Redactada: 2020-07-04
Tenemos el privilegio de asistir a las últimas obras de dos maestros en esto de la dirección, muy dispares entre sí, pero con no pocos paralelismos... Clint Eastwood y Woody Allen. Ambos llevan años despidiéndose, años trasladando su universo obsesivo en sus obras, ambos haciendo la misma película una y otra vez y logrando que no nos importe demasiado. Ambos mantienen intacta su pasión en lo que creen, nos dan entrada a su universo y nos dejan con el deseo de que la película vista no sea la última. Sus líneas divergen en el tema que les obsesiona, al primero los valores, al segundo las relaciones y el amor. Porque Allen siempre hizo todo para que lo amáramos, no yo, sino mujeres inteligentes con la mirada de Diane Keaton, jóvencitas con todo el futuro por delante como Mariel Hemingway o hermanas pequeñas de sus novias que florecieron por sorpesa. La hipocontria, los psicólogos y los chistes... estrategias como cualquiera otras para conseguir su amor.
Por eso, Allen, con la suavidad de un hombre que ya ha visto casi todo, sigue esperando que las historias terminen con un beso y un encuentro que parecía imposible apenas diez minutos antes. Y esa fe en el románticismo de un octogenario, ese incombustible desear que el protagonista decida adecuadamente y por fin triunfe el amor, a mi, particularmente, me sigue pareciendo enternecedora.
Guion
3 ✮
Banda sonora
3 ✮
Interpretación
3 ✮
Efectos
0 ✮
Ritmo
3 ✮
Entretenimiento
3 ✮
Complejidad
3 ✮
Sentimiento
4 ✮
Duracion
0 ✮
Credibilidad
0 ✮
Fotografía
0 ✮
Dirección
0 ✮

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