The Killing of a Sacred Deer es una obra soberbia. Una de las mejores películas del 2017, de las que sí merecen esos premios tan gordos que últimamente solo se rigen por lo comercial.

Desde el primer momento atrapa, el trato de la cámara, el juego con el zoom, la fotografía tan conseguida, los diálogos. En general, puedes respirar ese ambiente raro, previo a una obra que sabes que no te va a dejar indiferente.

Las actuaciones están genial, el reparto ya de por sí suena bien, y además, la encarnación de esos personajes tan apáticos está muy lograda. Y que decir de la BSO, una maravilla, chirría cuando tiene que hacerlo, y perturba cuando corresponde, desde luego es un gran añadido a esta obra.

La trama descubre su pastel antes de llegar a su mitad, y desde ahí te quedas sumergido en la situación que nos plantea esta película. Al final, termino contento, pensando en lo que he visto y dándole a vueltas, desde luego esta obra no deja indiferente, y en lo personal, me parece un grandísima obra. No conocía a su director, pero su nombre ya no se me va a olvidar.

Totalmente recomendada.

Inquietante y perturbadora. Ese cine que incomoda, pero que te deja pegado a la pantalla sin poder dejar de ver lo que está pasando delante tuya para intentar comprender lo que estás viendo. No recomendada para todo el mundo.

Muy morosa pero muy absorbente producción británica, con un tratamiento no convencional y filmación elocuente, fría y distante. Cine con intrínseco contenido y singular desarrollo apto para todo el público pero especialmente para cinéfilos. O eso me parece a mí, ¿eh? Pues eso: CINÉFILA. ..PICARD..

“El sacrificio de un ciervo sagrado” me ha parecido un ejercicio cinematográfico muy calmado, se toma su tiempo para mostrarnos todas las partes implicadas, con multitud de detalles, llegando a ser atosigante e inquietante. Sin que apenas pase nada, trasmite mucha ansiedad a través de zooms, travelings, largos pasillos, reflejos, colorimetría y planos estáticos milimétricamente encuadrados a la perfección. Poco a poco va cargándose una atmósfera irrespirable que sabes que tiene que explotar por algún lado. De cierta forma, me ha recordado a Kubrick, no sólo por reclutar a Nicole Kidman y hacérnosla ver a través de un reflejo, sino por ciertas planos y la forma en la que está rodado. Aunque también creo que el tramo final es un guiño a una (dos, si contamos el propio remake del director) de las películas más destacadas de la filmografía de Michael Haneke.