Crítica de Black Phone 2 por Danie1
Redactada: 2025-11-29
Hemos pasado de una película de secuestros con toques sobrenaturales a Pesadilla en Elm Street .
La historia nos sitúa cuatro años después de lo ocurrido en la primera cinta. Ahora tenemos a un Finney que ha dejado de ser un pringadete para convertirse en un malote de instituto, como le enseñó Robin, pero aún marcado por lo que vivió con el personaje de Ethan Hawke. Gwen, por su parte, sufre visiones cada vez más intensas, y es precisamente una de ellas la que los lleva a un antiguo campamento en las montañas donde trabajó su madre y donde tuvieron lugar varios asesinatos que deciden investigar junto con otro amigo.
En este escenario, todo se vuelve mucho más sobrenatural que en la primera parte. El puñetero teléfono vuelve a no para de sonar (por algo tengo mi móvil siempre en silencio, qué pesadilla), y la historia se centra casi por completo en Gwen y sus sueños. De ahí mi comparación con Elm Street: prácticamente toda la acción ocurre dentro de sus pesadillas, y el espíritu del Hawke recuerda por momentos a Freddy.
En cuanto a las interpretaciones, Mason Thames está correcto como un Finney aún torturado por lo sucedido, aunque pierde algo de protagonismo, pero la que realmente brilla es Madeleine McGraw. Es la mejor del reparto, llevando el peso de la trama y con unas escenas oníricas muy potentes. Y aunque Ethan Hawke aparece menos que en la primera, cada vez que lo hace resulta más perturbador.
Sigue funciona muy bien ese toque retro que ya tenía la primera y me gustó ese grano visual que Derrickson utiliza en las secuencias de las ensoñaciones de Gwen.
La historia nos sitúa cuatro años después de lo ocurrido en la primera cinta. Ahora tenemos a un Finney que ha dejado de ser un pringadete para convertirse en un malote de instituto, como le enseñó Robin, pero aún marcado por lo que vivió con el personaje de Ethan Hawke. Gwen, por su parte, sufre visiones cada vez más intensas, y es precisamente una de ellas la que los lleva a un antiguo campamento en las montañas donde trabajó su madre y donde tuvieron lugar varios asesinatos que deciden investigar junto con otro amigo.
En este escenario, todo se vuelve mucho más sobrenatural que en la primera parte. El puñetero teléfono vuelve a no para de sonar (por algo tengo mi móvil siempre en silencio, qué pesadilla), y la historia se centra casi por completo en Gwen y sus sueños. De ahí mi comparación con Elm Street: prácticamente toda la acción ocurre dentro de sus pesadillas, y el espíritu del Hawke recuerda por momentos a Freddy.
En cuanto a las interpretaciones, Mason Thames está correcto como un Finney aún torturado por lo sucedido, aunque pierde algo de protagonismo, pero la que realmente brilla es Madeleine McGraw. Es la mejor del reparto, llevando el peso de la trama y con unas escenas oníricas muy potentes. Y aunque Ethan Hawke aparece menos que en la primera, cada vez que lo hace resulta más perturbador.
Sigue funciona muy bien ese toque retro que ya tenía la primera y me gustó ese grano visual que Derrickson utiliza en las secuencias de las ensoñaciones de Gwen.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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Sentimiento
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Duracion
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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