Que alguien como Stephen King, figura clave del terror contemporáneo, califique una película como "una de las experiencias más oscuras que uno podría ver en su vida" ya es, cuanto menos, destacable, pero lo es más incluso si tenemos en cuenta que se refería a 'La mesita del comedor', uno de los títulos más inquietantes que se han hecho en España en los últimos años y, al mismo tiempo, uno de los más desconocidos. De hecho, no ha sido hasta ahora, y tras la recomendación del afamado escritor en redes sociales, cuando muchos nos hemos acercado a la delirante odisea familiar de Jesús y María, una pareja de padres primerizos que, inmersos en la formación de su nuevo hogar, deciden dar un paso que cambiará sus vidas para siempre: comprar una mesita de café para el salón. Algo, a priori, totalmente insustancial en su día a día que, sin embargo, nos acabará adentrando a todos en una siniestra comedia negra tan capaz de arrancarnos una sonrisa como, del mismo modo, hundirnos en la angustia más absoluta.

Y sí, ya sé que a estas alturas tendréis un montón de preguntas acerca de la dichosa mesita: ¿está maldita? ¿Poseída quizás? ¿Es del Ikea? Lo único que puedo decir de la mesa, más allá de que es una horterada venida de tiempos menos estilosos, es que es tan solo el pretexto del macabro juego al que Caye Casas, director y coautor del guion junto a Cristina Borobia, nos invita a participar durante poco menos de 90 tensos minutos de metraje. Para muchos no será fácil entrar en la indescriptible realidad que se nos propone, pero lo cierto es que la película, por muy incómoda que resulte casi de principio a fin, logra encontrar el punto exacto entre lo ridículo —rozando la parodia por momentos— y lo espeluznante para atraparnos en su retorcida premisa y hacernos testigos, cómplices y jueces de todo lo que veremos en pantalla. Una impredecible pesadilla salpicada de curiosos puntos de humor que engancha, perturba y encoge el estómago a partes iguales. Y todo por la mesita de las narices. Para que luego digan que el bricolaje relaja.

La mesita del comedor es una película de drama psicológico, admitiendo la etiqueta de terror, protagonizada por David Pareja y Estefanía de los Santos.

Una pareja con un bebé recién nacido pero que no está en su mejor momento, compran una mesita para el comedor, lo cual supondrá la peor decisión de sus vidas.

No sabía nada de nada, más allá que Stephen King la elogió. Por no saber, no sabía ni que era española.
Con una puesta en escena minimalista (casi todo ocurre dentro de la misma casa), la película resulta bien interpretada, lo cual en una película así es esencial y en este caso cumple. Es perturbadora e intrigante, además de despertar en quien la vea en compañía la gran pregunta: "¿y tú qué harías?"

No voy a decir más. No saber nada ha ayudado a la sorpresa. Sólo dejar claro que es incómoda y atrevida.

Aunque de entrada parte de una premisa y un planteamiento sugerentes, la película no ha terminado de convencerme en su puesta en escena, el montaje ni en la elección de la banda sonora. Da la sensación de que se intenta magnificar la historia dándole demasiadas vueltas a través de los personajes secundarios y la reiteración, pero el efecto no resulta del todo efectivo una vez superado el momento clave. A partir de ahí, lo que queda es una especie de “agonía” que se alarga en exceso y que finalmente estalla de manera algo precipitada, después de haberla amasado durante demasiado tiempo. En lo técnico y en lo actoral, más allá del protagonista, tampoco me ha parecido una propuesta especialmente destacable. Aun así, valoro el esfuerzo de trabajar con un presupuesto ínfimo, la mirada de un director joven y la voluntad de arriesgar con una propuesta diferente.

Mi primer vistazo al cine de Caye Casas se salda con un interesante ejercicio de comedia negra que apenas soy capaz de analizar. Me faltan las palabras para describir este ejercicio de comedia negra con mucho de negra y lo justo de comedia como para hacerte sentir mal cada vez que ríes ante lo que se sucede en pantalla. Comprar una mesa para el comedor y ver cómo tu vida se trastoca al tiempo que sirves como perturbador entretenimiento para todos los que nos atrevemos a sentarnos a observar esta extraña historia familiar con un manejo soberbio de la tensión y el suspense.
No puedo decir más, simplemente pasen y vean.