Caballeros templarios, cowboys, monjas guerreras, una IA que controla el mundo y el Santo Grial como última bala para detenerla. Así de demencial es el comienzo de 'Mrs. Davis', una explosiva mezcla de géneros, temáticas y referencias con la que Tara Hernandez ('The Big Bang Theory') y Damon Lindelof ('Perdidos', 'The Leftovers' o 'Watchmen') han dado rienda suelta a toda su creatividad para dejarnos una de las series más locas del año. El singular punto de vista de ambos guionistas se hace evidente en todo momento, haciendo que el toque cómico y absurdo que aporta Tara conviva con el lado más filosófico y espiritual de Lindelof a lo largo de ocho delirantes episodios que nunca dejan de sorprender. Una premisa a todas luces surrealista y que, pese a todo, no renuncia en ningún momento a contarnos una historia coherente, perfectamente hilada y con la capacidad de enganchar gracias a su componente de misterio, de divertir a través de sus frecuentes puntos de humor y, lo que es más importante, de invitar a la reflexión.

Ese aspecto más trascendental, seña de identidad de Lindelof, aprovecha el contexto tecnológico —más concretamente el de la IA— para plantear una serie de lecturas que, viendo la época que nos ha tocado vivir, parecen llegar en el mejor momento posible. Tanto en el mundo esbozado dentro de la serie como en el que nos encontramos nosotros, la gente vive pegada a las pantallas y confía cada vez más en el uso de internet como forma de encontrar soluciones rápidas a los problemas del día a día. Adoptando ese rol casi cercano al de una deidad digital sobre la que la humanidad ha depositado sus esperanzas, la tecnología se sitúa frente a las viejas creencias —encarnadas por la religión— para analizar el papel de cada una en la sociedad actual. No para reavivar el clásico debate de ciencia contra religión, sino más bien para realizar una más que interesante y metafórica revisión del concepto de la fe, del valor de las relaciones humanas y de la idea del libre albedrío en un mundo en el que siempre parece haber algún ente superior —divino o artificial— al que encomendar nuestros destinos.

Una propuesta original, atrevida y lo suficientemente bizarra como para despertar odios y pasiones a partes iguales. Lindelof, haciendo honor a los temas que intenta abordar, nos pide un salto de fe que nos haga aceptar todo lo que discurre ante nuestros incrédulos ojos, que nos lleve a abrazar la locura más absoluta y que consiga sumergirnos en un guion que, desde luego, no ha sido escrito por una IA. Hay que verla para creerla.

Otra serie rara de Lindelof, empieza bien, precisamente porque no sabes que carajos estas viendo, pero poco a poco va perdiendo la gracia.

Aunque al ser una única temporada se acaba viendo bien.

Una monja en busca del santo grial para derrotar a una IA, ahí lo dejo... XD.