Redactada: 2025-06-01
Nos hizo soñar con subirnos a bordo de un flamante DeLorean, poner en marcha el condensador de fluzo y atravesar las, hasta ese momento, insalvables barreras del tiempo, pero lo que nadie podría haber imaginado es que ese viaje llegaría, además, ante las puertas mismas de la eternidad. Ante ese estatus de clásico atemporal que Robert Zemeckis, dando vida al guion coescrito junto a Bob Gale, logró imprimir a esta entretenidísima película donde ciencia ficción, fantasía retrofuturista y romance adolescente se conjugaban en una misma e inolvidable aventura por la que el siempre inmisericorde paso del tiempo, tan impasible como inevitable, parece no haber discurrido ni un solo segundo. Como si ese mítico reloj de la corte de Hill Valley, testigo silente de todo cuanto le ocurrirá a nuestros protagonistas, se hubiera detenido en aquel preciso instante en que Marty McFly, aquí elevado a icono intergeneracional absoluto, acababa perdido, por obra y gracia de su buen amigo Doc —la quintaesencia del científico loco pero entrañable—, en la nostálgica California de 1955.

Lo curioso es que esa misma sensación de nostalgia, lejos de quedarse anclada en el pasado, ha continuado trasladándose a lo largo del tiempo hasta el punto de que aún hoy, y añadiendo a la ecuación esos ya lejanos 80 a los que Marty deseaba regresar, seguimos añorando épocas que nunca vivimos, lugares que jamás visitamos y personajes que ni tan siquiera llegamos a conocer. La genial paradoja de una película donde todo el componente de ciencia ficción, salpicado también por sus propias paradojas temporales, no era sino la excusa perfecta sobre la que ir tejiendo una historia de tono principalmente distendido, llena de momentazos para el recuerdo y capaz de retrotraernos, desde esa magia especial que envuelve cada escena, a aquella época ya casi olvidada en la que todo parecía posible. Ya fuera construir una máquina del tiempo, marcarse un solo de guitarra a ritmo de rock & roll o, por supuesto, borrarse esta joyita de la memoria, ponerse al volante del DMC-12 y volver al pasado para así poder disfrutarla, de nuevo, como si fuera la primera vez. Regresar, en definitiva, a ese rinconcito mágico donde poder imaginar, reír y, por encima de todo, volver a soñar.
Guion
0 ✮
Banda sonora
0 ✮
Interpretación
0 ✮
Efectos
0 ✮
Ritmo
0 ✮
Entretenimiento
0 ✮
Complejidad
0 ✮
Sentimiento
0 ✮
Duracion
0 ✮
Credibilidad
0 ✮
Fotografía
0 ✮
Dirección
0 ✮

Valoraciones en tu crítica:

Comentarios

Todavía no hay comentarios