Redactada: 2023-06-20
Arranca la primera entrega de la trilogía de El Hobbit con una agradable nostalgia: la música de Howard Shore, los escenarios de Bolsón Cerrado y Hobbiton, la aparición de Bilbo y Frodo… ¿cómo no retroceder a 2001, cuando vimos por primera vez La comunidad del anillo? Si en el prólogo de El señor de los anillos se nos contaba la creación y la pérdida del Anillo Único, aquí vemos el declive del reino de los enanos y la pérdida de la ciudad Erebor ante el ataque del temible dragón Smaug.

Quien leyó El Hobbit y se espera una adaptación cien por cien fiel, será mejor que no vea la película. Sólo sabiendo que sacarían una trilogía de un libro que no llega a las 300 páginas, es señal de que hay material que no sale en este libro de Tolkien. Por ejemplo, para vincular El Hobbit con El señor de los anillos, han añadido una trama paralela que, en mi opinión, da más chicha a la película: las apariciones del mago protector del bosque, la espada embrujada y un ser tan misterioso como temible hacen que la historia cobre más interés; gracias a esto podemos oler el fuego de Mordor amenazando décadas antes de que ocurran los hechos. Estos añadidos hacen que la película crezca, da la sensación de que la Tierra media sigue siendo igual de majestuosa y hay más peligros además de las aventuras que viven los enanos, Bilbo y Gandalf. Por último, cabe destacar que todo esto no se lo ha inventado Jackson, sino que lo ha cogido de los Apéndices escritos por Tolkien.

He leído críticas muy duras respecto a la división que ha hecho el director y, en mi opinión, si la empresa que trabaja en el proyecto pone todo su empeño, esfuerzo y logra que las películas sean entretenidas y contengan escenas que quiten el aliento, da igual si el libro en el que están basadas es corto o largo.

En muchas ocasiones, el paisaje es el protagonista principal, es excelente, emociona; hay cada secuencia... ya sea andando o volando, ¡todas son sublimes! Y encontramos localidades similares a la anterior trilogía, como es el caso de Rivendel.

También hay escenas que resultarán familiares: Gandalf enfadado en la casa de Bilbo (simulando que aumenta de estatura mientras se oscurece la habitación), Bilbo descubriendo que el Anillo le hace invisible del mismo modo que pasó con Frodo…

No debe ser fácil interpretar en una producción de estas características, rodeado de pantallas verdes y de bichos inexistentes, o que suenen auténticos los diálogos de los enanos o los elfos, pero este elenco lo consigue. Thorin hablando de lealtad, Gandalf confesando a Galadriel que tiene miedo, Gollum descubriendo que ha perdido lo que más le importa, Bilbo hablando sobre el hogar… son los mejores momentos del film. Además, la frescura de ciertas escenas, como la de los tres trolls cocinando, se agradecen muchísimo para suavizar el tiempo entre carreras y peleas.

Jackson logra que los enanos, una raza que siempre ha estado en segundo plano, ascienda en el ranking de la fama al mostrarnos unos hombres con dudosos modales, peinados imposibles y la inesperada capacidad de fregar platos en perfecta sincronía mientras cantan una canción.
En el elenco de los enanos hay uno en concreto: Thorin Escudo de Roble, el heredero al trono enano y líder de la compañía, que tiene un carácter muy parecido a Aragorn, ya que nos encontramos ante un guerrero calmado y humilde con ansias de venganza. Este personaje es el el encargado de llevar el peso dramático de la película y, de la misma forma que sucedió con Viggo Mortensen, la elección de Richard Armitage se ha convertido en todo un éxito y una agradable sorpresa.

Martin Freeman, encargado de dar vida a Bilbo, es un excelente actor. En escenas como el primer encuentro con Gollum, Freeman destaca y reclama lo que es suyo. Y eso que tiene delante a Andy Serkis, un hombre con un talento que asusta. El duelo de acertijos entre Gollum y Bilbo ya era una de las escenas más famosas de la novela y en la película se convierte en el clímax, con tensión, humor y fascinación a partes iguales.

Sorprendentemente, el que sale perdiendo en comparación con el resto del reparto es Gandalf (Ian McKellen), quien se convierte en un personaje recurso, ese que lo sabe todo y que aparece de la nada en el momento justo para salvar al grupo.

Respecto a su duración de casi 3 horas, tengo que destacar que no sobra nada y no se hace pesada en ningún momento, ¡al contrario! Es cierto que el libro es corto, pero en realidad suceden tantas cosas como en la película, sólo que la lectura es más rápida porque apenas tiene detalles. Esta diferencia se puede ver claramente en la escena de los trolls: en el libro apenas ocupa medio párrafo y, en cambio, en la película son varios minutos muy bien detallados, lo que hace que disfrutemos como auténticos enanos.

Saludos ;)
Guion
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