Redactada: 2024-02-20
La primera frase de la crítica de @MrPenguin define a la perfección lo que he sentido viendo esta película. Sin ser seguidora de esta saga, la cual no me apasiona, he disfrutado de esta “Godzilla Minus One”.
Setenta años desde que Godzilla surgió de las aguas de la gran pantalla para pisar la Tierra con sus grandes garras, ¡para no abandonarla nunca más durante treinta y ocho largometrajes y muchos otros productos derivados de todo tipo! Némesis absoluta de la industria japonesa de la construcción, encarnación del contragolpe de la Madre Naturaleza contra el desastre que todos representamos a sus ojos, a veces también se le sorprende haciendo el payaso en compañía de colegas gigantes encargados de atizarle o de obtener el pasaporte estadounidense para obtener resultados más o menos felices (o al menos económicos) más allá de su de origen, el monstruo de la película de Ishirō Honda sobrevive a las décadas para recordar a los humanos que quizá no sean una especie tan dominante como creen, y arrasa la Tierra ante nuestros ojos de espectadores fascinados por sus escamas termonucleares. Mientras se prepara para un segundo asalto con King Kong al otro lado del Atlántico (es uno de esos oficios de payaso que mencionábamos), es en su tierra natal donde reaparece una vez más con "Godzilla Minus One", un castillo de fuegos artificiales japonés que magnifica la longevidad del icono reptil y que desde entonces se ha convertido en un éxito mundial, lo que le ha valido una merecida nominación por primera vez a los Oscar 2024 (categoría de Mejores efectos especiales).
En mi opinión, bien merecido porque, al volver al contexto del Japón posterior a la Segunda Guerra Mundial, la película de Takashi Yamazaki retoma el simbolismo original y apasionante de Godzilla (quizá a veces demasiado distorsionado en propuestas menos inspiradas e inspiradoras), un poder de destrucción implacable e imprevisible que golpea a un país traumatizado por el choque de la guerra y sus devastadoras consecuencias, sobre todo atómicas.
Al optar por centrarse en un piloto kamikaze atrapado en la espiral creciente de la culpabilidad por haber escapado a sabiendas al destino dictado por sus superiores, "Godzilla Minus One" encuentra un adversario perfecto, a la altura de su gran reptil, se debate entre el absurdo de la condición suicida que se le impuso y que no cumplió (y la tragedia que cree que es su consecuencia) y la posibilidad de reconstruirse a través de una familia de supervivientes. Enfrentado a un monstruo que no se detiene ante nada, cuya potencia de fuego aumenta a cada aparición de forma sobrecogedora para significar su condición inamovible de Titán súbitamente convertido en amo del planeta, este soldado cuya vida ha sido aniquilada por la guerra se convertirá también en un símbolo: El de un pueblo perdido por las atrocidades del campo de batalla pero que, para encontrar una salida, se enfrentará no obstante a este nuevo y enorme bicho cubierto de escamas por su pura voluntad de no volver a revivir lo indecible, y no por el yugo de un mando susceptible de aumentar su sufrimiento sino como alma humana colectiva, clamando su necesidad de esperanza y de días mejores en la batalla desproporcionada que les enfrenta a Godzilla.
“Godzilla Minus One" se apoya en este discurso crucial y vibrante, llevándose a su paso la vitalidad de una población desesperada, para crear una formidable luz rebosante de heroísmo, quizá también kamikaze, pero atravesada por una abnegación que lo destroza todo a su paso, animada por los más hábiles oradores de sus personajes humanos, o por las aventuras que invariablemente nos atraviesan con su suspense y sus crudas emociones (la persecución marítima, la secuencia de la ciudad, el enfrentamiento final , todo está diseñado para dejarnos pegados a la butaca con una maestría visual que haría estallar la cabeza de cualquier director de blockbuster estadounidense reciente).
Por supuesto, la película no evita algunos pequeños parones en sus tiempos muertos, la redundancia de ciertos puntos de su discurso o una acentuación casi teatral de los sentimientos de sus personajes pero, no importa, todo eso se borra de un coletazo del gran lagarto para dar paso al fabuloso enfrentamiento de estos dos gigantes, uno literalmente capaz de crear bombas atómicas a la carta para quitar el aliento a todo el mundo dentro y fuera de la pantalla (¡vaya escena! ), el otro formado por un mosaico de humanos dispuestos a sacrificarlo todo para no tener que revivir las heridas aún abiertas de la estupidez humana. Y, como un habitante de Tokio borracho de sake que no ha visto el pie de Godzilla acercarse demasiado a él, salimos atónitos, abrumados por la omnipotencia de "Godzilla Minus One", tanto por su inteligencia, el aliento contagioso de sus momentos épicos o el torrente de emociones por el que nos hace pasar, y abrumados por el regreso con fuerza de Godzilla, el verdadero, el único, el que seguirá atravesando la Historia del cine durante décadas. Apostamos a que, con películas como éstas, sus rugidos seguirán resonando en los cines.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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