Crítica de El terror no tiene forma por gjulo
La trama básica sigue siendo la misma: una cosa gelatinosa del espacio exterior devora todo lo que encuentra a su paso (imaginaros una especie de magma violáceo, parecido a gachas con leche y avena fermentadas). Es inimaginable lo sádicos que pueden haber sido los guionistas, con esta cosa viscosa arrastrándose por desagües, calles y techos. Desde las víctimas que se licúan ante nuestros ojos, literalmente derritiéndose, hasta el cocinero que es succionado por el fregadero (¡oh y la secuencia de la cabina telefónica!). Reconozcámoslo, ¡es emocionante ver tantas muertes sorprendentes, originales y truculentas! Es un remake muy logrado del que no esperaba nada.
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