Como ya he dicho en alguna ocasión, el cine bélico es de mis menos favoritos, pero hay algunas películas que, independientemente de su género, hay que verlas una vez en la vida, como Salvar al soldado Ryan, que es de las eternas pendientes. No sé hasta qué punto Hasta el último hombre se puede meter en esa categoría, aunque he visto muy buenas valoraciones, pero me han insistido tanto con que la vea, que aquí estamos.
El principal problema es que, si juntas género bélico con que dura casi dos horas y media, la sola intención de verla ya se hace muy cuesta arriba, así que ha llegado el momento de confesar que la he visto de dos veces. Lo bueno es que la propia película parece invitar a ello, ya que tiene dos partes muy bien diferenciadas, así que si a alguien le pasa lo mismo que a mí, poco después de la primera hora de metraje hay un punto muy clave donde se puede pausar y dejar para otro momento.
En la primera parte conocemos al protagonista, Desmond Doss, siendo un niño, con sus padres y su hermano, una familia de esas complicadas que marcan a las personas y cómo serán en el futuro, al menos en parte. Y es lo que vemos cuando por fin crece y se convierte en el hombre que decidirá alistarse para la Segunda guerra mundial, dejando muchas cosas atrás pero siempre siguiendo sus propios principios, los que le causarán más de un problema pero a los que no está dispuesto a renunciar. Esta primera parte tiene poco de cine bélico, más allá de la propia ambientación, es más bien un señor drama sobre la familia, con sus partes de romance y sobre hasta dónde está dispuesta una persona a llegar por sus principios a pesar de todo. Tiene un ritmo pausado, y la verdad es que se me ha hecho larga esta parte, que es a su vez lo que alarga la película, yo le quitaría unos minutos de drama.
Después de esa primera hora ya estamos metidos de verdad en la propia guerra, cambia el tono y también el ritmo, en diez minutos pasan más cosas que en toda una hora. Aquí viene la advertencia a las personas sensibles, a los más aprensivos, por la crudeza de las imágenes que nos encontramos, se vuelve una película dura de ver, pero más emotiva que la parte más dramática. Creo que hay muchas partes que habría que coger con pinzas, resultan demasiado difíciles de creer, sobre todo teniendo en cuenta que al principio nos dicen que es una historia verdadera, pero se pasan fácil por alto por el bien de la película. La música también ayuda, la hace aún más épica, a mí me ha puesto la piel de gallina.
Para finalizar, tenemos la parte que demuestra que sí es una historia verdadera, con todo lo que ocurrió después y testimonios de los protagonistas reales, y lo más curioso de todo es ver cómo cuentan cosas que acabas de ver tal cual reflejadas en la película, eso hace que la veas de otra manera, incluso si es a posteriori.
En mi opinión, y puede que sea lo que me acarree los negativos, el principal problema está en el reparto. Creo que Mel Gibson era muy consciente del tipo de película que había hecho, que películas de guerra, sobre todo sobre la Segunda guerra mundial, las hay a patadas, que es bastante dura, algo esperable viniendo de él como director, y creyó que con un reparto desconocido pasaría sin pena ni gloria, así que la llenó de caras conocidas. No sé cómo habría sido con otro reparto, tal vez habría sido mucho peor, pero no creo que esté muy acertado. Hugo Weaving y Rachel Griffiths están bastante bien como Tom y Bertha Doss, los padres del protagonista, pero obviamente no salen demasiado; Nathaniel Buzolic (a quien conocerá quien haya visto The vampire diaries / The originals) es la versión adulta de Harold Doss, el hermano de Desmond, que por cierto ***contenido con spoilers*** ; Teresa Palmer es el interés romántico, que tiene mayor protagonismo en la primera parte y está encantadora pero sin más. Ahora, pasando a los que tienen más protagonismo, Andrew Garfield no está mal como Desmond, pero no me ha terminado de convencer, no creo que sea una película para él, no le pega demasiado, pero se defiende como buenamente puede; Vince Vaughn no me gusta de por sí, y su vena dramática me la creo lo justo tirando a nada; y Sam Worthington está un poco por estar. Me han gustado más los secundarios, los miembros del pelotón, a pesar de que algunos salen lo justo, y el que más me ha gustado ha sido Smitty, como personaje, como evolución y como interpretación por parte de Luke Bracey, al que vi por última vez en Amor de calendario y eso también hace, porque parece otro y eso es importante.
No puedo negar que se me ha hecho un poco bola, pero porque es un género que me cuesta, pero no es una mala película ni de lo peor que he visto, ni mucho menos. Sí le quitaría minutos, y no tanto de la parte bélica, esa cumple y no se hace larga, pero cuesta entrar en la película por una introducción excesivamente larga y lenta.
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