Crítica de Blade Runner por MartaPD

Una de mis películas favoritas. Un clásico de culto al que los años le han sentado bien por su ambicioso estilo de producción y efectos visuales que, a día de hoy, siguen resultando brillantes (esa ciudad enorme construida a pequeña escala para poder grabar los grandes edificios oscuros rodeados de luces de neón, lluvia y paneles publicitarios). Blade Runner es una de esas adaptaciones que superan al libro original y que demuestran que una adaptación necesita ser justamente eso: adaptar algo al formato audiovisual (incluso creando nuevas narrativas y tomándose todas las licencias necesarias) y no hacer una réplica, algo que muchas personas olvidan a menudo.

Siento que poco se puede decir que no se haya dicho ya: Desde sus interesantes dilemas filosóficos hasta su decadente ambientación. Un antes y un después en la ciencia ficción por su increíble influencia posterior y no solo a nivel cinematográfico, ya que es obvio que ha influido en el género de una forma que en su momento creo que pocos anticiparon. Sin Blade Runner muchas películas, series, libros o incluso videojuegos posteriores directamente no existirían, especialmente en el subgénero cyberpunk. Es entendible, eso sí, que para mucha gente hoy en día sea aburrida, no especialmente entretenida o incluso algo rancia (por el trato de algunos personajes femeninos). Es normal, es una película ochentera y en la actualidad los modos y ritmos de narración han cambiado profundamente. Blade Runner se toma su tiempo, jugando con los silencios de los personajes con una ambientación musical de fondo a cargo de Vangelis que emociona y transmite un tono oscuro y triste, reflexivo y pesimista, antiguo y futurista a la vez.

En este punto es importante decir que Blade Runner tiene varias versiones (lo más fácil si no entiendes las diferencias es buscar el artículo de Wikipedia que te explica lo básico de cada una) porque cuando salió hubo cambios sustanciales para hacerla más comercial. La versión clásica que salió en el cine es la mítica con la voz en off de Deckard (porque la productora temía que la película no se entendiese sin ella), para disgusto de su director Ridley Scott. También cambia el final de la propia película y algunas escenas. Posteriormente salieron otras, aquí cada quien tendrá sus favoritas, aunque para mí el Final Cut es la película definitiva como tal, ya que es la que controló Ridley Scott en todas sus facetas y tiene como resultado lo que el director quería (eliminando la molesta voz en off que, para mí, sobreexplica los misterios de la película y es muy innecesaria). Incluso podríamos añadir la versión con el doblaje español tan mítico de Constantino Romero dando voz al replicante Roy Batty, con ese monólogo final que ya ha pasado a la historia tanto en su versión original como traducida.

Al final Blade Runner es una película que no está hecha para todo el mundo. Seguramente si eres amante de la ciencia ficción ya la habrás visto y, si no lo eres, a lo mejor no la has visto, pero como poco te sonará el título como clásico de los 80 entre los clásicos. Yo me la he visto varias veces y reconozco que tengo debilidad por ella porque cada vez descubro más detalles, porque me encanta su estética y porque cambio de idea cada vez sobre la gran pregunta que la sobrevuela: ¿Es Deckard un replicante? Seguramente sea más interesante pensar que sí, pero el filme no la resuelve, porque lo importante es simplemente tener la duda. Y, aún sin esa duda, sus restantes mensajes son lo suficientemente poderosos: ¿Qué nos hace humanos? ¿Qué es ser libre o ser esclavo? ¿Hacia dónde va la humanidad? El encuentro entre el dios creador y aquello que crea, entre la fugacidad de la vida y la mortalidad: "It's too bad she won't live. But then again, who does?”.