Hablar de 'Alien' es hablar de historia del cine, de un clásico absoluto de la ciencia ficción de la mano de un Ridley Scott que, partiendo del genial guion de Dan O'Bannon, supo combinar a la perfección dicho género con terror y suspense para dejarnos una obra atemporal. Para ello se valió de una cautivadora fotografía, de una sugestiva e inquietante banda sonora (alejada de las típicas subidas de volumen) y, sobre todo, de un maravilloso diseño de producción donde destacaban los espacios claustrofóbicos y asfixiantes de la mítica nave Nostromo, obra de Ron Cobb, y el Alien, fruto del trabajo del artista suizo H. R. Giger, cuyo trabajo estaba a su vez fuertemente inspirado en la oscura imaginería de Lovecraft. Una magnífica conjunción de talentos y mentes creativas para una historia que brilla prácticamente en todos sus apartados.

Recuerdo que la primera vez que vi esta película a la tierna edad de 9-10 años tuve serios problemas para dormir y, aunque ahora ya no me cause ese mismo efecto, su forma de retratar el terror más primitivo me sigue pareciendo magistral. El miedo a lo desconocido, a aquello que escapa a nuestra comprensión (tema muy lovecraftiano también), una atmósfera opresiva y el espacio exterior como única salida. Llega un momento de la película en el que una tarea tan anodina como ir a buscar al gato por los oscuros y estrechos pasillos de la nave, llenos de tuberías grasientas y vapor, se convierte en una auténtica pesadilla. Pesadilla de la que nuestra protagonista, una gran Sigourney Weaver que se elevó aquí como icono femenino indiscutible del cine de ciencia ficción (con permiso de Sarah Connor y la princesa Leia), intentará despertarse para así escapar de su particular infierno de horrores cósmicos, miedos primigenios y criaturas aberrantes.

Clasicazo con todas las letras. Una obra indispensable e inolvidable para amantes del séptimo arte.

Si hay algo que nunca me ha gustado en cine son los bichos, el espacio exterior y la ciencia ficción en general. No es un secreto, huyo de ese género como si me llevase el diablo y, sin embargo, me acabo de zampar una película de dos horas sobre un bicho espacial. Pero ay amigos, ¡qué bicho! Seguramente sea la última terrícola en haber visto ‘Alien’ y no me escondo. Ridley Scott es el artífice de una obra en la que el miedo a lo desconocido, la claustrofobia, el terror y un ser genéticamente perfecto son los absolutos protagonistas de la historia. Porque evidentemente estamos ante una historia mil veces vista en la que un ser monstruoso pone a prueba a la humanidad, experimentando la fórmula de la supervivencia del más fuerte hasta la última de las consecuencias. Pero esta también es la historia de la humanidad en general, de cómo el miedo, la angustia y la muerte sacan lo mejor y peor de cada uno. De cómo las situaciones extremas son las que moldean nuestra personalidad. Y por qué no, también es la historia de cómo poder salvar al mundo en bragas y quedarte tan a gustito. Impresionante Sigourney Weaver en el que seguramente es el mejor papel de su carrera.

Un film para hiperventilar a cada segundo.

Pues nada, anoche hablaba con un amigo sobre que hoy me apetecía ver una película y no sabía cuál, después de esa conversación la idea era ver películas de culto, famosa que por una cosa u otra se suele pasar de ver. Busqué y salieron varias que no he visto, la primera fue "Casablanca" pero.....por lo que sea...no es su momento, en otra ocasión, y de repente apareció "Alien", y claro, yo no soy muy de ciencia ficción, pero si la película está bien hecha, pues oye, se le da su oportunidad, además que recuerdo que cuando vi "Odisea en el espacio", me gustó mucho. Y nada, aquí me tienes comentando esta película en este inicio de Semana Santa, lejos de las de siempre "Ben-hur", "Espartaco". Alguien con un humor particular podría decirme, ¿no es la religión a veces un poco de ciencia ficción?, y nada, podría no faltarle razón, pero esa charla es ya para otro día.

-El misterioso bicho....

Creo que ya está todo dicho sobre ella, pero intentaremos exponer lo que me pareció. Pienso que se podría diferenciar la película en dos tramos, que casualmente tiene fácil distinción, pues una podría ser la primera hora, y otra la segunda. En esa primera hora, vemos los personajes y sobre todo esa nave, esa tecnología, y poco a poco con un ritmo aparentemente tranquilo, te va engatusando hacia donde quiere, y cuando ya ha captado tu atención, empieza a desarrollarse la parte principal con lo que muestras interés por lo que sucede y va a suceder, y ahí ya entramos con esa segunda parte diferenciada en el que ya no es esa tranquilidad engañosa, sino en una tensión que va ligada con algunos de los protagonistas ante lo desconocido, el no saber que pasará, y cada vez va en aumento hasta llegar a su desenlace.

Si me ha llamado la atención esos primeros minutos con esa tecnología, no quiero imaginar como tuvo que ser para otras personas en aquella época, sería todo un mundo para ellos. Si que hay alguna cosa que podría desentonar, pero es una nimiedad con respecto a todo en general, además de que hay resaltar de nuevo los años en la que se hizo y el tiempo que hace ya.

No conocemos mucho a los personajes pero en este caso es de esas películas que no importa de donde vienen, su historia tras de sí, pues lo que importa es su presente y con lo que tienen que lidiar.

Una película bastante entretenida, en general se me ha pasado rápida. Un ritmo bien llevado para cada momento. La ambientación, y lo que es su trabajo artístico para recrear cada detalle es muy bueno.

Las actuaciones pues destacaría sin duda a Sigoumery Weaver, un buen trabajo.

En el espacio nadie podrá oír tus gritos.
Eso reza en el póster de esta maravilla de película, y doy fé que en la tierra, quien no grite es que está ya muerto.
Un brutal despliegue técnico, fotografía, música, efectos , todo roza lo insuperable.
Y esos pasillos, madre de dios que pánico, y esa movimiento frenético de cámara, todo predispuesto para acojonarte.
Al pobre John Hurt le dura poco el papel..... y como en los diez negritos van cayendo uno por uno. Sabedor de que tu vas a ser el último, sino te mata antes un infarto de tanta taquicardia.
He leído recientemente por aquí, que tiene toques Lovecraftianos, y no puedo estar más de acuerdo, el ambiente agobiante, claustrofóbico, húmedo y tétrico son muy del maestro.
Todo los aspectos muy cuidados, demostrando el amigo Scott que es un grandioso orfebre cuando quiere.
Y como olvidar a la grandiosa Sigourney Weaver, que brilla como no lo ha hecho nunca, hasta en camiseta Imperio y bragas.
Solo ganö un Óscar a los efectos visuales, pero eso es anecdótico. Que la academia la obviara solo demuestra lo cortos que son.
Un DIEZ como la copa de un pino.