la raza humana, pero me gusta cómo está enfocado. Creo que está difícil comentar sin spoilers, así que taparé el grueso del comentario.
Ya en la primera parte tenemos la mordaz y acertada crítica al mundo de la moda, a lo que hay que añadir las estúpidas discusiones de Carl y Yaya...
Pasamos al yate y continuamos con la gente con dinero, cómo viven en su burbuja de realidad distorsionada, con preocupaciones banales, y cuyos caprichos pueden trastocar a su antojo la vida de los demás, pero ojo, ante las inclemencias del tiempo y las cosas de la fisiología humana, todas sus pijoterías y amaneramientos se borran de un plumazo, y empieza a sonar Refused para aderezar la grotesca escena. Entre todo esto tenemos a Woody Harrelson, la cara más reconocible del elenco, como un ser más natural, algo atormentado con su peculiar decadencia, y que mantiene una (no sé siquiera si se puede llamar) conversación plagada de tópicos demagógicos, con el viejo ruso que en su día fue nuevo rico y que probablemente haya olvidado un poquito sus orígenes. También tenemos a la "simpática" pareja capaz de hablar de sus granadas de mano y minas terrestres con naturalidad mientras degustan una frugal y carísima comida, aunque éstos se encontrarán más tarde con la justicia poética ante sus mismas narices.
Ya en la isla (quizá la parte que al principio me ha costado un poco más, porque no podía evitar pensar en el reality Supervivientes, a pesar de no seguirlo) encontramos lo que era de esperar, que todos los que en el barco eran poderosos, carecen completamente de conocimientos y habilidades prácticas para la subsistencia, y su instinto de supervivencia recurre a bajezas en su lugar. Cambian las tornas, y aunque al principio parece que la cosa podría ponerse un poquito más justa y solidaria, al final la armonía total es una utopía, puesto que siempre habrá alguien que esté a disgusto y la joderá. Aquí no se libra nadie y así queda patente hasta el final donde se percibe lo absurdo de la situación y se vuelve a imponer la falta de moralidad una vez más a pesar de haber estado tan cerca todo el rato de la "salvación".
Gran lección, aunque un rayito de esperanza al menos siempre viene bien.
Ya en la primera parte tenemos la mordaz y acertada crítica al mundo de la moda, a lo que hay que añadir las estúpidas discusiones de Carl y Yaya...
Pasamos al yate y continuamos con la gente con dinero, cómo viven en su burbuja de realidad distorsionada, con preocupaciones banales, y cuyos caprichos pueden trastocar a su antojo la vida de los demás, pero ojo, ante las inclemencias del tiempo y las cosas de la fisiología humana, todas sus pijoterías y amaneramientos se borran de un plumazo, y empieza a sonar Refused para aderezar la grotesca escena. Entre todo esto tenemos a Woody Harrelson, la cara más reconocible del elenco, como un ser más natural, algo atormentado con su peculiar decadencia, y que mantiene una (no sé siquiera si se puede llamar) conversación plagada de tópicos demagógicos, con el viejo ruso que en su día fue nuevo rico y que probablemente haya olvidado un poquito sus orígenes. También tenemos a la "simpática" pareja capaz de hablar de sus granadas de mano y minas terrestres con naturalidad mientras degustan una frugal y carísima comida, aunque éstos se encontrarán más tarde con la justicia poética ante sus mismas narices.
Ya en la isla (quizá la parte que al principio me ha costado un poco más, porque no podía evitar pensar en el reality Supervivientes, a pesar de no seguirlo) encontramos lo que era de esperar, que todos los que en el barco eran poderosos, carecen completamente de conocimientos y habilidades prácticas para la subsistencia, y su instinto de supervivencia recurre a bajezas en su lugar. Cambian las tornas, y aunque al principio parece que la cosa podría ponerse un poquito más justa y solidaria, al final la armonía total es una utopía, puesto que siempre habrá alguien que esté a disgusto y la joderá. Aquí no se libra nadie y así queda patente hasta el final donde se percibe lo absurdo de la situación y se vuelve a imponer la falta de moralidad una vez más a pesar de haber estado tan cerca todo el rato de la "salvación".
Gran lección, aunque un rayito de esperanza al menos siempre viene bien.
Guion
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