Crítica de Arrietty y el mundo de los diminutos por AdrianStark

Que Studio Ghibli es un referente de la animación a escala planetaria es un hecho indiscutible e indiscutido. No obstante, observando su filmografía debemos diferenciar entre aquellas películas de temática de aventuras que alcanzaron la fama mundial porque gozan de un mundo atractivo y muy cuidado, así como un ritmo ágil y entretenido; películas de temática fantástica con un tratamiento luminoso y colorista, que puede antojarse infantil por momentos y cuyo ritmo puede estancarse en algunos tramos; y finalmente, películas de temática costumbrista o con pocos tintes de fantasía, donde el ritmo se sacrifica en pos de la presentación de una historia y el tratamiento con el que se aborda.

Considero que “Arrietty y el mundo de los diminutos” entra en la segunda categoría, quizás no tan famosa como debería y que ha tenido menor repercusión de la que merece. Toca todos los grandes temas que acostumbra a emplear Ghibli: personajes femeninos fuertes e independientes, unos escenarios preciosos y coloridos, el tratamiento de la fantasía como algo asombroso y especial, personajes bondadosos y cargados de gran personalidad… La principal atracción de la película es sin duda la presentación de estos diminutos, como han establecido sus modos de vida, como se han adaptado a la convivencia con los humanos y, sobre todo, como les afecta la escala humana. La historia gira en torno entre el contacto entre ambos mundos, a través de Arrietty y Shō (Shawn), imponiéndose la amistad y el entendimiento pese a pertenecer a realidades distintas. Quizás es de esas películas de Ghibli cuyo ritmo es un tanto irregular, pero como todas ellas se hace entretenida y nos hace apreciar el gusto por lo bello.