
Kenneth Branagh
Cambridge Student at Society Day (uncredited)
En Gran Bretaña, 1920. Harold Abrahams y Eric Lidell estaban hechos para correr. No sólo una razón les llevaba a correr más rápido que ningún otro hombre, sus motivos eran tan diferentes como sus pasados. Cada uno tenía su propio Dios, sus propias creencias y su propio empuje hacia el triunfo. Dos jóvenes corredores de diferentes clases sociales que se entrenan con un mismo objetivo: competir en las Olimpiadas de París de 1924.
Una película sobre el deporte, y más concretamente sobre el atletismo. Es también una película sobre los valores: sobre la amistad, sobre la superación, sobre las convicciones pero también sobre el miedo y la falta de confianza ante la victoria. El argumento deportivo sirve de telón de fondo a una explotación de la religión en el ambiente ultraconservador británico de los años veinte. Pero no en los aspectos políticos o sectarios del término, que son simplemente observados y plasmados, no, en la forma en que la gente vive la religión, la siente, la respeta. Esta humanidad está en cada plano de la película. Da lugar a espléndidos diálogos, en los que Liddell, el católico rico, se enfrenta indirectamente a Abrahams, el esteta judío. Continúa en la pista, donde Hugh Hudson filma a cámara lenta las emociones que recorren a nuestros atletas: felicidad, duda, frustración... La cámara es voyerista, en su justa medida, sublimada por la música de Vangelis.
Una vez vista la película la descripción que me sale de este largometraje es decepción olímpica. Me esperaba una película más emotiva, épica, intensa...pero no tiene absolutamente nada de eso, el principio es aburridísimo y plano, a medida que va avanzando la trama pues tiene algo más de interés pero sigue siendo simplona, decepcionante, un exceso de diálogo vacío... tiene pocas cosas buenas.
La película es un biopic de dos atletas británicos Harold Abrahams y Eric Lidell que quieren a toda costa competir en las Olimpiadas de París de 1924 y por supuesto ganar y para ello se preparan o mas o menos, porque tampoco es que la película sea una oda al deporte.
Interpretaciones que a mi no me han llegado, con un sonido regulero y un final totalmente predecible y hasta malo se puede decir.
Está claro que la fama de esta película son la primera y la última secuencia, con su inconfundible y magnífica banda sonora que de largo es lo mejor de la película, dicha escena ha hecho que crie una fama para mí totalmente inmerecida.
Estoy haciendo la crítica y tengo la sensación de haberla sobrevalorado con un cinco... Para los amantes del género deportivo va a ser una decepción, incluso para el público en general que creo que tiene como me ha pasado a mí las expectativas muy altas, el golpe de decepción va a ser mayor, yo honestamente no la recomiendo.
Me ha dejado un poco fría, la historia tarda mucho en arrancar y después no me ha resultado ni interesante ni emocionante.
No creo que se mereciera ganar un Oscar como mejor película, sobre todo porque cualquiera de las otras candidatas lo hubiera merecido más. Lo que más vale la pena es la famosa escena de la playa con la música de Vangelis, que es la primera escena de la película, pero tampoco me parece justo que se premiara esta BSO cuando era candidata 'En busca del arca perdida'.
Basada en la historia de los atletas británicos Eric Liddell (cristiano hijo de misioneros cuya fe es más importante que la competición) y Harold Abrahams (judío, obsesionado con la victoria y la superación), pero teniendo más peso en la trama este segundo que el primero, se nos cuenta su preparación y clasificación para participar en los Juegos Olímpicos de París 1924.
Me esperaba más de una película tan mitificada y cuya banda sonora es un casi un himno mundialmente conocido, pero será precisamente eso, que su conocido tema es lo más épico que tiene. También me esperaba que dicho tema principal apareciese en algún momento álgido de la trama, y no en los dos primeros minutos, así, por las buenas. Hace tiempo leí algún comentario que decía que valía la pena verla, aunque solo fuese por la banda sonora. Pues ahora vista, oye, qué rápido tienes el trabajo hecho, porque el resto…
La considero bastante sobrevalorada. Quizá para los Oscar de hace 40 años era lo más, pero desde una perspectiva actual, es excesivamente larga y con poco contenido, sosa, plana, no hay nada que destaque ni momentos memorables. Me ha pasado lo mismo que con otras de este estilo vistas durante el desafío, que tiene una introducción demasiado extensa (pero mucho) y la “chicha”, la participación en los JJOO en sí, tarda en llegar y cuando lo hace, sabe a poco o nada. Bastante patriotismo británico (para variar, no va a ser siempre americano).
Me temo que es bastante olvidable.
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