Crítica de Dune por VictorRodrigo

Redactada: 2023-04-07
El mundo del cine vive asfixiado, en un escenario global dónde todo va a contracorriente. Las películas deben tener ritmo, ser ágiles, no aburrir. La impaciencia se ha apoderado del espectador medio, que exige al cineasta como si se situara en una tribuna de un campo de futbol, con demandas vacías. Pidiendo productos complejos, pero no complicados de entender. En definitiva, un paisaje desolador para el cine cocinado a fuego luego, para las epopeyas maduradas en roble, que necesitan su tiempo, su espacio y su ritmo. Y es aquí, emergiendo entre la bruma, donde aparece Denis Villenueve y su Dune. Una hermosa sorpresa para un año cargado de incertidumbres.

La nueva adaptación de la obra de Frank Herbert -primero lo intentó el genio David Lynch, que acabó construyendo una película a medias, sin alma- suponía un reto mayúsculo para el cineasta canadiense. Pero en sus hombros ya descansan las impresionantes adaptaciones de novelas como Incendies (2010), Enemy (2013) y Arrival (2016). La crítica y el público, poco receptivos, señalaron la dificultad que suponía Dune sin recordar que Villenueve había salido airoso y magnánimo de Blade Runner 2049, un reto que aún era más difícil que el actual. En lo que nos atañe a Dune, la película es una grata sorpresa en un escenario sofocante de blockbusters insípidos y acelerados.

En una cátedra de ciencia-ficción, el canadiense consigue embellecer una trama completamente simple. La hemos visto incontables veces en el cine épico y en el género de la epopeya: las luchas medievales entre familias, el héroe indiscutible que lucha entre dos aguas, los poderes fácticos, la religión. Una decena de ingredientes que podríamos transmutar a cualquier otra historia de este calibre (El Señor de los Anillos, Star Wars, incluso Game of Thrones), pero que construyen una receta perfecta para vertebrar esta película en algo mucho más grande. La columna vertebral es simple, todos los detalles son bellos y complejos.

Cinematografia aparte, la trama sigue albergando profundos mensajes políticos. El concepto en el que se mueve Villenueve es completamente antiimperalista, en un universo situado en el año 10.091 dónde se siguen repitiendo patrones humanos de la época de los precolombinos o los egipcios y sus pirámides. Es aquí donde la trama se complica, porque Villenueve debe vascular entre lo épico de las imágenes y la necesidad de dejar claro su concepto. Que, al final, todo es un clímax latente sin ejecutar, porque todo deberá llegar en la segunda parte.

Esta es la esencia, el alma, de Dune de Villenueve. Tramposo y pillo, el espectador no sabe hasta que no se ha sentado en la butaca que el director le hará ver una primera parte de una historia mucho más descomunal que la que le han prometido. La cinematografía principal de Dune es la banda sonora y la fotografía. Son espléndidas, convierten el visionado de la película en una experiencia sensorial completamente adaptada a los sueños y fantasías del siglo XXI. No existe el tedio en esta película, y aquel que se aburra contemplando esas imágenes es que no tiene aliento artístico escondido en su caja torácica.

El reparto es impresionante, de nombre. Las únicas interpretaciones destacadas son las de Rebecca Ferguson y Timothée Chalamet, que sigue en un estado de gracia sin precedentes a su edad. Zendaya es un reclamo y una figurante -se espera mucho más de ella dado su historial, que es sobresaliente-, además de las gratas sorpresas como Javier Bardem, Jason Momoa o Oscar Isaac. Dune no es complicada, si se sabe escuchar. Dune es un espectáculo visual y sensitivo, si se quiere visualizar sin prejuicios.
Guion
4 ✮
Banda sonora
5 ✮
Interpretación
3 ✮
Efectos
5 ✮
Ritmo
4 ✮
Entretenimiento
5 ✮
Complejidad
4 ✮
Sentimiento
5 ✮
Duracion
5 ✮
Credibilidad
4 ✮
Fotografía
5 ✮
Dirección
5 ✮

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