La primera de la saga y la más pura, en el sentido de que todos sabemos que después se ha ido desvirtuando a medida que ha ido creciendo en todos los aspectos, y también la que más argumento tiene en realidad.

Empieza con unos encapuchados robando un camión de la manera más loca y temeraria que se pueda hacer, aunque también bastante épica, y después conocemos la investigación policial sobre este caso, y que parece estar relacionado con el mundo del motor, en concreto las carreras ilegales. Ahí entra Brian O'Conner, un policía al que infiltran en este mundillo con su coche tuneado para ir a por quien creen que es el cabecilla de todo, Dominic Toretto. Así que Brian hará todo lo posible por ganarse la confianza de Toretto y, por consiguiente, de todo su grupo de amigos, a quienes llama familia. Y ojo como alguien toque a su familia.

Una película sobre coches, muchos coches, y el mundo del motor en general, donde conocemos a los personajes que después nos acompañarán durante el resto de la saga, sobre todo a los interpretados por Vin Diesel, sin el que esta saga no existiría, y Paul Walker, pero también Michelle Rodríguez y Jordana Brewster, que irían cogiendo más peso a lo largo de la saga. Aquí aún había carreras, coches tuneados, mucho reggaeton, chicas ligeras de ropa... Como he dicho más arriba, la más pura, llegaría un momento en el que todo eso, al menos el mundo de las carreras, se iría olvidando para volverse todo cada vez más loco. Y es que allá por 2001 nadie se hacía una idea de hasta dónde llegaría esto, que se convertiría en una de las sagas más épicas y rentables de la historia del cine, y pensar que empezó con esta película tan de andar por casa y tan dirigida a un público bastante concreto, pero que igualmente es entretenida y disfrutable, porque sabes a lo que vienes, no hay engaño.

Tras una serie de atracos a camiones, la policía de Los Ángeles empieza a sospechar de los street racer (carreras callejeras con coches que a veces desafían las leyes de la gravedad). Así que deciden infiltrar a un joven policía que se hace amigo de ellos.
Rob Cohen, veterano de películas de acción y aventuras como Daylight (1996), XXX (2002) y La Momia 3 La Tumba Del Emperador Dragon (2018), no imaginó ni por un momento que dirigiría la primera entrega de una de las franquicias más lucrativas del siglo XXI. Y sin embargo, A todo gas (2001) no vuela alto. La trama es de lo más simplista, con un puñado de jóvenes cargados de testosterona al volante de sus coches de carreras, enfrascados en persecuciones salvajes. Carreras suicidas en las que los jóvenes machotes se enfrentan al peligro, ponen a prueba sus límites y, sobre todo, juegan a ver quién la tiene más grande.
Los coches están todos más tuneados que el anterior, y realmente hay que adorar los coches de colores llamativos con pobres motivos de "olas" o "llamas" o “amo a mi mamá” tanto que resultan ochenteros y divertidos. El arquetipo de belleza resumida en el espacio de una película, con pseudo-rivales poniendo a prueba sus viriles amistades, tuning regresivo con el famoso gran subwoofer en el maletero y las eternas barras de neón bajo el parachoques, sin olvidar la retahíla de culos en camisetas ajustadas. Los fans de los turbos y las llantas de aluminio estarán encantados, pero los demás tendréis que armaros de paciencia, porque no sólo la película es pesada visualmente (se nota mucho el peso de los años, las carreras de coches apestan a pantalla verde), sino que no podréis consolaros con la banda sonora electro, que resulta sencillamente detestable (una especie de techno makina y hardcore, propio de lo peor de los 90). Es en este punto cuando uno se da cuenta de lo anticuada que se ha vuelto esta película. A Todo gas es increíblemente simplista y se regodea en exprimir lo que Hollywood ya ha servido una y otra vez. Añádase una pizca de Le llaman Bodhi (1991) y una pizca de Salto al peligro (1994), por citar sólo las más conocidas, espolvoréese un poco de tuning (porque es lo que estaba de moda) y ya tenemos una cretina, misógina película donde extrañamente ... no se ve pasar el tiempo, aparte de estar sometido a una violación auditiva por parte de esta despreciable banda sonora.

La primera película de una gran saga.

Esta película a todos nos impactó, es sencilla en la trama pero directa porque tiene acción, velocidad, suspense, coches tuneados, carreras, chicos malotes, chicas guapas...

Sin ninguna duda fue un golpe de aire fresco a las películas de acción donde los amantes del motor y del tunning saldrán babeando de esta trepidante película con su colorido, escenas muy dinámicas y amenizado con una gran banda sonora que acompaña en las diferentes escenas de la película. Pero como todo, sin unas buenas interpretaciones la película gana o pierde y en este caso los actores le vienen como anillo al dedo a la película, grandísima selección capitaneada por un grandioso Vin Diesel y secundado por un gran Paul Walker (la gran pareja de esta saga, lástima el fallecimiento de Walker en la realidad). También muchos actores y actrices secundarios dan un gran empaque a la película, el casting se nota que ha sido a conciencia.

Vin Diesel que interpreta a Dominic Toretto un corredor de carreras ilegales de coches que se mueve en el mundo fuera de la ley en Los Ángeles. Un tipo duro y malote que le toca las narices por no decir otra cosa a la policía con sus fechorías de malote barriobajero, así que la policía designa a un joven bastante problemático, Brian O'Conner interpretado por Paul Walker, pero que les viene bien para que se consiga infiltrar en la banda y en el mundo en el que se mueve el malote de Toretto.

Abróchate el cinturón y disfruta de una película trepidante con un desarrollo rápido, macarra y bien enlazado.

En resumen, entretenimiento a raudales y cochazos tuneados como el Toyota Supra o el Mazda RX-7 entre otros muchos, con espectaculares carreras de coches y con una gran trama de acción.

The Fast and the Fury (o A todo gas) es una película policíaca y de acción automovilística, protagonizada por Paul Walker y Vin Diesel.

Tras producirse una serie de robos a unos camioneros en plena ruta, un policía trata de infiltrarse donde sospechan que se mueven los ladrones: en las carreras ilegales nocturnas y el mundo del tunning. Para ello, tratará de arrimarse a la figura más influyente del mundillo: Dominic Toretto.

Un clásico, le pese a quien le pese. Una película que en su día el sello era el de peli macarra sacada de las revistas tunning de los 90. Una película que se recreaba a la hora de hacer rugir motores y darle velocidad a estos coches con sus llantas, sus colores, los alerones y demás cosas del tuneo, pero por encima de todo, el óxido nitroso. Casi nadie sabía lo que era eso hasta esta peli.

Para darle justificación, nos dan una trama policíaca que incluye al infiltrado en un grupo de gente que lo que quiere la peli es que te caigan bien, y que aprecies la velocidad y el olor a tubo de escape igual que ellos. Y en cierto modo lo consiguen, Vin Diesel encarna con carisma y por primera vez a un Toretto, que algo debió hacer bien, porque más de 20 años después, aún no han dado cierre a la saga, con más de una decena de películas (entre secuelas y spin offs).

Después de todo lo que ha dado esta saga, y teniendo en cuenta hasta dónde han llegado a nivel de presupuesto y los robos que han ido haciendo, esta película queda como el inicio más artesanal, más sencillo, no digo humilde porque la macarrada está ahí, pero es una macarrada que resultó bastante disfrutona.
En el colegio todos los críos quisimos ser Toretto durante un tiempo.