
Charlie Chaplin
Adenoid Hynkel, Dictator of Tomania / A Jewish Barber
Un humilde barbero judío tiene un parecido asombroso con el dictador de la nación Tomania, que promete sacar adelante y que culpa a los judíos de la situación del país. El dictador ataca al país fronterizo, pero es confundido con el barbero por sus propios guardias, siendo ingresado en un campo de concentración. Simultáneamente, el pobre barbero es confundido con el dictador...
Con "El gran dictador", Chaplin realizó su proyecto más ambicioso. Con El gran dictador (1945), Charles Chaplin asumió un gran riesgo al atacar al régimen nazi en plena Segunda Guerra Mundial. Una sátira de la dictadura de Adolf Hitler en la que Charles Chaplin interpreta a la vez a un judío y a un dictador (con el mismo aspecto que Hitler). El resultado es deslumbrante, con una sucesión de grandes escenas, algunas de las cuales se han convertido en éxitos de culto (es fácil adivinar cuáles). La dimensión cómica de la película también es deliciosa, con situaciones sacadas directamente del cine mudo y otras completamente nuevas, con diálogos ingeniosos. Pero Chaplin nunca olvida el aspecto dramático, justificado ante todo por su contexto, y transmitido en pantalla con un poderoso lirismo. La película no pasa de 5 minutos de ideas ingeniosas, pero si estás acostumbrado a la obra de Chaplin, notarás que la película se vuelve menos hilarante, menos onírica y menos conmovedora, en primer lugar porque hay una dimensión política que nunca ha sido tan importante ni tan poderosa en una de sus películas, en segundo lugar, porque los gags son esencialmente burlas y sátiras dirigidas a Hitler, como el gag recurrente sobre los dos dictadores saludándose mutuamente, hasta el gran final, cuya seriedad coloca a la película en un pedestal único y sin precedentes en la filmografía de Chaplin. Constantemente inventiva y maravillosamente audaz, "El Gran Dictador" es una película inmensa. Magnífica.
Escrita antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial y rodada poco después de su comienzo, 'El gran dictador' se convirtió con el tiempo en una de las películas más memorables del séptimo arte, no solo por su aire premonitorio y por su ácida crítica al nazismo, sino también por la colección de geniales e inolvidables momentazos que la forman. Charles Chaplin daba aquí su primer paso hacia el cine hablado y lo hacía para plasmar de manera magistral lo absurdo del totalitarismo y de toda la ideología promovida por Hitler, apoyándose para ello en ese talento innato que poseía para la ridiculización y que nos dejó varias escenas de enorme valor caricaturesco, tanto de toda la parafernalia nazi como del propio dictador. No en vano, el rodaje de la película sufrió varios boicots por parte de ciertos sectores que la consideraban demasiado polémica, pero Chaplin dijo que estaba decidido a continuar porque "había que reírse de Hitler". Y vaya si lo hizo.
Por supuesto, la película no es solo una parodia y también tiene muchos momentos que se alejan del tono humorístico para invitar a la reflexión, cosa especialmente importante dentro del momento histórico en que fue estrenada. Esa amargura dejada por los horrores del nazismo encuentra un rayo de esperanza en el mítico discurso final, un canto a la unión y a la hermandad que debería enmarcarse y ponerse en un museo por su enorme valor humano y por su carácter atemporal. El payaso mudo habló al fin, y lo hizo para mostrar al mundo que el verdadero bufón era otro.
'El Gran Dictador' es la película más icónica de Chaplin, o al menos la más popular, aunque no está entre mis favoritas de su filmo. Admirable por su momento histórico, por el valor y la necesidad de satirizar el fascismo y llamar a la lucha contra el mismo y, en este sentido, es una obra con un especial mérito contextual. Como película de ficción tiene unos momentos y gags que funcionan mejor que otros, con alguna escena que no me dice demasiado. Me quedo con las recreaciones de los discursos de Hitler y, por supuesto, con el alegato final que cierra la película.
Perfecta sátira sobre el totalitarismo y sobre el régimen nazi que hace Chaplin en esta obra imprescindible del cine. No solo sirve como sátira, si no también como denuncia y crítica a lo que estaba pasando en Alemania y para que le gente abriese los ojos, por hay que tener narices para hacer esta película en el contexto histórico en el que se hizo, recordemos que Hitler estaba en todo lo alto en 1940. Entre toda esta denuncia, hay muchos momentos de humor, un humor bastante absurdo, que se complementan con escenas icónicas, como cuando juega como la bola del mundo o cuando da el famoso discurso del final. Aunque mis momentos favoritos son cuando parodia a Mussolini y como intentan bajar del tren o como no se ponen de acuerdo para saludarse. Una película de necesario visionado.
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