Crítica de La hija oscura por Sandris

Maggie Gyllenhaal se estrena como directora adaptando la novela homónima de Elena Ferrante, ‘La hija oscura’ (leed a Elena Ferrante, es lo mejor que os va a pasar en la vida de verdad), la cual devoré en apenas 3 horas de avión hace un par de semanas. Es cierto que si no te has leído el libro hay muchas cosas que no cobrarán sentido ni se entenderán (como los motivos por los que Leda coge la muñeca), pero al final, la película es un retrato cadencioso, pulcro y visceral donde se disecciona la personalidad de Leda, una mujer en un punto de su vida en el que ya ni sus hijas dependen de ella, ni ella de las mismas. Leda, divorciada y con dos hijas ya adultas, decide emprender su camino en la vida comenzando por unas idílicas vacaciones en la costa para reencontrarse a sí misma, perdida entre tantos años de cuidados y trabajo. En cambio, sus paradisíacas vacaciones se verán interrumpidas por la intromisión en la playa de una madre y su hija, las cuales hipnotizan a Leda por su belleza y el amor que desprenden la una por la otra. Lo que hará resurgir en Leda un pasado oscuro difícilmente de explicar y más difícilmente de digerir. Estamos pues ante una exploración de la maternidad más carnal, hastiada y oscura.

Partiendo de la base de que las novelas de Elena Ferrante no son precisamente novelas en las que “pasan cosas” constantemente (todo lo contrario), la mayor parte de sus historias tratan de reflejar a los protagonistas y sus congojas; por eso me ha parecido una obra muy buena. Uno porque consigue que vea representado en pantalla lo que he leído y me encantado y dos porque con Olivia Colman, ¿qué más se puede pedir en esta vida?.