Crítica de Your Lie in April por MrPenguin

"La música es el arte que más cerca se encuentra de las lágrimas y los recuerdos". Esta frase, atribuida al escritor Oscar Wilde, viene a representar a la perfección todo aquello que es capaz de transmitir 'Your Lie in April', uno de los animes más aclamados de su género y una verdadera oda a la música, a la vida y a la pasión que impulsa los motores de ambas. Y eso que al principio parece que estamos ante la típica fórmula de "chico conoce chica", pero lo cierto es que el vínculo existente entre los protagonistas de esta historia, Kōsei y Kaori, esconde varias capas de profunidad que les aporta los suficientes matices como para hacerlos increíblemente reales y cercanos. Él, un genio del piano que abandona la música tras la trágica muerte de su madre. Ella, una virtuosa violinista que toca de forma libre y apasionada. Piano y violín. Un dúo instrumental perfecto que, pese a los caracteres opuestos de sus intérpretes, dará lugar a una armoniosa melodía donde ambos se irán ayudando para sanar sus heridas personales.

Y es precisamente ahí, en la forma que la serie tiene de reflejar ciertas dificultades e inquietudes humanas, donde 'Your Lie in April' brilla de una manera especial. Con la música como núcleo central, el anime nos coloca frente a dos extremos bien diferenciados: el de Kōsei, para el que la propia música —asociada a su madre— es el problema, y el de Kaori, para quien la música es el refugio donde puede evadirse de la cruda realidad. Dos modos distintos de acercarse a un mismo concepto y que la serie, de una manera totalmente natural y orgánica, utilizará para abordar tanto los aspectos más duros del mundo del espectáculo —la presión, la ansiedad o las inseguridades— como aquellos que hacen que, pese a todo, merezca la pena dedicar la vida a un determinado arte. Y es que la música, además de conformar una banda sonora impecable, demostrará su condición de fuerza liberadora para dar lugar a esta emotiva historia de amistad, superación y pasión por el arte musical que, como bien sugería la frase de Oscar Wilde, sabe llegar al corazón y perdurar en la memoria. Inolvidable sinfonía animada.