Crítica de Mad Max: Furia en la carretera por Obscuritas

¿Era necesario un remake de Mad Max después de la trilogía original? Probablemente no, pero en este caso consigue captar la esencia de aquellas películas de finales de los 70 y de los 80 y llevarla al extremo, a lo moderno y acercarla a un nuevo público. Sí, es lo que se supone que debería ser un remake, pero pocas veces se consigue que esté a la altura, al menos para los fans del producto original, y menos que se pueda decir que es incluso mejor.

Es cierto que, a pesar de ser un remake, deberíamos decir que es algo diferente, es una nueva visión del personaje de Max Rockatansky al que tan bien dio vida Mel Gibson en su momento y que aquí interpreta Tom Hardy. Ya estamos metidos en todo el mundo post apocalíptico, el loco Max ya lo ha perdido todo en la vida, y ahora sólo quiere que le dejen en paz, pero parece que los problemas le siguen allá donde va, y es que tiene fama suficiente para que así sea. Tampoco es que le dejen decir mucho, esta película forma parte de esa colección en la que a Tom Hardy siempre le ponen algo en la cara y con un personaje tan huraño que tampoco es que fuera a hablar por los codos o ser la alegría de la huerta. También tenemos a la reina Charlize Theron como Imperator Furiosa, otro de esos personajazos femeninos que de hecho consigue eclipsar en muchos momentos al protagonista porque se come la pantalla con su presencia y repartiendo leña. A ellos los acompañan otros nombres como Nicholas Hoult, Zoë Kravitz, Riley Keough o Abbey Lee, aunque al que más habría que destacar sería al primero, que por cierto está irreconocible y desquiciado.

La película es pura acción, como se esperaría, desprende adrenalina en cada fotograma, que por cierto visualmente son una pasada, pero es que no deja ni un segundo de respiro entre persecuciones y peleas. El villano siempre me revuelve el estómago, pero supongo que es lo que tiene que provocar, no sólo por su aspecto, sino por todo lo que hace y la cantidad de esposas que tiene, pero también tenemos un personaje que se robó el show, convirtiéndose casi en el protagonista sin tener realmente ningún tipo de repercusión, pero no es para menos, ese guitarrista tan espectacular. Porque eso es esta entrega de Mad Max, puro espectáculo y disfrute que no permite el aburrimiento.