Crítica de El maquinista por jdmorris
Redactada: 2023-05-31
El maquinista, dirigida por Brad Anderson, fue rodada en la provincia de Barcelona, aunque la acción transcurre en Estados Unidos. No soy consciente de haberlo visto en los créditos, pero tiene pinta de ser de la FF de Filmax, y si estoy en lo cierto, estaríamos ante uno de los mayores aciertos en la historia de la productora.
Comenzando con una breve escena, con el protagonista totalmente metido en harina, rápidamente viajamos mediante flashback hasta el punto de partida elegido para comenzar el desarrollo de la historia. Con una atmósfera oscura y opresiva, casi nos sentimos igual que Trevor Reznik, el operario extremadamente delgado, insomne y solitario al que le ocurren cosas cada vez más inverosímiles. Entramos en un juego psicológico que, por un lado, querremos desentrañar, pero por otro desearemos escapar de él para poder respirar.
Es mi segundo visionado, y no recuerdo si la primera vez estaba convencido de que todo estaba en la cabeza de Reznik, o tenía mis reservas, puesto que, aunque no recordaba todo, creo que mi subconsciente estaba diciéndome cosas a mí también.
El caso es que el hombre no solo tiene insomnio desde hace un año ya, algo que no es moco de pavo, sino que también sufre alucinaciones y paranoia, en una bola que cada vez se hace más grande retroalimentándose. Hasta que al final descubrimos la verdad, que todo viene por un gran sentimiento de culpa a raíz de un accidente ocurrido antes de que nosotros llegáramos a su vida. Este final me ha parecido que se puede ir intuyendo en algunos momentos, pero seguiré sin saber si era mi subconsciente recordándome la película o no.
En fin, que es una buena película, y recomendable. Se pasa un buen rato siguiendo su desarrollo, pero tampoco es un viaje a la playa, hay que sufrir un poquito.
P.S. Me quedo con las ganas de invitar a Trevor a un buen cocido, de ésos a los que le sigue una siesta que no se la salta un gitano.
Comenzando con una breve escena, con el protagonista totalmente metido en harina, rápidamente viajamos mediante flashback hasta el punto de partida elegido para comenzar el desarrollo de la historia. Con una atmósfera oscura y opresiva, casi nos sentimos igual que Trevor Reznik, el operario extremadamente delgado, insomne y solitario al que le ocurren cosas cada vez más inverosímiles. Entramos en un juego psicológico que, por un lado, querremos desentrañar, pero por otro desearemos escapar de él para poder respirar.
Es mi segundo visionado, y no recuerdo si la primera vez estaba convencido de que todo estaba en la cabeza de Reznik, o tenía mis reservas, puesto que, aunque no recordaba todo, creo que mi subconsciente estaba diciéndome cosas a mí también.
El caso es que el hombre no solo tiene insomnio desde hace un año ya, algo que no es moco de pavo, sino que también sufre alucinaciones y paranoia, en una bola que cada vez se hace más grande retroalimentándose. Hasta que al final descubrimos la verdad, que todo viene por un gran sentimiento de culpa a raíz de un accidente ocurrido antes de que nosotros llegáramos a su vida. Este final me ha parecido que se puede ir intuyendo en algunos momentos, pero seguiré sin saber si era mi subconsciente recordándome la película o no.
En fin, que es una buena película, y recomendable. Se pasa un buen rato siguiendo su desarrollo, pero tampoco es un viaje a la playa, hay que sufrir un poquito.
P.S. Me quedo con las ganas de invitar a Trevor a un buen cocido, de ésos a los que le sigue una siesta que no se la salta un gitano.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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Sentimiento
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Duracion
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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